Resiliencia ante el COVID-19



Qué es la Resiliencia

Ya ha pasado más de un mes de confinamiento desde que nuestras vidas se vieran truncadas por la pandemia del Coronavirus. Y aunque ya aparezcan algunas fechas para su fin, lo cierto es que durante un tiempo indefinido seguiremos condicionados por diversas medidas, hasta que llegue el día en el que podamos celebrar que por fin se acabó y continuar con nuestras vidas. Otra cuestión es cómo continuaremos, ¿seremos los mismos? Tal vez no, probablemente muchas aspectos hayan cambiado, es entonces cuando debemos poner en marcha nuestra capacidad de resiliencia , En este caso, la resiliencia ante el COVID-19 nos permitirá adaptarnos mejor al entorno que nos rodea con los recursos que poseemos.

Quizás hayas oído hablar antes de este concepto. Desde la física, se llama resiliencia a la capacidad de un material para recuperarse de una deformación o presión producto de un esfuerzo externo. En psicología, adoptamos este término para hacer referencia a la capacidad de los seres humanos para superar situaciones adversas e incluso salir fortalecidos de ellas. Es decir, sobreponerse positivamente ante acontecimientos estresantes sin sufrir secuelas.

Dar paso a nuestra resiliencia ante el COVID-19 marcará la diferencia. Desarrollaremos una mayor entereza que nos permitirá seguir adelante con los objetivos que nos hayamos marcado. En este artículo te presentamos algunos factores que favorecen u obstaculizan la aparición de esta herramienta tan útil y necesaria en estos tiempos.

Factores Potenciadores de la Resiliencia ante el COVID-19


La realización de actividades placenteras: sí, dentro de casa también se puede disfrutar de esos pequeños placeres de la vida. Para ello, permítete realizar tu receta favorita, escuchar esa música que tanto te gusta, ver tu serie preferida, compartir tiempo con los tuyos, empezar ese libro que tanto has postergado, aprender eso que siempre te ha atraído, dar rienda suelta a la creatividad Aunque pueda resultar difícil, valora estos momentos. No olvides que esta situación es temporal y pronto podrás ampliar tu repertorio de actividades placenteras en el exterior. ¿Has pensado por dónde empezar?

Contacto con la familia y amistades: aunque de momento sean contactos virtuales/telefónicos, pronto volveréis a abrazaros, y serán los abrazos más sinceros que se hayan visto nunca. Fomentad la comunicación y el cuidado mutuo incluso en la distancia, hablando de vuestras emociones y mostrando interés por la otra persona. Una sugerencia: el uso de videollamadas siempre será mejor que el de mensajes de texto, ya que se produce un contacto más realista y podemos observar tanto el lenguaje verbal como no verbal, sin dar lugar a malinterpretaciones. ¿Cuál es el primer plan que haréis juntos?

Contacto con la naturaleza: cuando sea posible y las libertades no se encuentren tan restringidas, recuerda darte un paseo al sol por ese parque o campo que llevas tiempo sin ver. El medio natural nos aporta grandes beneficios, y no solo a nivel psicológico. Por ejemplo, el hecho de respirar aire puro, escuchar sonidos relajantes, distanciarnos de las preocupaciones, aumentar concentración, e incluso ejercitar el cuerpo.

Practica ejercicio físico moderado: el deporte favorece la liberación de endorfinas, también conocidas como “las hormonas de la felicidad”, combate el estrés, mejora los sentimientos de autoeficacia, permite establecer otras relaciones sociales, previene el deterioro cognitivo, ayuda a conciliar mejor el sueño, etc.

