Cosmética ecológica: más allá de lo natural

Ecológico, orgánico, bio… cada vez son más las marcas que quieren subirse al carro y “apellidan” a sus productos con alguno de estos calificativos. En cosmética ocurre lo mismo y muchas de las grandes marcas del sector comienzan a promocionar el uso de ingredientes naturales pero, ¿es lo mismo cosmética ecológica que cosmética natural?

¿Qué es la cosmética ecológica?

La cosmética ecológica o cosmética orgánica es aquella creada a partir de ingredientes procedentes de la agricultura y ganadería ecológica y que han sido certificados como tal por un organismo independiente.

Este tipo de cosméticos no contienen productos potencialmente tóxicos ni perjudiciales para la salud o para el medio ambiente como disruptores hormonales, metales pesados o irritantes cutáneos, por lo que son verdaderamente respetuosos con tu piel.

Y gracias a su procedencia ecológica, muchas veces de Km.0, te convierten además en un consumidor responsable.

Actualmente no existe una normativa unificada a nivel Europeo que regule qué debe cumplir un producto de cosmética bio, pero sí diversas empresas privadas que, en base a determinados criterios, proceden a la certificación de los productos.

Existen más empresas certificadoras, pero los organismos privados más conocidos a nivel internacional son Ecocert y Cosmebio en Francia, Soil Association en Inglaterra, BDIH en Alemania y Bioinspecta en España.

Cada una tiene sus requisitos pero por hacer un resumen general de los estándares de la certificación de cosmética ecológica, se debe cumplir:

1. Productos con un mínimo del 95% de ingredientes naturales y entre el 10% y el 70% (dependiendo de la certificadora) procedentes de agricultura ecológica.

2. Se restringen los aditivos no orgánicos y se prohibe el uso de siliconas, perfumes, colorantes sintéticos, parafinas, derivados del petróleo o ingredientes etoxilados.

3. Los ingredientes que no sean orgánicos deberán certificarse por parte del proveedor de que no están modificados genéticamente, y se enviará una declaración constatando que no existe una alternativa ecológica.

4. Principalmente se utilizarán métodos naturales de conservación y se autoriza algún conservante como el ácido benzoico, ácido salicílico, ácido ascórbico y sus sales y el alcohol bencílico siempre y cuando se utilicen en su estado natural.

5. No se permite la esterilización mediante radiación radioactiva de las materias primas y productos cosméticos finales (ionización).

6. Está totalmente prohibido testar en animales y en muchos de los casos tampoco se permite el uso de derivados de animales vertebrados (grasas animales, colágeno…).

7. Todo el proceso -materias primas, elaboración y envasado- debe ser respetuoso con el medio ambiente.
Ecocert, cosmebio, Soil association, BDIH


Para más información acerca de los sellos y certificadoras que te encuentras en el mercado te animamos a leer este detallado artículo de Cosmeticnat.

Ecológico y natural no es exactamente lo mismo

Quédate con una cosa: lo ecológico siempre es natural, pero lo natural no siempre es ecológico.

Hoy en día muchas marcas se aprovechan del tirón de lo “natural” para añadir este calificativo a sus productos, más como una campaña de marketing que como una realidad.

Aprovechando el vacío legal que existe en términos de Normativa Europea, algunos cosméticos que incluyen esta etiqueta lo hacen simplemente porque algún ingrediente de su composición procede de la naturaleza, ya sea en mínimas cantidades o mezclado con otros productos de síntesis.

En otras ocasiones, aunque la procedencia de los ingredientes sí que es natural, los procesos de recolección, elaboración o envasado no han sido realizados de forma sostenible, por lo que siguen sin cumplir los valores propios de la ecología.

Por estas razones es muy importante que a la hora de comprar cosméticos orgánicos analices muy bien la lista de ingredientes y busques los sellos de certificación ecológica en los envases.

