La semana pasada supimos que el Gobierno de EE.UU. ha dejado sin efecto la prohibición que impedía a los pacientes con virus del SIDA viajar a este país.
A partir de ahora, el SIDA ya no está dentro de las enfermedades que hay que comunicar cuando haya que entrar en los Estados Unidos. Los portadores del VIH han necesitado hasta ahora una autorización especial del Departamento de Sanidad para acceder al país.
Esta medida se implantó hace 22 años debido al pánico que desataba entre la población el contagio de esta enfermedad.
Ha pasado mucho tiempo desde que se descubrió el virus del VIH y de sus consecuencias. Son muchas las campañas que se realizan cada año para concienciar e informar sobre las prácticas que pueden propiciar su infección, y, afortunadamente, también se ha avanzado mucho en la investigación. Hoy en día, el SIDA no es una enfermedad mortal, sino crónica.
Pero todavía queda mucho que hacer. Un mejor acceso a los medicamentos por parte de las personas con menos recursos; una mejor educación sexual en los países con altas tasas de pacientes, o una mayor difusión de métodos para evitar la enfermedad, como los preservativos, son algunos de los retos de los gobiernos de todo el mundo.
Por ello, es para felicitarse que haya caído otro prejuicio en cuanto a la visión del SIDA en la sociedad.