Realiza una ventilación emocional controlada: permítete tener tus momentos de reflexión e instrospección. Pero sin dar paso a la rumiación pues ésta no te llevará a solucionar ningún problema ni a avanzar en él, comprenderlo o sentirte mejor. Normaliza las emociones negativas que puedas sentir, pero no alimentes los pensamientos negativos acerca de  los problemas que se te puedan presentar, esto te bloqueará y no te permitirá buscar las soluciones adecuadas. Expresa tus sentimientos, opiniones, deseos, anhelos, a nivel privado o público (con alguien de confianza). A veces no nos desahogamos porque “no queremos preocupar a los demás”, esto nos lleva a estar constantemente reprimidos y cargar con todo el peso del sufrimiento solos, algo poco saludable ya que en cualquier momento esta bomba puede estallar. Además, debemos considerar también que las emociones no canalizadas pueden favorecer la aparición de malestares físicos. Todos necesitamos ese oxígeno psicológico.

Aprender a relativizar la importancia de los problemas: pregúntate, en una escala de catástrofes ¿cómo de “malo” puede ser esto para mí o para mi vida? ¿Qué puedo aprender de esto? Cuestiónate qué harías en ese momento si no te sintieras de la manera en la que te estás sintiendo y trata de hacerlo. Si te equivocas, elimina las estrategias que no han funcionado para resolver dicho problema y prueba con otra. Realiza auto-crítica para analizar las causas y las consecuencias de tus actos con el fin de mejorar en el futuro. Acepta el malestar, aunque no nos guste, el error es la mejor forma de aprendizaje que te permitirá ser más tolerante y más libre. Ten presente que pueden surgir imprevistos, que hay cosas que se pueden escapar de tu control y encárgate sólo de la parte que te toca.

Encuentra un sentido: busca un aprendizaje de esta crisis. Carga de sentido cada acción que lleves a cabo y comienza a elegir conscientemente cada decisión, en lugar de dejarte llevar por los impulsos. Ahora se trata de intentar construir una interpretación de tu vida que tenga un significado importante para ti. Elige una historia de vida, un motivo o una serie de motivos que te permitan seguir avanzando con el fin de empoderarte y acercarte a esa felicidad que mereces.
A continuación, presentamos los factores depresores o detractores que pueden impedir que desarrolles tu resiliencia en estos momentos.

Factores Depresores de la Resiliencia

depresor


El aislamiento y/o retraimiento social: no querer saber nada de nadie, escasez de contactos, falta de interacción con los demás.

La rumiación de ideas: dar vueltas y vueltas a un posible contagio o resurgimiento del virus, por ejemplo.

Ventilación emocional descontrolada o continuada: nos referimos por un lado a “explotar” cuando ya no podemos más. Se suele hacer de manera violenta, desproporcionada y poco adaptativa, esto suele acarrear más malestar individual, además de problemas con el entorno social. Por otro lado, también hace referencia a estar constantemente instaurados en la queja, hablar siempre del mismo tema, sin dar paso a momentos de descanso o de felicidad.

Consumo de alcohol y otras sustancias: además de ser perjudicial para tu salud, no ayuda tampoco en la resolución de conflictos. De nada sirve esa “evasión momentánea” si cuando los efectos cesen, los problemas van a seguir estando ahí. Tú decides qué actitud tomar, la activa o la autodestructiva.

Inhibición de las actividades placenteras: si dejamos de recibir refuerzos se lo estamos poniendo muy fácil a la depresión, a la ansiedad y otros trastornos psicológicos.

Ausencia de proyectos futuros: ¿de verdad piensas ir por la vida con desesperanza, sin algo que te motive o ilusione, sin un sueño por cumplir? Márcate metas realistas, bastante tiempo has estado confinado, es hora de ir a por todas, la vida sigue después de la pandemia y sólo tú puedes marcar tu rumbo. No desaproveches la más mínima oportunidad de luchar por aquello que realmente quieres que esté en tu vida. No será fácil siempre, pero eso no justifica el dejar de intentarlo.
Recuerda que desde Psicólogos PsicoAbreu estamos disponibles para enseñarte a gestionar situaciones que se escapan de control y tomar una actitud activa y responsable en el manejo de este tipo de situaciones. Contacta ahora con nuestros psicólogos online, ellos te ayudarán.

