El papel de la pareja - Parte I

Hola a todxs!

Una de las seguidoras del Blog me ha inspirado hoy con su historia a desarrollar un tema que sinceramente creo que tiene muchísima importancia cuando ya tienes a tu bebé en casa, o se estás pensando en crear una familia con tu pareja.

Como ese tema da para muchos textos, he decidido hacerlo en tres partes, así parecerá mas ameno y será más fácil asimilar tanta información (así lo espero jejeje 
:-P
 )

Ya sabéis que he empezado el Curso de Formación sobre Lactancia Materna que imparte FEDECATA y unos de los temas que hemos tocado y que profundizaremos en otras clases es el rol de la pareja.

Yo particularmente, tuve uno que otro problema con mi pareja desde la llegada del princeso Adrià a nuestras vidas…no voy a negarlo…pasamos por situaciones de muchísimo estrés y que, gracias a que hablamos mucho y que compartimos la misma filosofía de como crear a nuestro hijo, superamos los primeros meses, que en mi opinión, son los mas durillos.

Habéis pasado por lo mismo? Como habéis solucionado? Es verdad que con el segundo hijo esas situaciones son menos frecuentes o es una leyenda urbana?

Aiiiixiiii cuantas dudas aparecen verdad? Parecía fácil cuando veías a tus amigxs o familiares con sus hijxs felices por la calle, no?…bueno, poco a poco que todo se arreglará al final, de eso tengo certeza 
:-)


Sin más rollos, os dejo con un texto que nos enviaran los de FEDECATA sobre ese tema. Espero que os sea útil. En mi opinión, es un relato muy interesante y lleno de información.

Un beso a todxs y buen jueves!!!

Acompañar en la experiencia de la lactancia – Rol del padre por Javier Martos

Decidir tener hijos es una opción vital, compartida con tu pareja. Se puede vivir en pareja sin tener hijos, tener relaciones y plenitud sexual sin tener que dar el paso de tener un hijo. Ahora bien una vez decidido es una opción que cambia tu vida. Y es como todo, ganamos cosas y renunciamos a otras. Vivimos en una sociedad donde el verbo renunciar cuesta más conjugarlo, casi tabú. Pareciera que queremos tenerlos pero sin modificar nada nuestro ritmo, tenerlos y que no se note en nuestros hábitos profesionales, aficiones, etc… Y se ha de notar los cambios en las madres y también en los padres.

Madre y padre hemos de asumir la nueva situación, incorporar a nuestro hijo o hijos a casa. Y como en todo hay que acostumbrarse. Hay muchas cosas, pero por mi experiencia, hay dos que más cuesta encajar: los ritmos de alimentación y de sueño del bebe. Son los que más cuestan porque son los que menos se parecen a los nuestros. Los primeros meses son los que el bebe más necesita de la madre y esa dedicación, como padres, tenemos que garantizarla. Con el primer hijo todo es nuevo y como padres podemos favorecer la adaptación madre e hijo ofreciéndoles tiempo y tranquilidad, asumiendo, por ejemplo más tareas de la casa, favoreciendo que el bebe duerma al lado de la madre, co‐lecho. Y cuando va habiendo más de un hijo, es necesario que el padre les dedique más tiempo en los primeros meses de adaptación. Ser madre o padre es una experiencia no un título, y en nuestro caso esa experiencia la hemos ido incorporando con cada uno de nuestros hijos. No hacemos las mismas cosas con la primera, con la segunda y con el tercero.

Con el primer hijo todos somos novatos pero, tan importante es formarse, informarse, hablar con otras parejas, preguntar, etc…, como oír y hacer caso de nuestras intuiciones e instintos que llevamos dentro. Dos ejemplos: uno con el dormir y otro con la experiencia de dar pecho.

