El estudio echa por tierra las teorías de asociaciones animalistas como PETA, que llevan tiempo defendiendo la el veganismo ideológico, según el cual el ser humano siempre ha sido vegetariano y lo de comer carne es básicamente una aberrante desviación posterior. Según Katherine Zink y Daniel Lieberman, la incorporación de proteínas animales a la dieta es uno de los factores que nos ayudó a evolucionar en lo que somos actualmente.
¿Que tiene que ver esto con la evolución? La clave está en la masticación. El estudio ha llevado a cabo una prueba con 24 sujetos a los que se les pidió que comieran diversos vegetales y piezas de carne, todo ello crudo. El objetivo era ver qué grupos de alimentos eran más fáciles de masticar e ingerir sin pasar por la cocina. La cocción de los alimentos es una práctica que no llegó hasta hace alrededor de 500.000 años.
A nivel de masticación y digestión, la carne cruda ofrece unas cuantas ventajas. Para empezar reduce los movimientos de masticación un 17% y la fuerza que hay que ejercer con la mandíbula un 20%. Además requiere un 41% menos de esfuerzo digestivo. En otras palabras, comer carne requería entre un 39% y un 46% menos de menos esfuerzo físico, llevaba menos tiempo y era más eficiente desde el punto de vista nutricional.
Sean cuales sean los mecanismos de selección natural que desembocaron en estos cambios, no hubieran sido posible sin la combinación de un mayor consumo de carne unido a técnicas rudimentarias de procesar los alimentos.
El estudio simplemente descarta la falsa creencia de que el ser humano es biológicamente vegetariano. Otra cosa muy distinta es que haya personas que decidan dejar de consumir un tipo de alimento por razones filosóficas o cuestiones morales. Las diferentes religiones llevan haciéndolo desde hace siglos y es perfectamente respetable, tan respetable como el que decide no acogerse a esos principios.