Debemos consumir al día un mínimo de un litro y medio de agua para garantizar el buen funcionamiento del organismo. Pero lo interesante es que el agua produce saciedad y hace que comamos menos. Por eso, es recomendable beber un vaso completo de agua antes de almorzar o cenar. Además, el consumo de agua nos hace eliminar líquidos más rápidamente y evitar los edemas y retenciones de líquidos, por lo que es más fácil lucir un vientre plano y una figura estilizada.
Pero además, el agua ayuda a metabolizar las grasas, facilita la digestión, previene infecciones urinarias, mejora el aspecto de la piel y ayuda a la desintoxicación del organismo. Si bien es esencial para todas las personas, el consumo de agua debe aumentarse durante el embzarazo y la lactancia, cuando realizamos ejercicios físicos, cuando hace mucho calor o si tenemos fiebre.
En conclusión hay que saber que el agua no adelgaza, pero produce saciedad, lo que nos ayudará a ingerir menos calorías. Además, garantiza la eliminación de toxinas a través de la orina y la sensación de mantener nuestro cuerpo en armonía.
Los riñones necesitan MUCHA agua para funcionar correctamente, es decir, necesitan estar bien hidratados. Si no lo están, piden ?ayuda? urgentemente al hígado.
¿Y qué pasa si el hígado hace las funciones de los riñones? Pues que, sencillamente, dejará de hacer sus tareas de forma tan eficiente como nos tiene acostumbrados. ¿Y cuál es la función que más nos interesa por ahora? Pues la de METABOLIZAR LAS GRASAS (o, para que nos entendamos, quemar las grasas).
Esto es bastante lógico pues, ¿qué es más importante? ¿Deshacerse de toda la porquería que recorre nuestro cuerpo y que puede llegar a hacernos mal o quemar esa grasa que ha estado ahí tantos años y que puede esperar un poco más? La respuesta creo que es clara.
En resumen: si no bebemos agua los riñones no cumplen su función de forma eficiente, así que el hígado ?le echa una mano? y deja de quemar grasas para poder cumplir esta función ?extra? que se le ha asignado.
Fuente: Internet