Una espalda dolorida, la sensación de cansancio a pesar de haber dormido suficiente o alguna que otra molestia en la zona lumbar, son claros síntomas de un colchón en mal estado. A ello sumémosle la falta de concentración, el mal humor, la ansiedad y la fatiga general a nivel físico y mental. En otras palabras, un colchón es una inversión para nuestra salud, y por ende, debemos tener en cuenta algunos aspectos básicos de gran importancia a la hora de elegirlos. Veamos.
¿Cómo escoger el colchón perfecto?
Estética aparte, la compra de un colchón debe estar regida por ciertos aspectos técnicos como el grado de firmeza y la tecnología de fabricación. Adicionalmente, debemos jugar con otras variables como la edad y la altura. Un adolescente necesitará de un colchón rígido que favorezca el desarrollo de sus músculos, mientras una persona de edad avanzada necesitará de un colchón suave y bondadoso que no interfiera con la circulación sanguínea.
De manera general, se recomienda un colchón de 90 a 110 cm de ancho para camas individuales, y entre 135 y 150 cm de ancho para modelos dobles. En cuanto a la longitud, ésta debe superar la altura de la persona más alta en unos 10 o 15 cm. Siempre busque un colchón que apoye correctamente la columna vertebral así como la zona lumbar. A la hora de elegir, asegúrese que el cuerpo quede en una posición equilibrada, con las piernas ligeramente elevadas para contribuir a una correcta circulación sanguínea.
Sobre la tecnología de fabricación
Actualmente, existen diversas alternativas de fabricación de colchones en el mercado, desde los clásicos colchones de muelle hasta las variantes de espuma, látex y más recientemente los colchones viscoelásticos. Además, también encontramos colchones textiles con fibra o lana, colchones de agua, de aire, etc.
Colchones de muelles
Anteriormente se consideraban lo reyes absolutos, y al día de hoy podemos encontrar numerosos modelos híbridos que combinan la espuma con los muelles para brindar un mayor confort. Su principal desventaja radica en las abolladuras que aparecen con el paso del tiempo, principalmente en el centro del mueble. Esto atenta contra la correcta higiene postural del descanso, lo que además se agrava con la temperatura, puesto que los colchones de muelle retienen muy poco el calor.
Colchones de espuma
Pertenecen a esta categoría los colchones de espuma de poliuretano, los confeccionados en látex y los colchones viscoelásticos. En el caso de los modelos de espuma (también llamados colchones de gomaespuma), se componen de una pieza homogénea de material sintético enfundado, cuya densidad puede ser alta o baja, siendo esta última muy poco recomendada puesto que carecen de resistencia y tienden a abollarse con el tiempo, además de que no son capaces de regular la temperatura.
Colchones de látex
Se encuentran formados por un bloque homogéneo de goma látex, con orificios distribuidos a lo largo de la superficie para garantizar la transpiración, además de que esto los vuelve más resistentes. Si bien podemos encontrar un colchón compuesto de látex natural y sintético, se recomienda una mayor proporción de material natural. Por otra parte, es preferible elegir un colchón de látex de alta densidad, aunque su precio muchas veces hace que nos decantemos por un colchón de muelle, puesto que en materia de confortabilidad, presentan iguales características.
Colchones viscoelásticos
Se trata de un colchón compuesto por un material viscoso y elástico como su nombre nos sugiere. Al acostarnos en él y gracias a sus propiedades físicas, un colchón viscoelástico será capaz de “guardar en memoria” la posición de nuestro cuerpo, permitiendo reducir los puntos de presión y aliviando las tensiones musculares y nerviosas. Además de favorecer la circulación sanguínea, un colchón viscoelástico nos permite regular la temperatura de nuestro cuerpo y prevenir las alergias por ácaros, además de que suelen ser muy duraderos.
En cuanto a la densidad de los colchones viscoelásticos, existen tres categorías, siendo la más baja la que menor rigidez presenta. Por lo general, una densidad media de 75 kg/m3 es la más indicada, aunque esto puede variar según las necesidades de cada persona. Generalmente, estos muebles se encuentran tapizados por una sola cara con material viscoelástico, mientras que la cara inversa presenta otros materiales para facilitar la ventilación.
Muchas personas piensan que mayor cantidad de material viscoelástico se traduce en una mayor comodidad. Sin embargo, este elemento puede estar sujeto a la edad de las personas, el peso corporal y cualquier afectación de salud que puedan presentar. Debemos decir además que existen dos tipos de colchón viscoelástico: moldeado y espumado. El espumado presenta poros abiertos que no retienen el calor, a diferencia del moldeado, cuyos poros tan cerrados retienen la circulación de aire y favorecen las propiedades viscoelásticas del mueble.
Por otra parte, los colchones viscoelásticos, al poseer una buena ventilación, pueden ser ubicados sobre cualquier tipo de base (somier o base tapizada), siendo el único aspecto relevante en nuestra elección la firmeza que deseemos obtener: un somier de láminas es más suave, mientras la base tapizada nos provee de mayor solidez.