A diferencia de otras chicas que habían dejado de jugar con las muñecas y empezaban a tener su primera menstruación, curiosidad por el sexo opuesto y por el sexo en sí, yo, a los 12 años sufría y me preguntaba quién era yo. Prefería pasar un fin de semana con mi papá a encontrarme con alguna de mis compañeras que se consideraban mis amigas. Recuerdo que una de ellas insistía incansablemente para verme. Pero yo me sentía deprimida, incómoda, no sabía cómo ser, tenía miedo de caerle mal, en definitiva, tenía ese miedo que cargué por muchos años de que me dejaran de querer, un miedo que creció al punto de convertirse en el "miedo a tener miedo", ya que no siendo un buen consejero, ese miedo, podía llevarme a cumplir aquella "autoprofecía" no deseada.
Siendo, que a los 18 estaba tan deprimida, empecé a hacer algunas actividades para "distraerme". Finalmente, me reencontré con ese primer novio, pero él no quiso volver. Ésto me llevó a que un día le dijese a mi mamá "o me muero o me voy de Argentina". Así fue como buscamos una buena opción, que no fuera ni una pérdida de tiempo ni de dinero, y me fui a estudiar unglés a los Estados Unidos.Pasé un mes pensando obsesivamente, incansablemente en este primer novio del cual ni siquiera había estado enamorada. Sin embargo, con él sentí algo que nunca había sentido antes (fuera del círculo familiar): tenía a alguien que me amaba, me escuchaba y comprendía, me sentía conectada (cosa poco frecuente durante toda mi vida), sentía que yo era lo más importante (y esto era lo más importante para mí: sentirme única, irremplazable, la más importante, la más querida, la más bella).Luego de este mes, me distraje con los estudios, con un nuevo mundo, con un nuevo idioma y con otros chicos, pocos, que conocí.No obstante, al regresar, volví a sentir una gran angustia, soledad y desesperación. Volví a buscarlo, pero el ya estaba en otra etapa.Este amor que comenzó primero en una hermosa amistad, se tornó, siendo novios, en peleas por celos posesivos, discusiones, reconciliaciones, algo un tanto enfermizo.
Pasé unos meses intentando encontrar otra persona hasta que hallé a mi segundo amor, con el que compartí dos años y medio. Si bien, tampoco estaba enamorada y los celos posesivos y las escenas continuaban, de alguna manera me gustaba, al menos un poco más que mi amor anterior. La relación se agotó y decidí dejarlo, pero luego de dos meses de no conocer a nadie interesante, volví a buscarlo sin éxito. Él había conocido a otra persona por internet (no personalmente) y ya estaba enganchado con ella. Volví a sentir una gran desesperación, una gran obsesión (no había segundo que no pensara en él), un gran sin sentido de la vida y de cualquier actividad que me propusieran porque "no iba a volver a encontrar a nadie que me aguantara todo lo que él se había bancado, nadie me iba a gustar como él, nadie iba a compartir los gustos que compartíamos -cosa súper importante para mí, etc."
Si bien a los 13 años entré por primera vez al consultorio de una psicóloga con la que estuve hasta los 16 y luego realicé otras terapias con psicólogos con diferentes orientaciones y homeopatía. Según mi madre (y no se equivocaba) mi estado requirió una psiquiatra. Esta psiquiatra, comenzó a medicarme con antidepresivos y como yo tenía dificultades para dormir, empezó a hacer diferentes cócteles, que además de dejarme ***, no producían los resultados deseados.
Por otro lado, yo cargaba con una inmensa culpa que no podía quuitarme de encima (el hecho de haber tratado mal a mi ex). Culpa que sentí, de diferentes formas, en cada ruptura. por "no haber hecho esto o aquello" o por haberlo hecho.
