El concepto más extendido de EPI, Equipo de Protección Individual, también está presente en todo tipo de centros sanitarios, donde la protección debe cubrir riesgos químicos o biológicos, como es el caso de laboratorios o centros de salud, entre otros, donde además del cubrebocas se requiere de guantes, gafas de seguridad, cofias e incluso ropa desechable.
El riesgo químico consiste en el constante contacto con químicos, que pueden ser líquidos o gaseosos y representan riesgos al inhalarlos o entrar en contacto con la piel; por su parte el riesgo biológico consiste en el contagio de enfermedades debido a la exposición a los microorganismos y bacterias, comunes en los centros de salud. Prevenir y controlar estas situaciones es posible si seguimos ciertas medidas como:
Utilizar el EPI estrictamente de acuerdo a los lineamientos.
Utilizar mascarillas en caso de utilizar procedimientos con aerosoles o al tratar con pacientes de enfermedades altamente contagiosas.
Mantener una higiene estricta antes y después del contacto con el paciente y del retiro del EPI.
Al realizar procedimientos en los que se tenga contacto con sangre, fluidos o secreciones, se debe utilizar cubrebocas, guantes y, si es preciso, ropa desechable que se tire inmediatamente después de terminar la labor.
También el personal del hospital de limpieza y manipuladores de ropa deben usar un EPI adecuado al manipular o limpiar el material o superficies potencialmente contaminadas, estos deben ser desinfectados con materiales desinfectantes como el cloro, varias veces al día si es necesario. La ropa contaminada debe ser colocada en bolsas con cierre hermético o en el contenedor de bioseguridad para ser incinerada o seguir los protocolos de seguridad de cada hospital.
Prevenir el contagio de enfermedades es posible si utilizamos la protección adecuada y seguimos los lineamientos de seguridad establecidos, con lo que garantizamos la seguridad tanto de los trabajadores como de los pacientes y sus visitantes.