Y asumir este papel de cuidadores puede a su vea hacer que se resienta nuestra propia salud física y emocional, de manera que es necesario que aprendamos a protegernos del llamado "síndrome del cuidador".
¿En qué consiste? ¿Cuáles son los síntomas?
El síndrome del cuidador es el deterioro físico o emocional que padece quien ha de cuidar, generalmente en solitario, de una persona enferma o anciana dependiente. Sus vidas personal y laboral se resienten, y acaba por aislarse, por encerrarse en un mundo limitado a ir del trabajo a casa y de casa al trabajo.
En consecuencia, el cuidador sufre por una parte de ansiedad y de estrés, y por otra se siente culpable por lamentarse de su situación. Con frecuencia establece con el paciente un vínculo de codependencia que le lleva a vivir de un modo especialmente doloroso la pérdida de esa persona a la que cuida. Todo ello le puede llevar, antes o después, a la depresión.
Etapas del síndrome del cuidador
A lo largo del proceso de convertirnos en cuidadores, se observan varias etapas.
La primera es la etapa del estrés laboral.
El cuidador asume una nueva tarea, la de cuidar; unas horas extras de trabajo que se suman a su jornada laboral y al resto de tareas domésticas que ya desempeña. Esas horas extras consumen su tiempo libre disminuye, ya no tiene momentos para sí mismo, para descansar convenientemente.
La segunda etapa es la del estrés afectivo.
Por una parte, sufre el impacto emocional de asumir el cambio de papeles: los padres envejecen y ahora ya no son padres a los que recurrir en busca de ayuda o consuelo, sino hijos a los que cuidar y proteger.
Por otra se siente abandonado. Siente que sobre él ha recaído una tarea de la que los otros miembros de la familia se desentienden, y que encima no le agradecen ni reconocen.
La tercera etapa es la de la inadecuación personal.
El cuidador comienza a somatizar todo este estrés. Él mismo también se siente enfermo pero a menudo no es capaz de quejarse porque se siente culpable, mal hijo, mal hermano, mal padre?
La cuarta etapa es la de la ruptura del vínculo de codependencia.
Cuando el paciente fallece, todo ese sobreesfuerzo que antes le estresaba, ahora desaparece de golpe y el cuidador siente que le falta algo muy importante. Y no se trata sólo de la pérdida del ser querido, sino de esa razón de ser: la de ayudar, la de sentirse útil, indispensable.
Es entonces cuando el impacto psicológico es mayor, por lo que debemos desde el primer momento protegernos adecuadamente.
En nuestro próximo post veremos, por tanto, algunos consejos sobre
cómo afrontar el síndrome del cuidador (ir)
ilustración creada por Adarve Photocollage
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