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Hoy en Universo Deportivo quiero comentar un problema que a mi modo de ver es muy importante en esta sociedad. Me refiero a aceptar el error en nuestros actos.
¿Te has planteado alguna vez si crees que se puede errar o piensas que todos los grandes hacen las cosas perfectas?
Como puede apreciarse en este tema y más concretamente en el deporte, este tipo de paradigma o por decirlo de otra manera, esta forma de pensar parece que no concuerda con la idea idílica de la supremacía deportiva sobre todos los demás.
Incluso en este tipo de sociedad se estila mucho lo del tema “espartano” en referencia a la Grecia Clásica mencionando a esos guerreros en los que vivían para y por la guerra.
Este tipo de sociedad obvia la idea de que a esos guerreros cuando nacían si no eran físicamente normales y fuertes se hacían infanticidios.
No quiero seguir contando lo que pasaba después porque no viene al caso en lo que esta entrada quiero mencionar que es como he dicho antes aceptar el error.
Quiero explicar por qué de alguna forma nos cuesta tanto aceptar el error. Pero para ello quiero explicar brevemente un concepto de nuestro cerebro.
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Tipos de cerebros
Muchos autores sostienen que tenemos tres tipos de cerebro bien diferenciados y gracias a la evolución hemos ido desarrollando con los miles de años.
Cerebro rectiliano
El cerebro más primitivo llamado cerebro rectiliano es el encargado de regular las funciones vitales del organismo.
Además es el encargado de preservarnos debido a que es el causante de regular las respuestas reflejo o respuestas automáticas de nuestro organismo (un ejemplo de esto es cuando nos acercamos al fuego y automáticamente apartamos la parte del cuerpo afectada).
Este tipo de cerebro no piensa ni siente emociones, sólo es activado cuando es requerido (por ejemplo a través de las hormonas, regula la temperatura, regula la hidratación, respiración y demás sistemas automáticos que tiene el organismo).
¿Verdad que no razonas si separar la mano o no cuando te estás quemando?
Cerebro emocional
Por otro lado está el sistema límbico que es el causante de almacenar nuestras emociones y recuerdos.
Principalmente está en la amígdala (en ésta se almacena la memoria emotiva. Es decir, hechos que te ocurrieron y de alguna forma te dejaron una huella o impronta emotiva.
Ésta podía ser buena como la felicidad, admiración, sorpresa, orgullo o reconocimiento entre otros o podía ser mala como asco, miedo, culpa, tristeza o rabia).
Estos dos tipos de cerebros los compartimos con los demás animales unos más y otros menos desarrollados pero en definitiva los compartimos con ellos.
¿Te acuerdas de los nervios de tu primera competición? Seguro que sí, pues ese tipo de memoria es la que guarda este tipo de cerebro.
Cerebro racional
Por último se presenta el cerebro más desarrollado evolutivamente y el cual nos diferencia de los demás animales.
Me refiero al neocórtex o cerebro racional que es el causante de que presentemos conciencia, regula las emociones (no siempre porque está en constante lucha con la amígdala) y que desarrollemos capacidades cognitivas como: memorización, reflexión, imaginación, resolución de problemas, elegir el tipo de conductas entre otras.
Como es lógico las tres partes están en interconexión entre ellas pero cada una lleva su cometido de forma individual.
Vamos lo que te tiene que quedar claro en este punto que en condiciones normales es este tipo de cerebro el que controla a los otros dos pero cuando ocurre un hecho emotivo, el cerebro emocional coge el bastón de mando y normalmente suele ser para mal.
¿Por qué cuesta aceptar el error?
Como hemos apreciado el sistema límbico es el encargado de gestionar las emociones pero que de alguna forma tiene que estar supervisado por este neocórtex que las regula de forma que nos afecte en más o menos medida según sea la situación.
Sin embargo, otras veces hay un secuestro total de las emociones por la amígdala por lo que no nos deja racionalizar dicha emoción (esto ocurre cuando la persona pierde los papeles como cuando el jugador discute con el árbitro y ocasiona que le expulsen del partido).
Además como hemos dicho almacena por decirlo de alguna forma nuestra historia emocional. Por eso es una de las causas por las que si algo no te funcionó (algún objetivo inalcanzado) la amígdala te dice “¡eh, cuidado! ni te molestes que antes no lo conseguiste”.
Podemos interpretar que es una forma evolutiva de no perder el tiempo en ello ya que si una vez no lo conseguiste y acabaste tirando tus ilusiones por el suelo no quiere que vuelvas a sufrir pero ¿sabes que dicen toda la gente que ha conseguido el éxito?
Que si te caes 7 veces tienes que levantarte y echar a andar 8. Ésta es la forma sana de decirse a uno mismo ten cuidado e involucra a la emoción del miedo.
Miedo a fracasar nuevamente por lo que si no te enfrentas a ese fantasma generarás un bucle que cada vez será mayor a los miedos a aceptar el error. Además tendrás sentimiento de culpa del “y si…” por lo que te recapitulo todos los males por no aceptar el error.
Recapitulación de no aceptar el error
Los sensores de alerta cuando quieres hacer algo que no te salió se activan y te generan miedo e inseguridad.
Si no te enfrentas a ello generar un bucle ya que te motivará el hecho de escapar de algo que te produce miedo.
Te entrará con el tiempo culpa por los “y si…”
Perderás autoconfianza por sentir que no has podido conseguir un objetivo.
Si te embarga el miedo puede conllevar al estrés, la amígdala nuevamente se activa y ésta no funcionaría con normalidad. Provocando que el cerebro no reciba adecuadamente la información sensorial que recibimos a través de los sentidos (como los oídos y los ojos).
Es posible que como respuesta al estrés la persona se frustre e incluso genere una conducta impulsiva o agresiva. Generando más error tanto de ejecución como conductual y hacer que la persona pierda los papeles influyendo en cualquiera de los casos en el rendimiento deportivo.
¿Qué debo hacer?
Aceptar el error como parte del aprendizaje en el que estés embarcado. Como has visto la cita de Michael Jordan debes aprender a fracasar.
Estos fracasos puedes interpretarlos como buenos o malos. Si los interpretas como malos vuelves otra vez al bucle. Si los interpretas como buenos puedes intentar aprender de ellos .
¿Qué he hecho bien? ¿Qué se puede mejorar? ¿Hay posibilidades de marcarme objetivos de realización en vez de objetivos de resultados? Si eres padre de un deportista joven ¿hay posibilidades de no echar más leña al fuego y no dar tu opinión de las cosas que tu hijo ha hecho mal para simplemente apoyarle en estos momentos tan difíciles?.
Si eres entrenador el que estás leyendo estas palabras entiendo que en el mundo tan regido por una actuación en el que sólo hay dos panoramas o ganas o pierdes es muy difícil explicarte que no todo está en estas dos alternativas.
Existen valores e ideales que no pueden desvirtuarse tanto como resultado de una utilización indebida a conseguir de cualquier forma el podio, ganar la liga o batir una marca nacional.
Podéis escuchar el podcat de aceptar el error en el deporte.
¿Qué te ha parecido la entrada sobre aceptar el error? Déjanos tu comentario.
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