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Qué es la Resiliencia

Ya ha pasado más de un mes de confinamiento desde que nuestras vidas se vieran truncadas por la pandemia del Coronavirus. Y aunque ya aparezcan algunas fechas para su fin, lo cierto es que durante un tiempo indefinido seguiremos condicionados por diversas medidas, hasta que llegue el día en el que podamos celebrar que por fin se acabó y continuar con nuestras vidas. Otra cuestión es cómo continuaremos, ¿seremos los mismos? Tal vez no, probablemente muchas aspectos hayan cambiado, es entonces cuando debemos poner en marcha nuestra capacidad de resiliencia , En este caso, la resiliencia ante el COVID-19 nos permitirá adaptarnos mejor al entorno que nos rodea con los recursos que poseemos.

Quizás hayas oído hablar antes de este concepto. Desde la física, se llama resiliencia a la capacidad de un material para recuperarse de una deformación o presión producto de un esfuerzo externo. En psicología, adoptamos este término para hacer referencia a la capacidad de los seres humanos para superar situaciones adversas e incluso salir fortalecidos de ellas. Es decir, sobreponerse positivamente ante acontecimientos estresantes sin sufrir secuelas.

Dar paso a nuestra resiliencia ante el COVID-19 marcará la diferencia. Desarrollaremos una mayor entereza que nos permitirá seguir adelante con los objetivos que nos hayamos marcado. En este artículo te presentamos algunos factores que favorecen u obstaculizan la aparición de esta herramienta tan útil y necesaria en estos tiempos.

Factores Potenciadores de la Resiliencia ante el COVID-19


La realización de actividades placenteras: sí, dentro de casa también se puede disfrutar de esos pequeños placeres de la vida. Para ello, permítete realizar tu receta favorita, escuchar esa música que tanto te gusta, ver tu serie preferida, compartir tiempo con los tuyos, empezar ese libro que tanto has postergado, aprender eso que siempre te ha atraído, dar rienda suelta a la creatividad Aunque pueda resultar difícil, valora estos momentos. No olvides que esta situación es temporal y pronto podrás ampliar tu repertorio de actividades placenteras en el exterior. ¿Has pensado por dónde empezar?

Contacto con la familia y amistades: aunque de momento sean contactos virtuales/telefónicos, pronto volveréis a abrazaros, y serán los abrazos más sinceros que se hayan visto nunca. Fomentad la comunicación y el cuidado mutuo incluso en la distancia, hablando de vuestras emociones y mostrando interés por la otra persona. Una sugerencia: el uso de videollamadas siempre será mejor que el de mensajes de texto, ya que se produce un contacto más realista y podemos observar tanto el lenguaje verbal como no verbal, sin dar lugar a malinterpretaciones. ¿Cuál es el primer plan que haréis juntos?

Contacto con la naturaleza: cuando sea posible y las libertades no se encuentren tan restringidas, recuerda darte un paseo al sol por ese parque o campo que llevas tiempo sin ver. El medio natural nos aporta grandes beneficios, y no solo a nivel psicológico. Por ejemplo, el hecho de respirar aire puro, escuchar sonidos relajantes, distanciarnos de las preocupaciones, aumentar concentración, e incluso ejercitar el cuerpo.

Practica ejercicio físico moderado: el deporte favorece la liberación de endorfinas, también conocidas como “las hormonas de la felicidad”, combate el estrés, mejora los sentimientos de autoeficacia, permite establecer otras relaciones sociales, previene el deterioro cognitivo, ayuda a conciliar mejor el sueño, etc.

