Contextuales: Una cena con una luz tenue, música de fondo, parejas enamoradas a nuestro al rededor… Son detalles que favorecen que la persona te resulte agradable, cosa contraria a si la conocieras en un ambiente en el que estás incómodo y del que quieres irte.
Educacionales y culturales: Determinan cómo ha de ser el hombre o la mujer que tienes que buscar para ser feliz, por ejemplo: Que tenga estudios, que sea simpática, que me haga reír, que haga deporte…
Biológicos: Hay un aumento de sustancias commo la dopamina, proporcionándo una sensación de placer, un aumento de la oxitocina, que favorece el acercamiento a la otra persona (cuando nos abrazamos los niveles de oxitocina aumentan), etc.
Toda esta influencia de factores proporcionan la base para comenzar a construir una relación sólida, si la pareja no se hace responsable desde el principio es muy probable que se acabe “perdiendo la magia” y se disuelva la pareja.
2. Tienes que saber lo que siente tu pareja:
Este punto fue abordado en otra entrada (facilitando la comunicación en la pareja). Es cierto que con el tiempo vas conociendo a tu pareja, pero ninguno es adivino, por lo que si no hay comunicación es muy difícil averiguar qué le sucede a la pareja y qué necesita. No hablar es una forma de evitar respuestas que no deseamos escuchar. Las preguntas son importantes, hay que hablar.
3. Los problemas de la pareja no se comentan:
No hay que consultar cada decisión de la pareja con nuestros amigos, familia o especialista, pero en este caso hablamos de aquellos problemas que se convierten en un bucle e impiden que la pareja avance. Contar el problema nos ayuda a tener distintas soluciones que podemos aplicar al mismo problema, hay que recordar que a veces la solución es el problema.
4. Los polos opuestos se atraen:
Al principio las diferencias nos atraen y hacen al otro más interesante, pero si queremos mantener una relación en el tiempo tiene que haber una base común que nos permita sentir al otro como igual. Se pueden mantener las diferencias si se equilibran con las similitudes.
5. Yo soy responsable de la felicidad de mi pareja:
No es cierto. Esto es causa de muchas frustraciones y culpas hacia el otro porque “no nos da lo que queremos”. Uno tiene que ser responsable de su propia felicidad. Esto no quiere decir que si la pareja sufre no le ayudemos, quiere decir , que en nuestro día a día, cada uno tiene que construir su felicidad y no esperar que sea el otro el que nos la proporcione.
6. El amor es dar sin esperar recibir:
Esto crea malestar por la imagen de débil que se crea en el otro al no dejarle que te devuelva nada. Dejar que tu pareja te responda a un gesto o acción que has hecho por el/ella o por un sentimiento positivo que le causas, le permite estar en igualdad psicológica contigo y sentir que aporta algo a la pareja. Mantener esta creencia también puede ser perjudicial si únicamente estamos orientados a hacer cosas por el otro y nos olvidamos de nosotros mismos. Con el tiempo surgen descontentos y desequilibrios por la necesidad de recuperar esa inversión de tiempo que, no gestionándose bien, puede ocasionar problemas en la pareja.
7. Yo me he casado contigo, no con tu familia:
Antes de que fueseis pareja cada uno tenía su familia ya y esto es algo irremediable. Lo importante es delimitar bien la pareja y no dejar que los demás dirijan vuestra relación. Sin embargo, todos nos vemos influenciados por la experiencia familiar y aprendizajes adquiridos a la hora de relacionarnos con la pareja y discutir. Es bueno ver cuáles de esos aprendizajes nos ayudan a relacionarnos bien con la pareja y cuáles no para poder modificarlos.
8. Si discutes con tu pareja es que algo va mal:
La palabra discutir tiene una connotación negativa, pero discutir es hablar sobre un tema y tratarlo proponiendo argumentos y soluciones para llegar a un acuerdo. Recordar que no llegar los dos a la misma solución no quiere decir que no haya acuerdo. Un acuerdo puede ser que opinéis lo mismo o que decidáis que por esta vez se ve una película en vez del fútbol. El problema en este mito es que las discusiones se vuelvan agresivas, entonces algo va mal.
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