El desorden en nuestro entorno tiene una relación directa con el estado de ánimo. Por ejemplo, puede conllevar como consecuencia emociones negativas como la angustia, desgana, sensación de fracaso o tristeza.
Existen varios estudios que han relacionado los niveles de cortisol, la hormona del estrés, con el desorden. Una investigación concluyó que las personas que describían su hogar como desordenado tenían niveles más altos de cortisol durante el día. También se sentían más deprimidas a medida que avanzaba el día y más cansados por la noche.
Aunque pueda parecer que tener un nivel elevado de desorden en nuestra vivienda es algo sin tanta importancia -aunque tampoco conviene pasarse al otro extremo y ser un maniático del orden- sí que es cierto que acaba pasando factura y tiene una serie de consecuencias, tanto en el plano físico como psicológico:
- Provoca cansancio: la desorganización es una constante fuente de agotamiento visual, pues el cerebro procesa el desorden como un cansancio extra. Además, según las investigaciones, los cuartos pocos ventilados tienen baja concentración de oxígeno y alta densidad de nitrógeno. Por lo tanto, una persona duerme mejor en un ambiente ordenado.
-Te quita tiempo y energía: que deberás invertir en buscar aquello que necesitas y que no está en el sitio que le corresponde. Pero además, hará que tengas que emplear más recursos cognitivos para hacer algunas tareas que, con más orden, podrías tener automatizadas. Con lo que, serían más fáciles y rápidas de realizar.
- Afecta a tu capacidad de concentración: mucho desorden puede provocar que no te puedas concentrar en una tarea. Algunos estudios han demostrado que, tener a la vista demasiadas cosas y en desorden, va a limitar la capacidad de tu cerebro para procesar otras informaciones.
- Aumenta tus niveles de estrés: aunque no seas consciente de ello, vivir en un ambiente que está todo el tiempo desordenado y en caos, hará que te sientas estresado. E influirá en que te sientas de mal humor con mayor frecuencia.
- Puede crearte sentimientos de culpa: por no ser capaz de tener el orden y, por tanto, el control sobre tus cosas.
- Restringe tu vida social: por vergüenza, dejas de organizar reuniones o recibir visitas. Además, la falta de orden y limpieza podría convertirse en un motivo de discusiones constantes con tu familia, parejas o compañeros de piso.
- Afecta a tu salud. La acumulación de cosas en casa hace que la tarea de limpiar el hogar sea más difícil y cualquier pequeño espacio entre tus pertenencias amontonadas puede llenarse de polvo y aumentar el riesgo de alergias al convertirse en un refugio de gérmenes y ácaros.
Una vez que sabemos las consecuencias que puede tener el desorden en tu hogar, desde Vivienda Saludable te ayudamos a ponerle remedio con unos cuantos consejos:
- Actúa en el día a día y crea hábitos. Huye de las jornadas maratonianas de limpieza y organización que lo único que hacen es perjudicarnos porque al final se acaba posponiendo la tarea a favor de la procrastinación.
- Menos es más: no permitas que entren adquisiciones nuevas en la casa si no son realmente necesarias, y deshazte de aquello que no estás usando.
- Poco a poco: ponte plazos realistas para poder acabar con el desorden y organízate por espacios para acometer la tarea paulatinamente.
- Es cosa de todos: el desorden puede ser un hábito general en casa y hay que involucrar a todos los que viven en ella para que pongan de su parte.
Queda claro que la organización que le damos a nuestro hogar, además de hacerlo más seguro, también influye en nuestro estado de ánimo. Una casa organizada y limpia mejora nuestro humor mientras que un espacio desorganizado causa estrés, disminuye nuestra productividad e incluso puede hacer que – a la larga- proliferen diferentes virus y