¿Qué es el INCI? Aprende a leerlo

Puede que ahora mismo eso de INCI te suene a chino, pero no, es inglés, y estas siglas son la clave para que no te den gato por liebre.

Se trata ni más ni menos que de la Nomenclatura Internacional de Ingredientes Cosméticos y consiste en un sistema de nombres para ceras, aceites, pigmentos, químicos y otros ingredientes de jabones y cosméticos basados en sus nombres científicos.

Vamos, toda esa cantidad ingente de palabrejas en latín o en inglés que aparecen en el dorso del bote de champú (por ejemplo).

El truco está en lo siguiente: el fabricante o distribuidor está obligado a poner, por ley, uno a uno y por orden de prioridad los ingredientes que están presentes en el producto, de mayor a menor cantidad.

Por eso, el INCI resulta el arma definitiva para desenmascarar los falsos 100% origen natural o a los hipoalergénicos de pega.

Y nos podrás decir… “¿Y cómo sé yo si esos componentes son buenos o no?”

Existe una página muy buena que te invitamos a visitar, el BioDizionario, un servicio público y gratuito con una base de datos de unos 20 años donde consultar todos los detalles acerca de cosméticos, productos alimenticios y análisis de los productos certificados y no certificados que se utilizan actualmente.

Los productos marcados en verde como Biodizionario approved ofrece garantías precisas en términos de ética, medio ambiente y transparencia hacia el consumidor.

semáforo biodizionario cosmetica ecologica


Aunque está en italiano, su semáforo de colores es de lo más intuitivo así que nos parece una herramienta tremendamente útil a la hora de comprender más a fondo los ingredientes de la cosmética natural y ecológica.

Nuestra recomendación

Hay una frase estupenda que dice que “no te pongas en tu piel lo que no puedas poner en tu boca”.

Bien, sin necesidad de ser tan extremistas (básicamente porque nos volveríamos locos para encontrar geles o dentífricos que cumplieran esa máxima), te recomendamos que tengas en la cabeza estas premisas cuando vayas a comprar un producto de cosmética:

– Simplicidad. Cuantos menos ingredientes mejor y si la lista tiene más de 25, olvida ese producto.

– El componente estrella, al principio de la lista. Es decir, que si te compras una crema de argán o aloe vera, que ese componente específico esté entre los 3 primeros. Si no es así, estarás comprando un producto del marketing, no de la cosmética natural (y menos ecológica).

– Evita los derivados del petróleo. Se esconden bajo los nombres de petrolatum, parafinum liquidum, mineral oil, cera microcristalina, vaselina, siliconas (y todas las acabadas en “-one”) y siloxane.

– Sin SLS*, SLES**, PEG ni Parabenos. Existe mucha polémica en torno a ellos debido a la falta de evidencias acerca de las reacciones que pueden producir en la piel. Por ejemplo, el PEG o Polietilenglicol es un agente que vuelve la piel más permeable y facilita la absorción, lo que a priori no tiene nada de malo, pero si la crema tiene ingredientes nocivos estamos potenciando que los abosorba nuestra piel. Por lo que nuestra recomendación es que mejor, evitarlos.(*Sodium Lauryl Sulfate, **Sodium Laureth Sulfate)

Nada que termine en -ETH. Esta terminación define a componentes que se sometieron a un proceso de Etoxilación, es decir, se añade óxido de etileno a los alcoholes grasos de la fórmula, lo que hace que sean más solubles en agua pero que a la vez produzcan subproductos considerados como cancerígenos por la UE.

Teniendo esto en cuenta seguro que estás pensando cuánto tiempo te va a llevar ahora escoger un gel o una crema, ¿verdad?

Sí, es un rollo, pero la información es poder y estas en todo tu derecho de saber qué estás comprando y más importante, de saber qué estás aplicándote en tu piel.

¡Ah! Y no olvides que la buena noticia es que los productos de cosmética ecológica certificada cumplen estos requisitos.

Descubre nuestra selección de marcas de cosmética ecológica. Haz click en la imagen.

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