Bonita y lapidaria frase, expresada con toda seguridad por alguien que no ha fumado en su vida, y nunca ha intentado dejar de fumar.
Porque dejar de fumar es difícil, muy difícil. Pero no imposible.
Por supuesto, ello dependerá de la intensidad de la adicción. Hay estudios que demuestran que la adicción a la nicotina es más grave que la adicción al alcohol y al menos tan fuerte como la adicción a los narcóticos.
La nicotina es el componente psicoactivo del tabaco, la que causa la dependencia y la que provoca los cambios observables en el estado de ánimo, como la reducción del estrés o cambios en la conducta, que abarcan desde un aumento de la concentración y la memoria hasta la reducción de la ansiedad o la supresión del apetito.
Para que una sustancia sea considerada como droga adictiva debe cumplir determinados criterios, y la nicotina los cumple todos:
-Consumo más prolongado en el tiempo o en mayor cantidad de lo previsto inicialmente. Lo de “me fumo un cigarrito hoy que estoy de fiesta y ya mañana no fumo más”. Todos hemos caído alguna vez en esta trampa. Al día siguiente ya estamos comprando tabaco.
-Deseo de abandonar el consumo e intento de ello en varias ocasiones sin éxito.
-Dedicación de mucho tiempo a diario en el consumo de dicha sustancia. No solamente ocupamos el tiempo en fumar, sino que gran parte de él lo empleamos en pensar si tenemos suficiente tabaco, en cuándo podremos tener un descanso para salir a fumar….
-A pesar de saber que nos perjudica, seguimos consumiendo. Ni fotos de pulmones cancerosos nos apartan de nuestro vicio: se compra una pitillera que oculte las fotos y punto.
-Síndrome de abstinencia cuando se abandona el consumo: el “mono” de toda la vida.
Todo ello nos lleva a calificar la nicotina como una droga psicoactiva, que genera dependencia, con conductas y alteraciones físicas específicas y que hace que el fumador busque y use tabaco de forma compulsiva, a sabiendas que está perjudicando su salud.
Después de toda esta literatura, ¿qué podemos hacer si queremos dejar de fumar de una vez por todas? Y digo “de una vez por todas” porque la mayoría de los fumadores hemos hecho (me incluyo) varios intentos de dejar de fumar antes de abandonar el hábito definitivamente. Eso es así. Así que si eres uno de los que con mucho esfuerzo ha estado unos días o unos meses sin fumar y luego ha vuelto a las andadas, no desesperes, no eres el único y lo vas a conseguir.
Para empezar hemos de saber que en la adicción al tabaco no solamente existe la dependencia física (debida, como hemos visto, a la nicotina), sino que también existen la dependencia social y la dependencia gestual. Esto es, fumamos porque salimos de fiesta, o al tomar café, o en las comidas familiares… y fumamos porque hablamos por teléfono, o escribimos, o estudiamos, o trabajamos….
Así que además de luchar contra la dependencia física de la nicotina, la que nos produce el “mono”, tampoco debemos dejar de lado estas otras dependencias, porque el controlarlas adecuadamente nos ayudará a dejar de fumar.
Os pondré un ejemplo: hemos conseguido a base de mucho esfuerzo estar una semana sin fumar, hemos pasado el estrés, los nervios por un cigarro, las ganas de estrangular al jefe o al vecino y llegamos más tranquilos al fin de semana. Entonces, nos vamos de copas y, como es habitual, nos echamos mano al bolso para sacar nuestro cigarro. Quizá después de una semana sin fumar nuestro “mono” esté controlado, es decir, ya no es tanto la nicotina la que nos impele a fumar, puesto que estamos ya desintoxicándonos de ella después de varios días sin fumar, sino que es la dependencia social y gestual la que va a hacer que queramos encender un cigarro.
Por tanto, si realmente queremos dejar de fumar, tendremos que atacar desde todos los frentes: dependencia física, social y gestual.
-Dependencia física. Podemos plantearnos dejar de fumar de dos formas: bruscamente o gradualmente. Si optamos por esta última forma, nuestro médico nos podrá recetar varios tipos de pastillas (todos habréis oído hablar de ellas: Zyntabac, Champix…), que empezaremos a tomar mientras seguimos fumando y que harán que poco a poco sintamos menos ganas de fumar, bien disminuyendo la ansiedad o bien porque compiten con los receptores de la nicotina.
Así, poco a poco, iremos disminuyendo el número de cigarrillos hasta que conseguimos dejarlo por completo.
Hay que tener en cuenta que para iniciar un tratamiento con estos productos, siempre hay que consultar con nuestro médico, ya que están contraindicados en algunas patologías.
