(Imagen de cebada modificada/ Flickr: bastus917 bajo licencia CC BY SA 2.0. Resto de imágenes Pixabay)
En primer lugar, quiero hacer un repaso por las interesantes propiedades de la cebada.
Su consumo está íntimamente ligado al incremento de energía, como todos los cereales, gracias a la gran cantidad de hidratos de carbono que contiene (almidón (en especial este primero), celulosa, maltosa, rafinosa, fructosa y glucosa...). Sin embargo, no es tan importante su aporte de energía como la forma en que lo suministra, pues su asimilación es lenta y eficaz, es decir, paulatina.
Gracias a esta característica, también podemos relacionar el consumo de avena con la sensación de estar saciados, eliminando cualquier tipo de ansiedad y evitando picar entre horas.
Lo mejor de todo es que estos azúcares no tienen por qué implicar un aumento de peso, ni muchísimo menos, sobre todo si mantenemos una dieta equilibrada e incluimos las calorías necesarias. Es más, a mismo nivel de calorías, consumiendo alimentos como el arroz o la cebada engordaremos menos.
Además, y por si fuera poco, la cebada consigue regular el nivel de azúcar en sangre y evita enfermedades como la diabetes o la hipoglucemia.
¿Grasa? Mínima. Sin embargo, sí contiene muchísima fibra:
- Evitaremos el estreñimiento, el dolor de estómago, las flatulencias...
- Eliminaremos toxinas, purificando el cuerpo y previniendo enfermedades tan graves como el cáncer de colon o el cáncer de mama.
- Gracias a la fibra, podremos mantener a raya el colesterol y, por tanto, controlar el desarrollo de hipertensión o aterosclerosis.
- Será mucho más complicada la aparición de piedras en el riñón.
Otros aportes interesantes: minerales como el calcio (mejor desarrollo óseo), el potasio (prevención de la retención de líquidos), el magnesio (mejora los músculos y la fluidez de la sangre), el fósforo cobre o el hierro (tratar la anemia); además de la esencial vitamina C, que es estupenda para el cabello, el colesterol, la anemia, el sistema nervioso...
Por estas y otras razones, recomiendo la cebada especialmente a estudiantes, deportistas y trabajadores. De todas las variedades (integral, perlada, descascarillada, tostada o en copos), las más aconsejables son: 1º la integral y 2º la descascarillada.
Cebada para la retención de líquidos, estreñimiento, gastritis, lumbago y varices
Remedio casero con cebada para la retención de líquidos:
Añadiremos a la cebada hervida un poco de regaliz y beberemos 3 tazas a lo largo del día.
Remedio casero con cebada para el estreñimiento:
Tostaremos la cebada y la reduciremos a polvo, como si fuera un café. Tomaremos la mezcla en ayunas, con o sin azúcar.
Remedio casero con cebada para la gastritis:
Agregaremos dos cucharadas de cebada a un litro de agua y dejaremos reposar durante unas 12 horas. Se ingerirá una taza del líquido resultante con cada comida.
Remedio casero con cebada para el lumbago:
Herviremos una taza de cebada, a la que añadiremos vinagre hasta obtener una masa espesa. Aplicaremos a modo de cataplasma sobre la zona afectada.
Remedio casero con cebada para las varices:
En un recipiente, mezclaremos 2 cucharadas de cebada, 1 de miel y 1/2 de gel de áloe vera. La pasta generada se aplicará sobre las varices justo antes de dormir y se dejará reposar durante toda la noche.
Espero que os resulten de utilidad todas estas recetas caseras y, ya sabéis, si tenéis cualquier duda o queréis compartir vuestras opiniones o experiencias, tenéis a vuestra disposición nuestro muro de Facebook.
¡Un saludo y hasta la próxima =D!