La Artritis Reumatoide se trata de una enfermedad que se caracteriza por la inflamación de las articulaciones, y que acaba provocando dolores intensos y lesiones con las que se hace muy difícil las actividades de la vida cotidiana y que, por tanto, acaba repercutiendo directamente en las relaciones sociales y laborales.
Esta enfermedad afecta hoy en día a 5 millones de pacientes con artritis reumatoide en todo el mundo y a unas 200.000 en España y, a pesar de todo esto, siguen existiendo mitos y conceptos erróneos entorno a ella. Así por ejemplo, se piensa que un paciente con Artritis Reumatoide necesita descansar la mayor parte del día cuando es más bien todo lo contrario. Es por este motivo que desde facilisimo.com, con la ayuda de UCB y la Asociación ConArtritis, te proponemos una serie de ejercicios en el agua para pacientes con artritis reumatoide para mejorar el estado físico general y facilitar las actividades de la vida diaria. Estos ejercicios, por supuesto, deberán realizarse en combinación con las terapias de rehabilitación que le haya indicado el médico, y nunca para sustituir otros medicamentos, simplemente como apoyo.
Beneficios de hacer los ejercicios en el agua
El agua es un medio perfecto para que las personas con Artritis Reumatoide practiquen ejercicio ya que, al sumergirse en él, la gravedad disminuye en gran medida sintiendo así que flotan. De este modo el agua permitirá al paciente fortalecer los músculos y ejercitar el sistema cardiovascular sin sobrecargar las articulaciones. Por supuesto puede adaptarse a las capacidades de cada uno modificando la velocidad y la posición en la que se practique, aquellas personas que no sepan nadar, o no se sientan confiadas haciéndolo, pueden realizar los ejercicios de pie para que se sienta más cómodas.
Entre los beneficios que aporta practicar ejercicio en el agua para las personas con Artritis Reumatoide destacan:
Disminución del dolor por la producción de sustancias químicas analgésicas naturales que activa el agua en nuestro organismo.
Mayor relajación y fuerza muscular.
Mejora de la movilidad de las articulaciones.
Mejora del sistema cardiovascular.
Mejor equilibrio.
Bienestar general.
Primer ejercicio
El paciente debe sumergirse hasta los hombros (ya sea de pie o en cuclillas dependiendo de la profundidad) y, siempre que se sienta capaz, debe repetir los siguientes pasos:
1. Sin flexionar los codos, levantar los brazos hacia ambos lados hasta ponerlos formando una horizontal a la altura de los hombros para, después, volver a bajarlos hasta la posición inicial.
2. Situando nuevamente los brazos a la altura de los hombros, sin flexionar los codos, debe trazar pequeños círculos hacia delante con las manos. El tamaño de los círculos debe ir aumentando poco a poco manteniendo durante todo el ejercicio las manos y los hombros dentro del agua.
3. Repetir el ejercicio anterior trazando los círculos en la dirección contraria.
4. Extender los brazos con suavidad hacia delante y volver a flexionarlos. No es necesario estirar totalmente los codos al extender los brazos, debe ser un movimiento natural.
Segundo ejercicio
El paciente debe situarse de pie frente al borde de la piscina y sujetarse a él para mantener mejor el equilibrio. A continuación, debe colocarse en una posición tal que la separación entre los pies sea igual al ancho de los hombros asegurándose, además, de mantener el cuerpo rígido. Una vez conseguida la postura adecuada:
1. Levantar la rodilla hacia la superficie del agua y, luego, bajarla. Repetir el movimiento con la otra pierna.
2. Sin flexionar la rodilla y desde la cadera, extender la pierna lateralmente. Es importante mantener los dedos hacia fuera y no doblar el tobillo. A continuación, debe bajar la pierna y repetir el mismo movimiento con la pierna contraria.
3. Sin flexionar la rodilla y nuevamente desde la cadera, extender la pierna hacia atrás. Bajar la pierna y repetir el ejercicio con la pierna contraria.
4. Con los pies totalmente apoyados sobre el suelo de la piscina, debe agacharse hasta situarse en cuclillas. Es importante asegurarse de que las rodillas no queden por delante de los dedos de los pies. A continuación, haciendo fuerza con los glúteos, debe volver a la posición inicial, de pie.
Tercer ejercicio
El paciente debe situarse de pie asegurándose de que la separación entre los pies sea igual al ancho de los hombros, con el agua al menos hasta la mitad del pecho. Una vez en esta posición:
1. Colocando los brazos a los lados, sin flexionar los codos y con las palmas hacia dentro, el paciente debe doblar la cadera deslizando al mismo tiempo la mano hacia abajo por la parte exterior de la pierna, hasta llegar a la rodilla. Después, tras recuperar la posición inicial, repetirá el ejercicio en el otro lado del cuerpo. Es importante no inclinarse hacia delante o hacia atrás mientras se realizan los ejercicios.
2. Colocar los brazos en una tabla o en un flotador y cruzar los brazos por delante a la altura de los hombros. A continuación, manteniendo los pies apoyados totalmente en el suelo y con las rodillas apuntado hacia delante, el paciente debe girar la cabeza y el cuerpo hacia un lado (siempre el tronco, no las piernas). Una vez más, tras recuperar la posición inicial, se deberá repetir el ejercicio hacia el otro lado.
Es importante recordar que, al estar dentro del agua, no se siente del mismo modo el esfuerzo físico que cuando se practica ejercicio en tierra firme. En este caso, no será hasta más tarde que empieza a notarse. Por ello, aunque el paciente se sienta capaz de hacer más ejercicio, los especialistas recomiendan que en la piscina se haga un máximo de 40-45 minutos de ejercicio.
Información: Programa de ejercicios Lograr un Objetivo: Ejercicios en el agua.
Agradecimientos: UCB y ConArtritis.
Imágenes (por orden aparación): Etwood/Flickr, SJU Undergraduate Admissions/Flickr, Tierra Plana/Flickr, Tierra Plana/Flickr y Tierra Plana/Flickr.