del calzado que utilicemos,
del cuidado que les demos
y de nuestra propia postura corporal.
Es importante que revisemos su estado de forma regular para prevenir posibles desórdenes o controlar los ya producidos.
Los expertos recomiendan visitar a un podólogo al menos cada dos años, así como ir directamente a su consulta en caso de sufrir de alguna molestia considerable, y que no haya remitido con el paso de los días. Un ejemplo, serían los pies con tendinitis, ya que exigen un tratamiento para frenar la inflamación y mantener el cuidado del tendón.
Los problemas más comunes de los pies
Si bien todos hemos sufrido o sabemos de alguien que ha padecido de callosidades o uñas encarnadas, también existen otro tipo de problemas más comunes.
Uno de ellos sigue siendo el mal olor, para lo que se puede utilizar talco, plantillas especiales y otro tipo de productos en crema para combatirlo.
Los juanetes siguen siendo uno de los males más frecuentes.
Los pies descamados son otro problema que causa no pocas molestias. ¿En qué consiste? Las plantas de los pies sufren una caída evidente de la piel. Se trata de una descamación pronunciada y perfectamente visible. Las causas de su aparición pueden ser variadas, desde quemaduras o eccemas hasta infecciones o deshidratación.
¿Cómo cuidar unos pies descamados?
Actualmente existen en el mercado diferentes productos para tratar cualquier desorden podal, incluyendo las descamaciones descontroladas. Mantener una buena hidratación interna y externa es fundamental, es decir, beber agua, pero también hidratar correctamente la piel con una crema adecuada para los pies despellejados.
Además, ayuda el uso de calcetines fabricados con materiales transpirables como el algodón o la fibra natural. La finalidad es que el pie respire, al tiempo que le evitamos un exceso de humedad. Aunque, la descamación puede tratarse de un problema temporal, siempre es recomendable tomar precauciones para evitar que vaya a más.