La prevalencia de la enfermedad celíaca en la infancia es cinco veces superior a la de la población adulta; sin embargo, en los últimos años y gracias a las nuevas técnicas diagnósticas disponibles, “están siendo diagnosticados nuevos casos, en especial en pacientes adultos, por lo que podemos afirmar que la enfermedad celiaca, ha dejado de ser considerada como un trastorno típicamente infantil”, asegura la doctora Julia Álvarez, coordinadora del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). “En el momento actual, entre el 20% y el 50% de los nuevos diagnósticos suceden en sujetos mayores de 50 años. Puede aparecer a cualquier edad de la vida y afecta a las mujeres más que a los hombres; en este sentido, la máxima incidencia se registra en mujeres entre 30 y 40 años de edad, aunque el 20% de los pacientes supera los 60 años en el momento del diagnóstico”, asegura la experta.
Existe una amplia variabilidad en la presentación de síntomas de la enfermedad celiaca, lo que hace más difícil su diagnóstico. La forma clásica de la enfermedad se caracteriza por síntomas graves de malabsorción (diarrea, esteatorrea, déficit de vitaminas liposolubles, hierro, calcio y ácido fólico), cambios de carácter, falta de apetito, retraso del crecimiento, títulos positivos de anticuerpos séricos y atrofia grave de las vellosidades en las biopsias del intestino delgado. “Éstos son los síntomas más frecuentes con los que se presenta la celiaquía en niños de entre 9 y 24 meses, que, además, de las manifestaciones expuestas pueden asociar náuseas, vómitos, distensión y dolor abdominal recurrente, pérdida de masa muscular y de peso, que le confieren una apariencia de laxitud, con abdomen prominente y nalgas aplanadas”, explica la doctora Álvarez.
Después de los tres años, son frecuentes las deposiciones blandas, talla baja, anemias ferropénicas resistentes a tratamiento y alteraciones del carácter. En este sentido, añade la doctora, “cuando la enfermedad evoluciona sin tratamiento, particularmente en los niños entre el año y los dos años, pueden aparecer formas graves (crisis celíaca), con presencia de hemorragias cutáneas o digestivas graves”.
A partir de la adolescencia y en los adultos, la clínica de la enfermedad celiaca es más latente y los síntomas digestivos están ausentes o bien ocupan un segundo plano. “La clínica más característica a esta edad es el dolor abdominal, generalmente de tipo cólico y recurrente, acompañado de hinchazón abdominal fluctuante, dispepsia o malas digestiones, síntomas de reflujo gastroesofágico y alteración del hábito intestinal, frecuentemente hacia estreñimiento”, matiza la experta.
“La enfermedad ha sido ilustrativamente definida como un trastorno “camaleónico”, que supone que habitualmente pueda presentarse como una inexplicable deficiencia de hierro, lesiones predominantemente cutáneas, alteraciones óseas, neurológicas o un aumento de transaminasas séricas, estando a menudo ausentes los trastornos digestivos”, explica la doctora Álvarez y añade ”creo que es importante relacionar en la sospecha diagnóstica los síntomas derivados como los déficits de micronutrientes asociados como vitaminas liposolubles (A, D, E y K), B6, B12, ácido fólico, cobre, zinc, además del hierro comentado anteriormente”. Sin embargo, tanto en el niño como en el adulto, los síntomas pueden ser atípicos o estar ausentes, dificultando el diagnóstico, concluye.
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Imágenes (por orden de aparición): surlygirl/Flickr y Fenanov/Flickr.