Lo primero de todo, distinguiremos, gracias a Laboratorios Calderón, las diferentes reacciones adversas que nuestro cuerpo puede producir a los alimentos. Encontramos dos grandes grupos donde diferenciamos entre las tóxicas, que son las que resultan perjudiciales a todo el mundo, y las no tóxicas, cuando únicamente afectan a una sección de la población.
Dentro del segundo grupo diferenciamos entre la intolerancia alimenticia, incapacidad del metabolismo para asimilar ciertos componentes de algún alimento o grupo de ellos,
y la reacción de hipersensibilidad, reacción descontrolada de las defensas del organismo frente a las proteínas contenidas en los alimentos.
A su vez, la segunda clase se divide entre alergia alimentaria, que se produce cuando un ingrediente o componente de la comida nos produce una reacción atópica y, la sensibilidad alimentaria, respuesta inmunológica de nuestro organismo ante ciertos alimentos.
Por lo tanto, no debemos confundir estos conceptos. Para que os queden claros, os ponemos el siguiente ejemplo con el gluten. No es lo mismo una persona sensible, intolerante o alérgica. En primer lugar, la intolerancia al gluten es respuesta del aparato digestivo a esta sustancia mediante la inmovilidad del vello del intestino delgado. Por su parte, la alergia al gluten es una respuesta inmune de nuestro cuerpo, que produce anticuerpos ante esta sustancia porque la considera perjudicial para la salud, sin necesidad de que el gluten llegue al intestino. Por último, la sensibilidad al gluten es una patología difícil de diagnosticar, ya que no tiene que ver con el sistema digestivo. Normalmente se relaciona con dolores, fatiga o cambios bruscos de comportamiento.
Pero ¿cómo saber si padeces sensibilidad? Bien, Europes nos cuenta cómo se manifiesta. Para ello, debemos atender a los siguientes niveles:
- Nivel de articulaciones: rigidez y dolor.
- Nivel dermatológico: eccemas, urticaria, dermatitis, acné.
- Nivel respiratorio: rinitis, tos, bronquitis, asma.
- Nivel digestivo: sensación de hinchazón, digestiones pesadas, estreñimiento, diarreas, llagas en la boca, acidez o colon irritable.
- Nivel general: fibromialgia, cansancio, depresión, hiperactividad, ansiedad, jaquecas y retención de líquidos.
Si sientes que puedes sufrir alguna de las patologías anteriores, no dudes en acudir a tu médico de cabecera.
Desde clínicas Mato Ansorema nos explican que lo mejor es que os realicen un test de sensibilidad alimentaria. Esto consiste en un análisis de sangre que detecta los anticuerpos IgG contra una serie de alimentos. Su función es ver qué alimentos sientan mal al organismo y así, poder evitarlos. En él, se estudian entre 1 y 220 alimentos habituales en nuestra dieta como son: los lácteos, las frutas, las verduras y las carnes. El número que se estudia depende de la persona y la clínica a la que acuda. A parte del análisis, también se pueden hacer a través de otros métodos como las biopsias, en departamentos especializados en nutrición y dietética.
No dejes de lado este tema, lo mismo padeces sensibilidad alimentaria y un análisis es la solución a tus problemas.