Cuántas veces durante el día nos sentamos, levantamos, agachamos, repetimos movimientos sin prestar atención y a menudo los realizamos de manera poco funcional, cuyo resultado lleva, con el tiempo, a tener contracturas musculares y dolores articular.
Acostumbrarnos a sentir el cuerpo y reconocer cómo lo utilizamos para llevar a cabo las acciones de nuestra vida diaria es el primer paso que se logra mediante la práctica del Método Feldenkrais®. El segundo paso será aprender a través de la exploración de movimientos, a veces inusuales, nuevas formas de llevar a cabo las acciones mencionadas anteriormente.
Esto sucede al aprender a diferenciar las partes individuales del cuerpo involucradas en el desempeño de una función motora y luego reuniéndolas, activándolas en la ejecución del movimiento. La colaboración de todo el cuerpo en la acción produce coordinación, reorganiza la musculatura reduce el esfuerzo mejorando el resultado. Dejando sensaciones de ligereza y bienestar.
Un ejemplo práctico: si tienes que estirar el brazo para coger un libro que está en un estante en la parte más alta de una estantería, ¿qué haces? ¿extiendes el brazo? ¿te pones de puntillas? ¿dónde miras? A menudo estiramos los brazos rápidamente mientras las otras partes de nuestro cuerpo se quedan quietas. Aprender a estirar el brazo usando las costillas, la pelvis, las piernas, usando el empuje del pie nos permitirá coger el libro tranquilamente sin esfuerzo y sin escalera.
La exploración de las secuencias de movimientos realizadas durante las lecciones de Feldenkrais permite que el cuerpo sea utilizado a partir de la organización del esqueleto y su repetición hace que el sistema nervioso aprenda nuevas formas de realizar las funciones motoras mencionadas, desarrollando así nuevas conexiones cerebrales, que se agregarán a las que ya teníamos, permitiendo que el sistema nervioso pueda elegir la más eficaz, suplantando viejos hábitos motores ineficientes.
Moshé Feldenkrais dijo: Si sabes lo que haces, puedes hacer lo que quieras.
Si sabes cómo escuchar tu cuerpo, puedes notar, antes de hacer un movimiento, que es lo que podría ser dañino y tener las herramientas para moverte de la mejor manera en la vida cotidiana.
Al aprender a aprender nuevas habilidades con una actitud curiosa y sin juicios, mejoras la autoestima, desarrollas la creatividad, expandes las habilidades y aprendes a sentirte cómodo contigo mismo mientras respetas tu cuerpo.
El resultado se produce cuando hay una buena organización y colaboración entre las partes. La neurociencia ha demostrado que nuestros cerebros siempre pueden aprender, depende de nosotros elegir.