Aquello que escapa de nuestro control puede generar estrés e irritabilidad; está en nuestra mano transformar estos sentimientos en aprendizaje, es decir, en experiencias positivas.
Bob Marley decía en una de sus más mediáticas apariciones: “No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que te queda”. Efectivamente, a veces tenemos que enfrentarnos a situaciones complejas para darnos cuenta de nuestro potencial. Somos (soy) mucho más fuertes, capaces y valientes de lo que imaginamos.
Nosotros os proponemos apostar por la resiliencia, bandera de nuestra filosofía, que no es más que una forma de transformar esa adversidad en adaptación positiva. Consiste en resistir y superar, alcanzar un equilibrio perfecto para continuar con el día a día a pesar de los problemas.
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La resiliencia, además, es un objetivo totalmente terrenal, por muy inalcanzable o inverosímil que os parezca. Para hacer frente a situaciones difíciles, incluso traumáticas, se deben trabajar diferentes áreas con compromiso y control -a través de la meditación, por ejemplo-, pero, sobre todo, planteando cada suceso como un reto.
Estos ámbitos son la espiritualidad, el optimismo, el afrontamiento activo de los problemas y el dominio del entorno.
De todos ellos, el dominio del entorno adquiere especial relevancia, ya que diferentes estudios han demostrado que las personas que potencian esta cualidad aprovechan mejor las oportunidades y se sienten más capaces de afrontarlas. Por el contrario, el sentimiento de indefensión, el descontrol y la incapacidad de asumir errores propios son condiciones comunes a personas con bajo dominio del entorno.
No obstante, tampoco debemos olvidar los otros baluartes de la resiliencia. Todos ellos conforman un todo que nos hará más conscientes de las herramientas que disponemos para hacer frente a la realidad que nos rodea.
Trascender más allá de nuestro propio cuerpo y ser capaces de conectar con nuestra esencia espiritual. Permanecer en armonía -interna y externa- y relativizar. Observar el mundo desde un prisma positivo que ayude a afrontar los problemas y a dominar el entorno -por cambiante e impredecible que sea-.
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Finalmente, os preguntaréis, ¿de qué forma podemos trabajar y potenciar todas estas cualidades? La respuesta, tal y como os avanzábamos anteriormente, es la meditación.
Y meditación es, según el centro de Shambhala de Madrid, “una manera de estabilizar y aclarar la mente () Proporciona una forma de entender la mente para asentarse en un estado calmo y claro. La primera razón para meditar podría ser que queremos liberarnos de la mente agitada, queremos descubrir la bondad fundamental de nuestra mente natural”.
Esta parte de la definición nos atrae especialmente: ‘descubrir la bondad fundamental de nuestra mente natural’. Porque, en esencia, somos seres bondadosos. Y “El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad” (Ludwig van Beethoven). Superioridad que nos permitirá entender y gestionar la resiliencia para afrontar cualquier problema.