Si por el contrario, queremos dejar de fumar de un día para otro, lo que más nos interesa es la terapia sustitutiva con nicotina (TSN). Ya hemos visto que de todos los componentes del tabaco, es la nicotina la que produce la dependencia física, así que si suministramos al organismo esa nicotina por otras vías que no sean el cigarro, evitaremos el temido “mono”.
Evidentemente, una vez instaurada la TSN, hay que ir disminuyendo progresivamente la cantidad de nicotina hasta retirarla. Para ello podemos recurrir a los parches transdérmicos, chicles, caramelos o sprays de nicotina.
Para casos de grandes fumadores (más de 15 ó 20 cigarros al día) yo recomiendo los parches puesto que habría que consumir muchos chicles, caramelos o spray con el consiguiente riesgo de irritación de la mucosa oral así como dolor de mandíbula al masticar el chicle (es más duro que un chicle normal).
Así, empezaríamos por los parches que contienen más nicotina para ir disminuyendo cada mes, siendo el tratamiento total de 3 meses.
Si en momentos puntuales, a pesar de llevar el parche, se siente la necesidad de fumar, es cuando se debe echar mano de algún chicle o caramelo de nicotina.
Si fumamos pocos cigarros al día no es necesario usar parche, sería suficiente con el spray de nicotina, el chicle o el caramelo cada vez que quisiéramos sustituir un cigarro, pero eso sí, deberíamos ir disminuyendo progresivamente su uso hasta que no necesitásemos usarlos.
Ya tenemos solucionada la dependencia física, pero ¿y ahora?
-Dependencia social. Llevamos nuestro parche y nuestros chicles para emergencias en el bolsillo, pero vamos de Comunión (que para eso estamos en la época) y no podemos evitar estar rodeados de fumadores, ¿qué hacemos?
En la medida de lo posible, debemos evitar, sobre todo en las primeras semanas de deshabituación, las situaciones en las que sepamos que vamos a estar tentados de fumar. Así que mejor si nos quedamos en casita viendo una peli, puesto que ya se sabe que quien evita la tentación evita el peligro…
Pero claro, es que es la boda de mi prima Puri la del pueblo, que llevo 20 años sin verla y que si no voy, la tía Gertru me mata. Pues en esos casos es muy recomendable avisar a nuestro entorno de que estamos intentando dejar de fumar. La mayoría de la gente se sentirá responsable y procurarán evitarnos las tentaciones y se alejarán cuando vayan a fumar, y si intentamos sobornarlos para que nos den den un cigarro seguro que nos convencen de lo contrario. El apoyo de amigos y familiares a la hora de dejar de fumar es importantísimo, así que no hay que dudar en pedirles ayuda y solicitar su apoyo.
-Dependencia gestual. ¿Quién no se ha encendido un cigarro cuando llama por teléfono o cuando está estudiando, o haciendo cualquier cosa que implique tener una mano libre para sujetarlo?
Con toda seguridad, los primeros días al dejar de fumar pensaremos que nos falta algo mientras con una mano sujetamos el teléfono o le damos la vuelta a los filetes o al doblar la ropa de la secadora (mea culpa, lo confieso).
Esa dependencia gestual podemos perderla si buscamos una forma de sustituir ese cigarro; puede hacerse con las famosas pipas de mentol, un lápiz, buscar algo que hacer con las manos, como una labor de costura, colorear un libro….
Hay que buscar una actividad que nos satisfaga y que nos haga olvidar los cigarros. Pensad que esas ansias no duran eternamente, normalmente en 5 ó 10 minutos olvidaremos que queríamos fumar.
Como véis, no resulta nada fácil dejar de fumar, pero nada es imposible, solo hace falta tener ganas de hacerlo y la voluntad de mantenernos en el empeño.
Una vez lo hayáis conseguido, no caigáis en la trampa de decir: “solo uno, solo hoy”, porque una recaída así podría volver a hacer que fumáseis de nuevo. Pensad que sois exfumadores y eso significa que seguís siendo fumadores en potencia y que hay que estar siempre alerta para no volver a caer.
¡Y lo bien que se nos va a poner la piel! Sabéis que con el tabaco la piel deja de oxigenarse y se vuelve opaca y mate. Ahora que vais a dejar de fumar es momento de prestar más atención a nuestro cuerpo, a mimarlo (un buen truco para apoyar nuestra decisión de dejar de fumar es ir echando en una hucha el dinero que invertíamos en tabaco y destinarlo a darnos un capricho).
Nos vendrá muy bien una exfoliación completa de la piel para eliminar esa capa de células muertas que la cubre y dejar que respire, y por supuesto, hidratarla y nutrirla en profundidad. En unos días notaremos el cambio: dejar el tabaco no solamente hará que nuestros pulmones y el organismo en general recupere su salud y disminuyamos el riesgo de graves enfermedades, que es de lo que se trata, sino que nuestro bolsillo y nuestra autoestima lo agradecerán.
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