Ahora en verano, la biodanza es genial porque se puede practicar al aire libre (aunque en invierno se realiza en salas comunes) y es sanadora: ayudará no sólo a tu cuerpo, sino también a tu mente. Se trata de un baile creativo orientado a la liberación de los miedos y a la expresión de sentimientos. Su fin es el desarrollo personal, no es una actividad deportiva, ni una sucesión de coreografías o pasos.
Este baile trabaja sobre cinco aspectos que se intentan potenciar en el biodanzante: la vitalidad, la sexualidad, la creatividad, la afectividad y la trascendencia. Integrar estos factores en la vida es fundamental para la felicidad. En muchas ocasiones, los obstáculos diarios crean bloqueos sobre la personalidad que impiden que los desarrolles en su totalidad. Cuando bailas, rompes esos bloqueos, te desinhibes, y de eso se vale la biodanza.
Existen numerosas asociaciones por toda España que imparten clases, talleres, e incluso vacaciones, seminarios en la playa o en el campo.
Un maestro guía las sesiones semanales: combina las músicas y da instrucciones a los alumnos. Se suele ir en progresión de lo individual a lo grupal, y los ritmos van de enérgicos a relajantes. Pero en todo caso los movimientos son libres, instintivos y expresivos y se pueden usar todas las partes del cuerpo.
Si tú ya lo has probado, nos encantaría conocer tu experiencia.