Es decir, las personas totalmente sanas podrían dormir sin ella sin problemas al igual que los bebés y los niños.
En el caso de los peques, no se les debe colocar almohada al menos hasta los dos años ya que su curvatura cervical es bastante recta, el cuello es muy corto y la cabeza bastante grande en relación con el resto del cuerpo.
Si colocamos una almohada, la cabeza se adelantará e incluso se puede dificultar la respiración. A partir de los dos años, si se coloca almohada, debe ser bajita y blandita.
La realidad y la práctica es otra.
El índice de patología cervical es muy alto en la sociedad actual. El modo de vida, las malas posturas, el estrés, etc. provocan cambios en la alineación cervical y en el resto de la columna que generan anteriorización de la cabeza, rectificaciones cervicales, contracturas, etc.
Por tanto, el uso de la almohada se hace inevitable para mantener una correcta alineación fisiológica cervical.
Aunque parezca un poco raro y aunque te hagan creer lo contrario, no hay almohadas mejores que otras. La mejor almohada es la que te sea más cómoda y se adapte mejor a tus características.
El precio, el material o la forma no deben ser determinantes en la elección de la almohada. No existen protocolos. Debes probar y encontrar la más adecuada para ti y sobretodo, la que mantenga alineada la columna.
Por ello, si duermes en pareja, lo mejor es usar una almohada individual adaptada a cada persona.