¿Sientes que tener que enfrentarte a alguna de esas situaciones te provoca una gran ansiedad? Porque si es así, entonces eres un buen candidato para padecer un trastorno de la personalidad por evitación.
Lo que te ocurre:
Tienes terror al ridículo.
Te sientes violento en tu interacción con los demás porque temes decir alguna tontería, algo inapropiado o simplemente que se fijen en ti.
Las críticas te desconciertan y te desaniman minando tu autoestima.
Si puedes, esquivas la responsabilidad: prefieres eludir los problemas antes que afrontarlos.
Prefieres ponerte pocas metas, y cuando lo haces, si no lo consigues a la primera enseguida abandonas. Sueles anticipar los fracasos (anticipar lo peor es la base del pensamiento ansioso).
SIN RIESGO NO HAY VICTORIA
Has de aprender a afrontar los retos sin anticipar lo que puede ocurrir. O mejor dicho, sin anticipar que lo que va a ocurrir es lo peor, porque si existe una probabilidad de que las cosas salgan mal, también existe una probabilidad de que salgan bien.
Porque sí, los demás están más o menos pendientes de lo que haces, aunque seguramente no tanto como te crees: ninguno somos el ombligo del mundo.
Porque sí, indudablemente te pueden llover las críticas pero?
¿No crees que tu falta de confianza en ti mismo sólo te están llevando al estancamiento?
Si no te marcas nuevas metas, si no te pones un objetivo, nunca llegarás a nada y así cada vez te sentirás más inútil y acomplejado.
Porque así tú mismo te aíslas.
No son los demás los que te rechazan, sino tú mismo el que te niegas la entrada.
póster creado por AdarvePhotocollage, retoque fotográfico
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