Coincidirás conmigo en que, en esencia, el acto de vivir es muy simple, especialmente si va acompañado de una sana conciencia, de capacidad para pensar y de libertad para decidir. Pero si nuestra mente se rige por la orden de «ganarse la vida», la cosa empieza a
complicarse.
El conjunto de las experiencias relacionadas con el trabajo son vividas entonces como una dura competencia, muchas veces ligada a un esfuerzo en el que puedes realmente acabar dejándote la vida, bien porque ésta pasa y no te enteras de que has vivido, bien porque el corazón o el cuerpo te dicen: «¡Basta, me rindo, lo dejo aquí porque esto no hay quien lo aguante!»
P. D. Dice Anthony de Mello: «Con la vida ocurre lo mismo que con los chistes: lo importante no es lo que duren, sino lo que hagan reír». Sería bueno que
pensáramos en ello.