¿Cómo sobrellavar un esguince? Podemos definir el esguince como un exceso de tensión en los ligamentos encargados de estabilizar las articulaciones que existen entre los distintos huesos del cuerpo, produciendo en los mismos su elongación o su rotura sin que las piezas óseas alteren su posición normal o se vean dañadas.
Los ligamentos son unas cuerdas fibrosas y resistentes que empiezan a trabajar cuando dos huesos realizan un movimiento entre sí que escapa a los límites normales de la articulación. Cuando esto ocurre, los ligamentos se tensan de tal manera que evitan que el hueso que se encuentra en movimiento se salga de su sitio. En ocasiones, las fuerzas que provocan el movimiento del hueso (traumatismos, caídas u otros impactos) son tan grandes que el ligamento se ve incapaz de sujetarlo y se sobreestira más de lo que sus propias fibras pueden aguantar, siendo éste el origen del esguince.
¿Por qué se produce?
La intensidad del esguince dependerá de distintos factores como la edad de la persona, pues las estructuras no tienen la misma elasticidad a todas las edades, el sexo, ya que es más frecuente en varones por la menor flexibilidad de los ligamentos, de cómo se encuentran los músculos y tendones que también protegen la articulación, de la fuerza del impacto, etc.
Si el ligamento consigue aguantar el sobreesfuerzo sin que sus fibras se rompan, pero queda dañado, se produce lo que se conoce como torcedura o esguince benigno de primer grado. Si las fibras se rompen parcialmente, pero sigue siendo un tejido funcionante se produce el esguince moderado de segundo grado y, si por el contrario, las fibras se rompen prácticamente por completo y provocan que el ligamento se vuelva inútil para su actividad se produce el de tercer grado, en los que incluso se puede asociar que desprenda parte del hueso.
En la actualidad, podemos considerar al esguince como una de las lesiones más frecuentes sobre todo en el ámbito deportivo, siendo los más comunes los de rodilla y los de tobillo. También son usuales los cervicales en los accidentes de tráfico, por lo que es importante un tratamiento óptimo y efectivo.
¿Cómo se trata un esguince?
Normalmente, cuando se sufre el esguince aparecen un conjunto de síntomas que variarán en intensidad según el grado y la gravedad del mismo. Por ello, es recomendable que se realice una exploración correcta y una valoración profesional para comenzar el tratamiento más indicado, pues un fuerte esguince de tercer grado puede requerir inmovilización completa e incluso cirugía.
En un esguince no muy complejo es normal que aparezca dolor agudo y una considerable inflamación, además, es frecuente que surja una impotencia en la articulación que lo ha sufrido. Por eso, es necesario al comienzo evitar que estos síntomas se instauren: deberemos empezar con un tratamiento de esta fase aguda consistente en un reposo relativo con el miembro elevado, hielo y antiinflamatorios.
Cuando esta fase aguda termina, empieza la verdadera recuperación del esguince donde intentaremos curar esa articulación para devolverla a su estado previo a la lesión. Para esto recurriremos a masajes circulatorios con cremas antiinflamatorias u otros masajes que disminuyan las contracturas que pueden aparecer por la tensión tras la lesión. Asimismo, son muy aconsejables los ejercicios de recuperación y las distintas medidas que engloba la fisioterapia (ultrasonidos, corrientes analgésicas, etc.).
Una vez pasada esta etapa de rehabilitación, es importante mantener una fase preventiva que evite que puedan volver a aparecer esguinces repetidos que hagan cronificar la lesión. Ésta constará de unos ejercicios de fortalecimiento de todos los músculos que influyen en la articulación, así como de otros propioceptivos que nos sirven para entrenar la articulación para los contratiempos que puede sufrir en un futuro.
Raúl Bravo Jiménez
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