Con el dormir mi mujer se leyó el libro de Estivill, me lo transmitió y tras unos meses acompañando a nuestra hija para dormir, más concretamente se dormía cogida de mi mano, empezamos a aplicar el método sin fisuras, aunque mi instinto me planteaba mil dudas, pero no lo escuché. Después comenzamos a ver a que cuando salías de casa por vacaciones o cuando caía enferma, dejábamos de aplicar el método y vuelta a empezar. En nuestro caso, pensamos que nos habíamos equivocado, que un bebe no tiene por que dormir las mismas horas que un niño, joven y que un adulto. Un bebe come poco, pero muy frecuente y por eso tal vez el problema no era de nuestra hija sino nuestro al querer que sus ritmos se parecieran más a los nuestros: pura conveniencia y supervivencia. Nuestros ritmos de adultos son solo pautas sociales no leyes naturales, por lo tanto deberíamos poder modificarlos y adaptarlos un poco más cuando se trata de vivir una experiencia de crianza. Ya con el segundo no aplicamos el método y con el tercero llegó el co‐lecho y fue cuando mejor dormimos el padre, pero sobre todo la madre y el bebe.

El segundo ejemplo, viene a la hora de dar pecho por primera vez. Si una madre tuviera que escuchar todo lo que le dicen es para volverse loca: “El pecho no basta, hay que apoyarlo con un biberón. El bebe no coge peso. Si llora es que se ha quedado con gana, no todas valen para dar pecho…” Y si a eso le unimos la presión de incorporarse a trabajar a las 16 semanas la misión parece imposible.

Con nuestra primera hija, cuando mi mujer se incorporó a su trabajo, se sacaba leche para suplir las tomas que ella no estaba, nuestro mundo laboral no está adaptado para ello mayoritariamente y realmente fue una experiencia difícil, a los nueve meses hizo el destete. Para mi mujer fue importante el poder compartir conmigo las incomodidades del trabajo( buscar un despacho con intimidad, tener que utilizar la nevera para guardar la leche, las bromitas…) En lugar de exigir una adaptabilidad del mundo laboral a una experiencia de crianza, son los bebes y/o las madres las que introducen a la práctica los cambios para adaptarse. Con Aina, nuestra segunda hija, se pidió una reducción de jornada, la experiencia del pecho, duró más, casi unos dos años, indudablemente no exclusivo. Y con Xavier, el tercero el destete definitivo se produjo a los cuatro años. Con la experiencia de dar pecho, el soporte del padre es afectivo y racional. Y una de nuestra contribuciones es ayudar a discernir del entorno qué es ruido y que son consejos.

Como se ve, la formación y la intuición no son infalibles por si solas, hemos de procurar combinar las dos.

Maternidad y paternidad compartida si, pero con roles diferentes

Para la experiencia de dar pecho, la madre ha de tener tiempo y tranquilidad. Las tareas de la casa como el trabajo pueden afectar a esa tranquilidad y aquí el rol del padre puede contribuir bastante en apaciguar esos focos de estrés. El primero directo es la gestión de la casa. Recién tenido el bebe, el padre ha de asumir el peso de gestión de las tareas domésticas y en el caso de tener más hijos, la atención a estos ha de ser mayor, para las cuales también la experiencia de un hermano no está exenta de la necesidad de una adaptación: la mama tiene menos tiempo para ellos y el papa ha de estar más presente acompañando esa adaptación.

Las padres hemos de hacer valer más los permisos de paternidad(nada de salir huyendo al trabajo). Personalmente me tocó vivir los permisos ridículos de tres días, mal llamados de “papeleo”, como si esa fuera la única tarea del padre, que además le exige en el momento que más se le necesita el salir de casa. Como siempre las soluciones son privadas y en nuestro caso fue el de pedirme días sin sueldo para poder vivir mi recién estrenada paternidad. Por suerte se ha ampliado a 10 días, que todavía considero insuficientes. Dado que nuestro roles son diferentes, deberíamos comenzar a exigir que el tiempo de permiso del padre no fuera a costa del de la madre, sino complementario a partir del periodo exclusivo de lactancia de la madre.

Otro aspecto menos tangible y no exclusivo del padre, es el de ejercer como ciudadanos e ir demandando cada vez más el aumento de permisos de maternidad y paternidad, así como la flexibilización del mundo laboral que favorezca asumir la crianza de una manera responsable, y no en competencia con la realización profesional y personal de madres mayoritariamente, y también de padres.
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