Hace poco encontré un diario que comencé a escribir en mi adolescencia.
Me sorprendió muchísimo, porque apenas recordaba aquella libreta rosa con florecitas de purpurina plateada (es bonita, lo prometo), ni recordaba haber escrito tantos momentos de forma tan detallada.
La historia comenzaba bien, relataba de forma más o menos objetiva lugares que visitaba, gente que conocía… Pasadas varias páginas me asaltó: “Tengo que empezar a correr o ponerme a dieta, que asco me doy”.
Que.asco.me.doy.
Nunca he sido una persona delgada. Me perdían los hidratos y no hacía deporte. Me sentía fatal por alejarme cada vez más del ideal de perfección que yo me había creado en mi cabeza. Sin contar con el machaque psicológico: “Soy un desastre”, “si es que no hago nada bien”.
Sí, eso se decía a sí misma aquella persona que hoy en día es una desconocida para mi.
Y es que el anuncio de una conocida marca de cosmética, en la que pide varias mujeres que plasmen en una libreta los pensamientos diarios acerca de su físico, es un reflejo bastante fiel de la realidad (por algo son expertos en marketing).
Crueldad gratuita
Me enorgullezco de vivir rodeada de mujeres fuertes, competentes, y muchas de ellas, además, atractivas físicamente .
Y aún así, en ocasiones les escucho relatar los horribles e imperdonables defectos de su físico, que por más que las miro yo no consigo ver:
Estoy horrible, fíjate qué mala cara tengo hoy. Siempre tengo unas ojeras….
Tengo los dientes de este lado torcidos. ¿Qué no lo ves? ¡Si se ve a leguas!
Estoy gorda… sí, sí, fíjate en este
Tengo la piel horrorosa.
No tengo nada de pecho, estoy por operarme.
Mi pelo
Odio mis piernas…
Odio mis piernas…. ¿cómo puedes llegar a odiar tu cuerpo? ¿Cómo puedes odiar la parte de ti sobre la que te sostienes? Tus piernas… que permiten correr, saltar, que te ayudan a levantarte cada vez que te caes.
Puede que quieras mejorar su aspecto, puede que no se ajusten al ideal que tienes en tu cabeza sobre como deberían ser tus piernas, es decir, que no son tan largas como las de una modelo de metro ochenta, cuando tú mides metro sesenta, pero,¿qué han hecho tus pobres piernas para que las odies?
Sin comentarios…
Si te repites una y otra vez esas frases a ti misma, todas estas afirmaciones acaban haciendo mella en tu autoestima, y crean una imagen distorsionada sobre como eres física y emocionalmente. Hasta tal punto que casi te cuesta mirarte al espejo y/o aceptar un cumplido, que rechazas con un “no, es que tú me miras con buenos ojos”.
En serio, si una amiga o amigo me contase que su pareja le dice las cosas que nosotros nos decimos tan alegremente a nosotros mismos, le pediría que dejase esa relación inmediatamente, por maltrato psicológico.
Dieta paleo, deporte y autoimagen
Por si lo dudabas, la crueldad hacía tu propia imagen aumenta la ansiedad cada vez que decides a mejorar tus hábitos de vida, comer mejor y hacer deporte.
Tu cuerpo y tu mente están intrínsecamente conectados. Tu cuerpo no es un objeto ajeno a ti.
Y por este motivo la diera paleo no trata únicamente de alimentos, si no también de emociones:
comer de forma más saludable, mejorará tu estado de ánimo, hará que tengas más energía y te sentirás mejor contigo misma,…
pero para lograr una relación saludable con la comida, es fundamental tener una relación sana contigo misma.
Y también trata de movimiento. Entrenar también hará que te sientas mejor (no olvides incluir entrenamiento de fuerza):
cuando segregas endorfinas/serotonina te quieres más y
un cuerpo fuerte hará que pises con más seguridad en el mundo, porque evolutivamente, nos prepara para lo que estamos diseñados los humanos,para luchar o huir ante un peligro… para la sobrevivir.
Pero para ponerte las mallas y atreverte a salir a correr o a pisar un box, hay que sacudirse muchos complejos de encima, muchos no puedo, y aprender a valorar tu cuerpo.
Así que no lo dejes más y comienza hoy mismo a dar gracias a tu cuerpo, de forma objetiva, sin juzgarte:
a tus pies y a tus piernas por acompañarte en el movimiento,
a tus manos por permitirte coger cosas, por permitirte tocar a tus seres queridos,
a tus ojos por permitirte ver las cosas bonitas que te rodean,
a tu piel, por protegerte de la intemperie, por permitirte sentir.
…
Y se feliz.
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