A los siete meses de esta ruptura, conocí a mi tercer novio y fue en este momento, a los 21 años que me enamoré por primera vez. Sin embargo, el objeto de mi amor era Dr. Jekill y Mr. Hide y aquello que duramente aprendí (o creí haber aprendido) de mi relación anterior, que tenía que ver con no querer volver a tratar mal a mi pareja, con dejar de ser tan intolerante, si bien pude aplicarlo durante gran parte de esta relación fue lo que recibñi del otro lado: yo estaba enamorada de esa persona sumamente inteligente, con la cual copartía muchos de mis gustos, a quien consideraba "el chico más lindo", pero no, de una parte muy oscura que salía con frecuencia y me atormentaba. Esta doble personalidad hacía que muchas veces quisiera huir, pero luego oía el perdón, sus disculpas y volvía a enamorarme. El tormento duró 3 años con una ruptura en el medio por parte de él.Finalmente hubo un acuerdo tácito y mutuo de que todo había terminado.
Sin embargo, la desesperación y el terrible dolor, el sentimiento de no querer vivir, el pensamiento esta vez, de que era casi imposible volver a enamorarme me atormentaban. Retomé con otra psiquiatra (en medio de la primera ruptura con él me dediqué también a indagar en la meditación, sin muchos resultados) que volvió a medicarme y que, por motivos personales (se iba de vacaciones) me derivó con otra psiquiatra. Ésta última fue la primera terapeuta que yo sentí que me comprendía. No obstante, su comprensión, no aquietó todos esos sentimientos (esta vez se incluía el serntirme fea y la obsesión por los cuerpos perfectos, porque siendo perfecta por dentro y por fuera, era la única manera de que no me dejaran... Si no, siempre iba a existir la posibilidad de que mi pareja se fuera con otra más linda, "¿Por qué me elegiría a mí habiendo otras más lindas?" me pregunté durante gran parte de la relación).
Pasé cinco meses tormentosos hasta que conocí a un chico (ese día sentía que podía llegar a conocer a alguien) en la primera peña a la que fui en mi vida y me llamó la atención, estando a 20 metros, sin siquiera poder ver bien su rostro. Después de un rato, pasé por al lado de él, comprobé que era lindo, me saludó, lo saludé, volví a sentarme. Resultó ser músico, puesto que subió al escenario para tocar. Yo le clavé una mirada que no pudo sostener. Rio mirando el piso. Cuando terminó de tocar, se acercó a mi mesa y se presentó. Me invitó a salir con él y sus amigos a fumar. Dentro de mi lista de "busco a un hombre que y que no" estaba el "nunca estaría con alguien que fume". Extrañamente, dejé pasar este detalle. No quiere decir que no haya prestado atención, significa que, aún así seguí pensando en darle o darme la oportunidad de conocernos.
Aunque había conocido a otra persona, tardé 4 meses más en realmente dejar de pensar en ese Dr. Jeckil y Mr. Hide.
La primera salida con este cuarto amor, teniendo ya 25 años fue increíble. Hicimos un montón de cosas que me encantaron, sentí que todo fluía. Dentro de mi lista de los "no estaré con un hombre que..." se encontraba, también, una cuestión intelectual y del habla. Gracias a mi educación y al énfasis en el modo correcto de hablar (no a través de la insitencia, si no del terror y de pensamientos como "la gente que no lee es estúpida" "o quien no habla correctamente, no piensa correctamente" y otros pensamientos por parte de mi progenitor que no sólo fueron marcantes sino que llegaron a formar parte de mi persona y de mi forma de pensar, convirtiéndome en otro ser soberbio e intolerante), tenía dentro de mi lista un "el hombre que esté conmigo no podrá hablar incorrectamente, tendrá que ser culto y poseer un alto grado de inteligencia intelectual, además, de emocional.
Este chico que fumaba, tampoco tenía un modo impecable de hablar, y mucho menos, de escribir. De cualquier forma, este aspecto tampoco fue suficiente para que me echase atrás y me di cuenta, que este ser, era portador, de otro tipo de inteligencia que no era igual a la mía. Me enamoré como nunca. Era la primera vez que estaba con alguien y no lo criticaba internamente. Sentía una profunda admiración por un montón de cosas que hacía él. Incluso, llegó a sorprenderme de una forma que nunca antes me había sorprendido con regalos, invitaciones (y no era la primera vez que recibía regalos). Nunca voy a olvidar, que para mi cumpleaños me regaló unos zapatos (quién es mujer sabe lo difícil que es elegir zapatos y que sean, además de lindos, cómodos) que no sólo me gustaron sino que calzaban perfecto sin lastimarme.
