Cuanto más usemos nuestro cerebro en mejor forma se mantendrá. En esto ocurre algo similar a a la forma física general de nuestro cuerpo.
Desde luego que leer con frecuencia, respetar los horarios de sueño y eliminar el tabaco o el consumo de alcohol siempre va a ser beneficioso para nuestra memoria y estado físico general.
La atención, memoria, lenguaje, percepción y capacidades de ejecución de la persona se mantienen y fortalecen mediante la estimulación cognitiva. Estas capacidades son las que habitualmente se deterioran en las personas que comienzan a padecer demencia senil, así como otros trastornos generalmente asociados a la edad. Las actividades que nos obligan a usar las diferentes capacidades cognitivas hacen que se multipliquen las conexiones neurológicas del cerebro y así prevenimos su deterioro. De todos modos la estimulación cognitiva no consiste en someter a la persona a esfuerzos desmesurados sino que se basa en la utilización de unas técnicas y un programa adecuado a cada paciente.
Los estudios han comprobado que la dieta mediterránea previene los deterioros cognitivos propios del envejecimiento.
La alimentación debe prestar atención al consumo de frutas, verduras y especialmente aceite de oliva virgen extra y frutos secos, ricos en ácidos grasos esenciales del tipo omega 3, beneficiosos para la función cognitiva.
La realización de ejercicio físico siempre es ventajoso física y psicológicamente. El deporte practicado regularmente siempre es aconsejable. También lo es para las personas mayores.
Estudios científicos han comprobado que la práctica habitual de un ejercicio moderado es positiva para la memoria. En el caso de las personas mayores protege el cerebro y puede incluso recuperar los deterioros de la mente asociados a la edad.
En el ámbito de la investigación farmacológica, recientemente el Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR) ha creado fármaco nuevo para ralentizar la pérdida progresiva de memoria.
La investigación tiene su base en el descubrimiento de que la ausencia de la proteína adrenomedulina, bloquea la pérdida de memoria. Los científicos constataron entonces que la presencia de esta proteína en el cerebro aumenta con la edad, muy especialmente en personas que padecen Alzheimer.
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