El poco tiempo que dedicamos a planificar y preparar una alimentación sana y equilibrada, la comida rápida y la tentadora oferta de aperitivos de todas clases llevan a reducir el consumo de frutas y verduras, entre otros productos imprescindibles. Con ello se da un aumento del colesterol, obesidad y carencia de nutrientes necesarios.
La intención de evitar estas consecuencias nocivas está provocando el auge de los llamados alimentos funcionales, aquellos que proporcionan sustancias beneficiosas para el organismo, como minerales o vitaminas, con las que han sido enriquecidos, aparte de sus propios nutrientes.
Surgieron en Japón en los años 80: con el aumento de la esperanza de vida de la población, se incrementó el gasto de la sanidad, por lo que se propusieron ayudar a la salud a través de los alimentos. Éstos sirven para prevenir diversas enfermedades, carencias vitamínicas, así como paliar problemas cardiovasculares e incluso malformaciones en el feto.
Hoy encontramos estos productos en cualquier supermercado y su consumo se extiende cada vez más en la población, que empieza a ser consciente de la relación estrecha que existe entre la dieta y la salud. "En los últimos años, se ha observado que aquellos alimentos que ofrecen un beneficio adicional para la salud han experimentado un crecimiento en torno al 15%, y se espera que pronto llegue al 30%", explica Ana Palencia, directora de nutrición de Unilever Bestfoods España. Están especialmente indicados para niños, embarazadas y personas mayores, así como aquellas que presenten estados carenciales de determinados nutrientes.
En Europa, poco regulados
Mientras que Japón, el país que creó esta nueva tendencia en la alimentación, tiene una legislación desarrollada al respecto, en Europa aún no existe una normativa clara en relación a estos productos. Sí se establece en cambio que el etiquetado especifique, junto con los componentes naturales del producto, la sustancia añadida y su proporción. Además, no podrán publicitarse alegando propiedades de prevención, tratamiento ni curación de enfermedades.
Está previsto regular la información sobre los efectos beneficiosos en el organismo. Para ello, deben existir pruebas científicas constatadas de que existe una relación entre los componentes agregados al producto y su repercusión positiva en la salud. Además, no supondrán un perjuicio para el consumidor ni le inducirán a error respecto al tipo de producto que se comercializa.
La leche, una amplia oferta
A la hora de comprar leche, lo habitual es elegir entre entera, semidesnatada y desnatada, sin embargo, existen muchas más posibilidades. En primer lugar, encontramos la enriquecida con calcio. Está recomendada para personas mayores, con los huesos más debilitados, o mujeres tras la menopausia, ya que tienen un riesgo mayor de padecer osteoporosis. Otras incorporan hierro, imprescindible para evitar anemias.
Las que poseen ácido fólico añadido serán las apropiadas para las embarazadas, ya que disminuyen la posibilidad de deformaciones en el feto. Los ácidos grasos omega 3 y el ácido oleico contribuyen a disminuir el colesterol y las enfermedades del corazón. Las vitaminas también se incorporan de forma habitual.
Asimismo, otras aportan fósforo, indispensable para las funciones musculares, y zinc, con una importancia destacada en el sistema inmunológico. Otras variedades incorporan productos como jalea real, que nos ayudará a reponer energías tras esfuerzos físicos, y aloe vera, que mejora el sistema inmunológico.
Los más pequeños también pueden disfrutar de las ventajas de los alimentos funcionales. Para ellos se elaboran leches infantiles de iniciación y continuación, con diferentes vitaminas y minerales.
El yogur y los zumos: aún más nutritivos
Al igual que la leche, también normales o desnatados, los encontramos enriquecidos con calcio y vitaminas. En los últimos tiempos, han cobrado gran relevancia los que incorporan prebióticos, organismos vivos beneficiosos para el organismo, entre los que destacan las bifidobacterias. Son el compuesto de los yogures 'bio'. A su vez, éstos se ofertan tanto naturales como con frutos secos o fibra extra, que además ayudará a mejorar el tránsito intestinal.
Otros de los yogures más apreciados son aquellos que poseen L Casei Immunitass, una bacteria láctica que se encuentra en nuestro organismo y que refuerza el sistema inmunológico.
Los tradicionales zumos de frutas no son ajenos a los intentos por mejorar las propiedades de los alimentos naturales. A esta refrescante bebida también se pueden añadir calcio, hierro o vitaminas, así como prebióticos. Muchos de los zumos enriquecidos actuales en realidad son una mezcla de zumo y leche o yogur.
Otros alimentos funcionales
Los cereales del desayuno, dentro su amplia variedad, también se adquieren con hierro, vitaminas o fibra. Nos aportarán la energía necesaria de un buen desayuno. Asimismo, el pan, derivado de los cereales, en ocasiones está acompañado de ácido fólico. Incluso la sal, a la que se añade yodo, facilita la producción de hormonas en el tiroides.
La margarina puede incorporar fitosteroles, "moléculas que abundan en los aceites vegetales de semillas, frutas y verduras e inhiben la absorción de colesterol en el organismo", afirma Ana Palencia. El promedio diario de consumo de esteroles vegetales (200 - 400 mg.) no es suficiente para producir una reducción significativa del colesterol. Para ello se necesitarían de 1,5 a 3 gr. diarios; los alimentos enriquecidos cumplirán la función de llegar a la cantidad deseada. No olvidaremos que no basta con bajar el colesterol, sino que, para evitar que no vuelva a su anterior cifra, hemos de seguir incorporando esteroles a la dieta.
En España se comercializan más de 200 productos diferentes, que serán un complemento de los hábitos de vida saludables, que comprenden tanto una dieta sana y equilibrada como el ejercicio físico.
No hemos de olvidar en ningún momento que el aporte extra de nutrientes de estos alimentos no es el sustituto de los naturales y, por supuesto, el que puedan ayudar a prevenir determinadas carencias o colaboren a mantener la buena salud del organismo no significa que suplan los consejos del médico. Además, determinados productos funcionales no están recomendados para todos los segmentos de población.