Mi amor fue creciendo y aunque durante varios meses a él le costaba expresarme el suyo, me pasó lo que me ocurrió durante gran parte de mi vida y apelé a confiar en lo único que confiaba: en mi percepción e intuición,
No siendo una persona religiosa, muchas veces se hace difícil salir de momentos difíciles. Nunca creí en Dios, ni en ningún poder... Lo único que siempre tuve fue un cierto grado de confianza en mi percepción de las cosas.
Después de varios meses de estar juntos, hice un viaje junto con otra gente. Nos extrañamos tanto, que nuestro amor creció, pero al volver del viaje, empecé a sentirme algo deprimida. Y esta sensación creció hasta transformarse en un "no quiero seguir viviendo". Hasta ese momento, siempre que estaba triste o desesperada había recurrido a mis novios, en quienes "vomitaba" todos mis pesares, decepciones, angustias, miedos, etc. Sin embargo, un día de esos bien oscuros, cuando estaba a punto de llamarlo, me di cuenta que él no iba a poder hacer nada y que lo único que iba a lograr era abrumarlo y de alguna manera, alejarlo (tal vez dejara de amarme). Esto no quiere decir que no le expresara mi terrible angustia, pero sí empecé a buscar, nuevamente, ayuda. Encotré otra psicóloga que además intentaba ayudarme con ´técnicas de meditación, respiración... Al mes de comenzar esta terapia, quien yo consideraba el amor de mi vida (siendo que él mismo expresaba que se casaría conmigo y era la primera vez que yo veía en un hombre al padre de mis hijos) me dejó y casi sin explicaciones, puesto que "no quiería que lo hiciera entrar en razón". Nos encontramos en un bar. Él estaba temblando y me dijo que no quería estar más conmigo. Intenté no desesperarme y quise indagar más, le hice algunas preguntas, respondió muy poco y se fue. Me quedé sentada, frente a un té que había pedido, viendo como mi príncipe azul se iba. Al mes y medio de haber cortado, intenté contactarme con él nuevamente mediante una carta de la que nunca tuve respuesta. Luego, a los 2 meses, decidí llamarlo. Me trató terriblemente mal, con un sinismo propio de Dr. Jeckill y Mr. Hide que nunca hubiese imaginado en él. No lo podía creer. Negó haberme amado y con eso murió mi confianza en todo, en las coincidencias, en que de alguna manera las cosas por algo ocurrían, en mi percepción e intuición. En fin, en cualquier cosa de la que antes me hubiese aferrado, en lo que otrora me diera una mínima esperanza incluso cuando parecía todo perdido.
Pasé 2 años y medio sin conocer a nadie que valiera la pena, intentando seguir con mi vida, aunque nada de lo que hacía me llenaba. A los 26 empecé a trabajar (esta relación durño exactamente un año) ya que gran parte de mi malestar se debía al hecho de sentir que no hacía nada productivo. Lo hacía angustiada. Después de un tiempo empecé a conocer a otros chicos, pero sin esperar nada. Nada podía reemplazar a mi único príncipe azul ni devolverme la confianza. Recibí muchos "no", algo a lo que no estaba acostumbrada, ya que no sólo soy una buena persona e inteligente si no que aprendí que a los hombres les resulto muy atractiva (digo: "aprendí", porque tuve muchos complejos durante muchos años) y no sólo atractiva, si no, muchas veces, hermosa.
Habiendo pasado poco más de dos años y medio conocí en mi propia casa (gracias a que alquilo un cuarto porque decidí no vivir sola, no me gusta) a un chico de otro país que hacía 5 años estudiaba en Argentina. En este momento, luego de la falta de esperanza, de los tantos no y del agotamiento emocional, había decidido que no quería tener novio. Que mi deseo era estar bien, poder encontrar mi camino y construirme como persona, me preguntaba por qué las personas necesitan una pareja y otras cosas por el estilo. Sentía que no quería volver a sentirme dependiente, que no quería volver a sufrir, ni sentir el mismo sentimiento de abandono y desesperación que ya había sentido muchas veces antes.