Realiza una ventilación emocional controlada: permítete tener tus momentos de reflexión e instrospección. Pero sin dar paso a la rumiación pues ésta no te llevará a solucionar ningún problema ni a avanzar en él, comprenderlo o sentirte mejor. Normaliza las emociones negativas que puedas sentir, pero no alimentes los pensamientos negativos acerca de  los problemas que se te puedan presentar, esto te bloqueará y no te permitirá buscar las soluciones adecuadas. Expresa tus sentimientos, opiniones, deseos, anhelos, a nivel privado o público (con alguien de confianza). A veces no nos desahogamos porque “no queremos preocupar a los demás”, esto nos lleva a estar constantemente reprimidos y cargar con todo el peso del sufrimiento solos, algo poco saludable ya que en cualquier momento esta bomba puede estallar. Además, debemos considerar también que las emociones no canalizadas pueden favorecer la aparición de malestares físicos. Todos necesitamos ese oxígeno psicológico.

Aprender a relativizar la importancia de los problemas: pregúntate, en una escala de catástrofes ¿cómo de “malo” puede ser esto para mí o para mi vida? ¿Qué puedo aprender de esto? Cuestiónate qué harías en ese momento si no te sintieras de la manera en la que te estás sintiendo y trata de hacerlo. Si te equivocas, elimina las estrategias que no han funcionado para resolver dicho problema y prueba con otra. Realiza auto-crítica para analizar las causas y las consecuencias de tus actos con el fin de mejorar en el futuro. Acepta el malestar, aunque no nos guste, el error es la mejor forma de aprendizaje que te permitirá ser más tolerante y más libre. Ten presente que pueden surgir imprevistos, que hay cosas que se pueden escapar de tu control y encárgate sólo de la parte que te toca.

Encuentra un sentido: busca un aprendizaje de esta crisis. Carga de sentido cada acción que lleves a cabo y comienza a elegir conscientemente cada decisión, en lugar de dejarte llevar por los impulsos. Ahora se trata de intentar construir una interpretación de tu vida que tenga un significado importante para ti. Elige una historia de vida, un motivo o una serie de motivos que te permitan seguir avanzando con el fin de empoderarte y acercarte a esa felicidad que mereces.
A continuación, presentamos los factores depresores o detractores que pueden impedir que desarrolles tu resiliencia en estos momentos.

Factores Depresores de la Resiliencia

depresor


El aislamiento y/o retraimiento social: no querer saber nada de nadie, escasez de contactos, falta de interacción con los demás.

La rumiación de ideas: dar vueltas y vueltas a un posible contagio o resurgimiento del virus, por ejemplo.

Ventilación emocional descontrolada o continuada: nos referimos por un lado a “explotar” cuando ya no podemos más. Se suele hacer de manera violenta, desproporcionada y poco adaptativa, esto suele acarrear más malestar individual, además de problemas con el entorno social. Por otro lado, también hace referencia a estar constantemente instaurados en la queja, hablar siempre del mismo tema, sin dar paso a momentos de descanso o de felicidad.

Consumo de alcohol y otras sustancias: además de ser perjudicial para tu salud, no ayuda tampoco en la resolución de conflictos. De nada sirve esa “evasión momentánea” si cuando los efectos cesen, los problemas van a seguir estando ahí. Tú decides qué actitud tomar, la activa o la autodestructiva.

Inhibición de las actividades placenteras: si dejamos de recibir refuerzos se lo estamos poniendo muy fácil a la depresión, a la ansiedad y otros trastornos psicológicos.

Ausencia de proyectos futuros: ¿de verdad piensas ir por la vida con desesperanza, sin algo que te motive o ilusione, sin un sueño por cumplir? Márcate metas realistas, bastante tiempo has estado confinado, es hora de ir a por todas, la vida sigue después de la pandemia y sólo tú puedes marcar tu rumbo. No desaproveches la más mínima oportunidad de luchar por aquello que realmente quieres que esté en tu vida. No será fácil siempre, pero eso no justifica el dejar de intentarlo.
Recuerda que desde Psicólogos PsicoAbreu estamos disponibles para enseñarte a gestionar situaciones que se escapan de control y tomar una actitud activa y responsable en el manejo de este tipo de situaciones. Contacta ahora con nuestros psicólogos online, ellos te ayudarán.

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