El yoga es una antigua disciplina filosófica que proviene de la India (3000 aC). Aunque su origen es espiritual, no se trata de ninguna religión, como mucha gente cree. Tampoco es un tipo de gimnasia, como se suele identificar hoy en día.
El yoga es una ciencia de la salud y su práctica contribuye al desarrollo físico, mental y espiritual. Es un camino que lleva a la unión y el equilibrio de estos tres aspectos del ser humano: cuerpo, mente y espíritu. Un método de perfeccionamiento que nos ayuda a la comprensión de nuestra naturaleza y de lo que necesitamos para vivir en armonía con nosotros mismos y el medio que nos rodea.
Técnicas para alcanzar el equilibrio
Para mantener el equilibrio entre cuerpo y mente, el yoga combina diferentes técnicas mediante movimientos y posturas corporales, ejercicios de control de la respiración y la energía, la meditación y la relajación. De este modo, cuando se practica el yoga, cuerpo, mente y espíritu trabajan unidos para ayudarnos a conocer profundamente a nosotros mismos y así conseguir una mejor salud física y asegurar la paz mental.
Para entender el Yoga es necesario experimentar personalmente y practicarlo con constancia. Con el tiempo y la práctica dará cuenta de que se produce un cambio en su manera de hacer frente a la vida, consecuencia directa de un mejor estado físico y de una paz interior.
Beneficios
El objetivo del yoga va en función del propio practicante y de sus expectativas. Hay quien lo practica para conseguir un mejor estado físico o corregir posturas viciadas; otros para relajarse, desconectar y descansar; otros para desarrollar la mente y aumentar la capacidad de concentración; y otros, muchos, para conocerse mejor a sí mismos y ganar autoestima. Pero lo que es indiscutible son los beneficios que aporta su práctica.
La práctica del yoga ayuda a retrasar y evitar enfermedades e incapacidades relacionadas con el envejecimiento del cuerpo. Proporciona flexibilidad muscular, elasticidad a las articulaciones y fortalece los huesos corrigiendo problemas posturales y liberando ciertos dolores. Mediante las técnicas de control de la respiración, aumenta la ventilación y la capacidad pulmonar ayudando en la mejora de las enfermedades respiratorias.
Además, reactiva la circulación de la sangre, ayudando a conseguir una mejor irrigación de los órganos. Gracias a la relajación, se eliminan las tensiones físicas y mentales previniendo trastornos como las depresiones, fobias o inseguridades. También aumenta los niveles de concentración y ayuda a controlar y equilibrar las emociones y los sentimientos.
Practicando yoga
Su propio cuerpo será quien le indicará hasta dónde puede llegar con las posturas y los movimientos. No debe forzar nunca la máquina. Las asanas (posturas) se practicarán siempre de forma suave y con movimientos lentos y, cuando el cuerpo se empiece a quejarse (dolor o malestar), se debe parar.
Una de las principales limitaciones de las personas mayores es la insuficiencia respiratoria. Por ello, si practicáis yoga es muy importante el control de la respiración. Los pranayama (técnicas de respiración) se ejecutarán con mucho cuidado, expulsando totalmente el aire y vaciando los pulmones de forma lenta y en una postura que permita que los pulmones se expandan sin apenas esfuerzo.
Aprender las técnicas de relajación es difícil para quien nunca las ha practicadas, sobre todo para la gente mayor a la que cuesta relajarse y dejar la mente tranquila. Por eso hay que aprender lentamente, poco a poco y aumentando el tiempo de dedicación así que os vayáis sintiendo más cómodos. Si siente frío, haga uso de una manta para taparse y sentirse confortables y ayudarle en la relajación. Esta disciplina sólo pide constancia. Será suficiente con 2 horas semanales para encontrar el equilibrio que proporciona. El yoga no pide creer en nada, sólo en lo que encuentre por vosotros mismos.
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