A los cuatro días de convivir nos besamos, luego estuvimos juntos y si bien para mí resultó ser una experiencia muy linda y placentera (no sólo por el sexo, sino por el hecho de compartir, verdaderamente sentir que estaba compartiendo) algo le pasó a él que a mí no. Sintió algo inexplicable, y siendo que nunca había sido celoso ni posesivo empezó a eperimentar a la semana de conocerme, sentimientos que tanto él como yo no comprendíamos y frente a los cuales yo quería mantenerme lejos.Esta quinto amor, además de ser buena persona, hizo cosas que nunca antes habían hecho por mí. Él ya sabía que no me gustaba cocinar, por lo cual me esperaba todas las noches con la comida preparada. Siempre me respondía bien, se sumaba a todas mis salidas, me hablaba de amor. Pero yo sentía casi una alegia a la palabra "compromiso", "novios", por algún motivo no quería saber nada y él quería ese compromiso que me atemorizaba desde el comienzo. Todo fue complicado y el hecho de vivir juntos no simplificó las cosas. Este chico tenía varias cosas de mi lista de "no estaría con una persona que", sin embargo, esta vez, sí tenían peso. Pero al mismo tiempo, yo no podía entender, por qué tenían peso, siendo que lo veía como una gran persona que, además me atraía muchísimo físicamente, de quien nunca habría dudado sobre su fidelidad (una cuestión a la que siempre temí). En síntesis, no entendía por qué no estaba enamorada, me ponía intolerante, lo hacía sentir inferior, me disculpaba y aún así no podía evitar seguir haciendo cosas que nos lastimaban a los dos. De su parte sufrí algunas desilusiones: me mintió en algunas cosas y hubo ciertas situaciones que no fueron "bien" manejadas por él. Durante esta relación me consumían el estres, la angustia, el sentir un "si-no quiero estar con él" constate. Pensamos en separarnos algunas veces y yo siempre sentia pedirle otra oportunidad, no sé si por el hecho de que realmente esta persona para mí valía la pena o también por el terror de volver a pasar por una situación de desesperación, abandono, ganas de morir...
En un viaje a su país que iba a durar 3 semanas, decidió que no quería estar más conmigo y tuve que regresar hecha pedazos, sintiendo todas esas cosas que describí antes en mis otras relaciones, junto con una gran culpa y un sentimiento de "por algo será que no podés conservar una relación y otros sí". Culpa, culpa, culpa. "¿Por qué lo tataste así? ¿Por qué reaccionaste así frente a esta situación? ¿Por qué siempre te quejás por todo? ¿Por qué depoditás toda tu *** en el otro? ¿No te das cuenta que lográs, así, lo que temés, así cumplís tu profecía tan temida? ¿Por qué el autoboicot? ¿Por qué esa cuestión de probar los límites del amor del otro?"
