Hola amigos. Hace una semana pedía a mis seguidores del blog a través de la Newsletter que me compartieran sus inquietudes principales en su vida laboral, para así ofrecer a mis lectores contenidos de más relevancia, más cercanos a sus necesidades. Y la verdad pude comprobar que muchos coincidíamos en nuestras preocupaciones o problemas en relación al trabajo: falta de motivación, inseguridad y poca fé en nosotros mismos, dificultades a la hora de decidir hacia dónde dirigir nuestra vida profesional, búsqueda del empleo o emprendimiento.
Y me he sentido completamente identificada con vuestras aportaciones, pues durante años tuve las mismas preocupaciones, sin ser del todo consciente de ellas, al menos al principio. Me sentía desmotivada en mi trabajo cómodo en una multinacional, a 5 minutos de mi casa, confiaba muy poco en mis posibilidades, no veía oportunidades de crecimiento o promoción, cobraba poquísimo, desarrollaba un mismo tipo de trabajo que ya me resultaba rutinario y aburrido… y en los últimos años además se sumó la necesidad de cambiar mi vida profesional o emprender, con todos los miedos, inseguridades y desconocimiento que esto conlleva.
Así que voy a dedicar las próximas semanas a tratar un poco en profunidad este tema, partiendo de mi propia experiencia, observación, lecturas y los procesos de coaching que estoy realizando con mis clientes. Y he decidido inaugurar esta sección del blog con 8 pistas que nos permitirán ver si ha llegado la hora para cambiar de trabajo.
8 INDICIOS DE QUE DEBES CAMBIAR DE TRABAJO
Llevas desempeñado la misma actividad laboral durante más de 3 años. Se supone que cuando hemos alcanzado el nivel máximo de nuestra excelencia en el trabajo, a no ser que tengamos nuevos alicientes y aprendizajes, la motivación disminuye y empezamos a ser menos productivos. Éste podría ser tu caso si además te sientes desganado y todo lo haces en piloto automático. Esto te desmotiva y empiezas a perder tu productividad. En mi último trabajo en España, había estado trabajando durante más de 3 años en el mismo puesto, era una experta en lo que hacía, pero algunas veces metía la pata, por no estar alerta y creer que todo era fácil, ya que conocía demasiado bien mis rutinas diarias.
Tu trabajo te genera mucho estrés: sobrecarga, cansancio físico, duermes mal por las noches. Nada nuevo, ¿verdad? Es muy probable que estés en esta categoría. De hecho a día de hoy me siguen sorprendiendo anuncios de trabajo que dicen: capacidad de trabajar bajo presión. Vamos, da la sensación de que debes demostrarles que eres capaz de aguantar lo que sea y que casi te encanta sentirte presionado, con tal de que te cojan en este trabajo.
Tus jornadas laborales no tienen fin. Trabajas más de 8 horas diarias habitualmente y además, en la mayoría de los casos, no cobras por ello. Lo normal es que sufras de estrés, de falta de sueño, llegando en casos extermos a ansiedad, dificultad para dormir o empeoramiento de tu vida familiar y social.
Te sientes infravalorado en tu lugar de trabajo. Sabes que vales mucho más pero aunque lo has intentado, no has conseguido que te cambien o te asciendan. Eso lo conozco perfectamente. En una gran multinacional en la que estuve trabajando durante años, había tratado en vano que me cambiaran de departamento. La respuesta fue clara: era demasiado buena en mi puesto para que me movieran de ahí.
Tu sueldo es poco adecuado al nivel de trabajo que estás realizando. Ya sé, estamos en tiempos de crisis y más vale pájaro en mano que cientos volando, pero sinceramente si llevas mucho tiempo cobrando lo que no te corresponde, especialmente si tus compañeros reciben una cantidad mayor, tal vez sea el momento de replantearte las cosas.
Trabajas desde casa, incluso los fines de semana. Esto está claramente ligado a los puntos 2 y 3: demasiadas horas, mucho estrés. No es positivo que no tengas tiempo libre para ti, tu familia o tus amigos. Es cierto que hay profesiones vocacionales en las que nos pasamos el día entero hablando con pasión de nuestro trabajo y haciendo nuestra labor con gusto, pero si tu trabajo hace que otras áreas de tu vida se vean afectadas, es posible que tengas que reconsiderar tu actividad profesional o realizar algún cambio.
El clima laboral no es el más propicio. Aquí lógicamente hay muchas variantes. Puede tratarse de tu jefe, algún compañero en concreto o casos más graves como el mobbing. El hecho de que el clima laboral no sea el mejor no significa que debas tirar la toalla. Es posible solucionar los conflictos hablando con tus jefes, compañeros, llegando a acuerdos. Pero si la situación se mantiene y no mejora, ésta es otra causa por la que podrías plantearte un cambio.
Sientes que el trabajo que estás haciendo no te permite realizarte como persona y profesional. Esta es la causa que más me gusta, porque va a la raíz. Es decir, ves a personas felices trabajando y hablando de su actividad profesional con pasión. Tú en cambio sientes que vales para otra cosa, que tienes otras inquietudes, relacionadas o no con tu trabajo actual. Si éste es tu caso, te diría, como Risto Mejide: date prisa, no te quedes ahí, muévete, es tu momento, el momento es ahora.
Hay muchas personas creativas e inquietas mentalmente, que tienen hobbies que les apasionan y alguna vez han pensado que tal vez pudieran vivir de ello, pero no se han atrevido.
Lo peor que puede pasarte es saber que necesitas cambiar y no atreverte a ello.
Lo entiendo: un trabajo nos da la seguridad económica, muchos tenemos pareja, casa e hijos. Pero también tenemos una vida y una misión vital. Si sientes que hay algo que va más allá que la mera necesidad de ganar dinero, si deseas trabajar para autorrealizarte, te invito a quedarte por aquí, a suscribirte, porque en breve voy a lanzar un programa de coaching para descubrir esa pasión profesional que llevas dentro, reinventarte, desbloquear todo tu potencial.
Y si tienes dudas todavía, en el próximo artículo te hablaré de los dichosos "esques", esas excusas que nuestro cerebro reptiliano nos sopla para que no nos atrevamos a cambiar, ya que ve el cambio como algo peligroso.
Y ahora me gustaría que me contaras, ¿te has sentido identificado con alguno de los indicios mencionados en este artículo? ¿O tienes otros que no aparecen por aquí? Me encantaría que compartieras tu experiencia con los demás lectores.
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