La felicidad obligada
La obsesión con la felicidad, puede acarrear una vida infeliz; o “consigues mantener un pensamiento y un estado de ánimo positivo, o solo atraerás cosas negativas”. Todos los días recibimos información que explota esta forma de pensar y, casi sin darnos cuenta, nos vemos arrastrados a demostrar constantemente lo felices que somos. Las redes sociales están llenas de fotos de viajes, de comidas, de momentos únicos, pero, ¿qué pasa en el interior de las personas que se dedican a demostrar su bienestar? ¿Cómo se sienten una vez que publican la foto? Y, ¿cuándo se terminan los likes? Nadie publica acerca de esa discusión con el jefe tan desagradable, o sobre los sentimientos de vacío e incertidumbre que aparecen al romper una relación, etc…
Buscando el equilibrio
Mantener un estado positivo constante, tal y como está la vida, es todo un reto. Esta necesidad de estar siempre bien, nos lleva a una sensación de insatisfacción donde nunca es suficiente. Buscar que las expectativas coincidan con la realidad, puede llevar a un círculo de malestar y frustración.
Esto no quiere decir que nos tengamos que deshacer del pensamiento positivo; en su justa medida puede ser muy útil. De la misma forma puede ser útil un momento melancólico, que ayude a tomar contacto con uno mismo y dedicar tiempo a la introspección para, de esta manera, promover cambios, clarificar metas, valores, etc.
Aprender a contactar con las emociones dolorosas y difíciles que surgen durante las diferentes experiencias, en lugar de negarlas y luchar contra ellas, nos ayudará a generar respuestas más adaptativas, además de generar serenidad incluso cuando las circunstancias son adversas.