Pero si la naturaleza nos da productos de temporada es gracias a su sabiduría. Porque, según la estación en la que nos encontremos, nuestro organismo tiene diferentes necesidades. Además, cuando recurrimos a las frutas y verduras fuera de temporada, favorecemos unos procesos artificiales que perjudican al medio ambiente y estropean nuestra salud.
Refuerza el sistema inmunitario
Por todos es sabido que cuando estamos constipados, una naranja no nos hace ningún mal. Es más, la vitamina C que contiene contribuye a que mejoremos. Pero no es necesario esperar a enfermar para degustar esta deliciosa fruta, ya que también nos ayuda a prevenir. Lo mismo ocurre con el resto de cítricos y con algunas verduras.Pero ese no es el único beneficio de la vitamina C. También funciona como antioxidante. Por esto, ayuda a retrasar el envejecimiento celular y previene la formación de tumores. Pero ante todo, protege el sistema inmunitario, y refuerza nuestras defensas de cara a las enfermedades respiratorias tan típicas del invierno.
Esta vitamina C la encontramos en frutas y verduras. Pero en el segundo caso, tenemos que contar con que, a la hora de cocinarlas, se pierden sus propiedades. Y en las frutas, no debemos esperar mucho tiempo entre que la pelamos y nos la comemos, ya que esto hace que sus propiedades se oxiden, y aunque disfrutaremos de una deliciosa pieza de fruta, no ayudaremos a nuestro sistema inmunitario.
Calorías contra el frío
En invierno los frutos secos son uno de los grandes manjares. Además, con su aporte calórico, contribuyen a que nuestro organismo entre en calor. Unas castañas calentitas mientras damos un paseo por las calles son uno de esos placeres que sólo podemos disfrutar durante el otoño y el invierno. Igualmente, con ellas –y con el resto de los frutos secos- conseguiremos un aporte extra de antioxidantes en forma de vitamina E.Gracias a los aceites que contienen los frutos secos conseguimos una cantidad importante de calorías. Con éstas mantenemos la temperatura corporal adecuada a pesar del frío del exterior.
Sin tos y con una piel perfecta
Otro componente que tienen algunos alimentos invernales son los betacarotenos. Nuestro intestino los convierte en vitamina A, y esto regenera nuestra piel, tanto la externa como aquélla que recubre nuestras vías respiratorias. Gracias a esto, podemos evitar infecciones o, cuando ya no es posible, aliviar los síntomas del mal estado de las
mucosas. Un ejemplo de esto es la tos.
El alimento más rico en betacarotenos son las zanahorias. Para saber que un alimento es rico en este componente podemos fijarnos en el color anaranjado-rojizo. Otros productos con betacarotenos son las calabazas, los pimientos y los tomates, aunque los pimientos y tomates que encontremos durante el invierno procederán de procesos tecnológicos, ya que son verduras veraniegas.
A pesar del color rojizo camuflado por la clorofila, las espinacas, la borraja, las endibias y las acelgas también son ricas en betacarotenos. Para calmar la tos, podemos prepararnos purés de zanahoria, calabaza y otros alimentos ricos en vitamina A, ya que ésta es la única que no se pierde con la cocción. Con la borraja podemos prepararnos ensaladas, y así nos aseguraremos de que mantiene todas las propiedades por no cocinarlo.
Alimentos como el ajo, la cebolla y los puerros también contribuyen a que mejoremos cuando ya no nos libramos del catarro. Ayudan a la expulsión de flemas, y podemos tanto ingerirlos como abrirlos y respirar su aroma. Mediante este método, la cebolla es la más efectiva, mientras que si preferimos comérnoslo, el ajo es el que más mata las bacterias y mejor nos purifica.