Al volver, me escribió un mail que no supe como responder por lo cual me tomé dos días. Decidí que si algo no iba a volver a hacer era expresarle mi malestar. Se sorprendió por mi respuesta y volvió a escribirme en un tono muy cariñoso y luego me buscó para chatear. En el chat preguntó cómo estaba y le retruqué la pregunta. Me habló un poco de él y volvió al "cómo estás", a lo cual creo haber respondido inteligentemente "la verdad no importa, lo supiste durante 5 meses". De nada hubiese servido que el supiera que me sentía destruida, que no quería seguir viviendo sin él, etc. Me contó que regresaría un poco más tarde de lo planeado (nada terrible, igual, dado que ese "más tarde" eran sólo un par de semanas). Volvió a buscarme en el chat y estuvimos hablando de algunas cosas, yo siempre cuidanto mucho el hecho de no ser negativa, no quejarme y no expresarle como me sentía hasta que me dijo que iba a quedarse en su país 4 meses más. Fue tal la desesperación que decidí decirle lo que sentía por él, cuando nunca antes le había dicho "te amo" y "te espero lo que necesites" y "te acompaño en lo que quieras hacer de tu vida, sea viajar, estudiar afuera, etc." Me dijo que sentía que le estaba vendiendo un "paquete promocional", pero según él, me creyó. A todo esto respondió que también me amaba, pero que adentro suyo sentía un "no". Respondí, dolorosamente, que si se trataba de su parte sabia lo respetaba, pero extrañamente me dijo que ese "no" venía de una parte irracional al que él siempre hacía caso. Me empezó a decir que creía que cuando nos viéaramos íbamos a senitr mucho, pero que temía que siguiera ese no, continuó diciéndome, "vamos viendo, vamos viendo... si tiene que ser, será." Nos despedimos. No habían pasado 10 minutos cuando sentí que no iba a poder soportar su "te amo, pero no", ese doble discurso enloquecedor (agregado a que él, no se cómo, puede transformar ese "te amo" de novios rápidamente un un amor de amigos, algo incomprensible para mí... Un desapego que no entra en mi cabeza), y le escribí un "te dejo ir" seguido de otras cosas prácticas de devoluciones materiales que no comprendió. Ese te dejo ir quería decir: te voy a borrar de todos lados porque ya decidiste que no querés estar conmigo (aunque expresase el ambivalente "te amo", "vamos viendo", etc) hasta que pueda (si es que puedo) volver a hablar con vos. Y no lo entendió porque habiendo visto que lo había borrado me envió un mail diciendo que probablemente yo pensara que yo no le importaba a él, etc. Le respondí que no era eso y una serie de culpas y molestias que tenía guardadas despidiénome con el hermoso deseo de que estuviera bien.
Ahora bien, esta relación terminó hace casi un mes y hace 3 semanas (casi) que no tenemos contacto, excepto por un mensaje de mi parte (un "te extraño") no respondido. Si bien todo esto puede dar la apariencia de una fortaleza, valor y un hacerme valer, todo esto está muy lejos de lo que estuve sintiendo.Volví a sentir no sólo el "no voy a volver a conocer..." si no el "no quiero pasar años deprimida", "qué dificil es conocer a alguien que valga la pena", y diferentes expresiones de culpa y arrepentimiento que me estuvieron consumiento.
Accedí, gracias a mi mamá, y luego de haber probado entre mi cuarto y quinto novio otros psicólogos, más meditación, etc., a ir a una consulta con un psiquiatra de un centro reconocido. Me interesó el hecho de que me hicieran diversos tests y estudios para evaluar cuál es el paso a seguir más adecuado para mí. Fui con la ilusión (luego de ver un video muy interesante) de que iba a recibir una terapia de electroshock y me encontré, nuevamente con la medicación y a la espera de una respuesta (por supuesto, el electroshock estaba descartado para ellos).
Hace unos días, vi una película (amo el cine), aunque ver películas en ciertos estados de depresión no me ayuda demasiado, sobre el fundador de "alcohólicos anónimos" y hoy, esa película, me inspiró a escribir parte (apenas una parte) de mi historia ya que considero que el hecho de compartir estas cuestiones que me suceden puede llegar a serle útil tanto a otra persona como a mí. Mi idea, por el momento, es crear un grupo de personas que experimenten algunas de estas sensaciones y experiencias de frustración y de alguna manera, ayudarnos mutuamente. No sé quién llegará a leer hasta este punto, pero tal vez alguna persona lo haga. De todas maneras, pasé 2 horas y algo, escribiendo sin parar, de un tirón, sin revisar, un boceto de mí, que iré puliendo.
Bienvenidos son los comentarios, las vivencias y las ganas de compartir con esta mujer de 29 años, que todavía se pregunta qué hacer con su vida, que no sabe cuáles son sus sueños, que tiene muchas trabas (por cuestiones relacionadas con la exigencia y con el perfeccionismo: dos aspectos que, en definitiva, paralizan) para realizar aquello que cree que le gusta (cantar, hacer música... Cosas que abandonó porque no tiene disciplina y siempre está retomándolas sin éxito).
Gracias por leerme. Pueden entrar en: mesientodeprimida.blogspot.com