Sí, soy sexóloga y dado el número de mensajes que estamos recibiendo últimamente con propuestas poco sexológicas, creo que ha llegado el momento de aclarar a qué nos dedicamos exactamente.
La mayoría de sugerencias, se asientan en la idea de sexo que es más frecuente en la sociedad. Me refiero al sexo que se hace. Es decir, a todas esas prácticas que se realizan principalmente con los genitales. Comentarios del tipo ¿Eres sexóloga? Pues tu novio debe estar contento (presuponiendo la heterosexualidad, claro está) o qué bien os lo pasaríais en las prácticas del máster hacen caer en qué tipo de visión se tiene de la formación y posterior profesión de una sexóloga.
La mayoría de personas que nos dedicamos a la sexología, hemos hecho una diplomatura, una licenciatura o un grado universitario y posteriormente, nos hemos especializado en sexología, una ciencia con cuerpo teórico propio. No todas las formaciones en la materia son iguales ni tienen las mismas bases de conocimiento, por lo que es importante que la formación que elijamos esté respaldada de alguna manera, bien siendo un máster oficial o universitario, por ejemplo, o la elijamos en función de qué nos interesa más: la educación, la terapia… Existen otros tipos de formaciones complementarias a las que solamente puede accederse cuando ya se dispone de un título sexológico previo, como pueden ser los tranning.
Actualmente, como parece que se tiene la noción de que esto del sexo vende, nos enteramos de multitud de formaciones que se dedican a repartir títulos con formaciones de 20 horas, por poner una cantidad, o un par de fines de semana intensivos y que, bajo mi punto de vista, dependiendo de en qué manos caigan pueden suponer más un riesgo que un beneficio. Que una persona tenga un papel en el que figure que ha hecho una formación relacionada con la sexualidad, no significa que esté capacitado/a para realizar labores sexológicas con éxito. Lo único que hacemos es cargarnos la profesionalización y echar por tierra el trabajo para el que muchos y muchas llevamos años formándonos y actualizándonos.
Por otro lado, a veces percibimos que hay cierta confusión sobre nuestras funciones. Nosotras no nos dedicamos a tener prácticas eróticas a cambio de dinero. No somos expertas en genitales. No somos máster en el kamasutra. No evaluamos si el tamaño de un pene es “normal”. No nos dedicamos a esto porque practiquemos mucho. Y éstas, son solamente algunas de las preguntas que nos han hecho cuando hemos dicho que somos sexólogas.
Entonces… ¿qué hacemos? Nuestro trabajo se enmarca, principalmente, dentro de estas tres áreas:
– La educación sexual.
– El asesoramiento sexológico.
– La terapia sexológica.
Y llegados a este punto… ¿quién hace uso de nuestros servicios?
Aquí el abanico es muy amplio: centros educativos, colectivos profesionales, personas con inquietudes en su plano erótico, parejas con dificultades en su plano relacional y/o erótico, personas con diversidad funcional, jóvenes, adultos, personas mayores… Y es aquí donde la sexología hace más hincapié, en el sexo que se es, es decir, en los hombres y mujeres que somos y nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos y nuestro entorno.
¿Para qué recurren a nosotras?
Las demandas pueden ser muy diversas: un programa de educación sexual para niños, un taller para escuelas de padres, una duda puntual en formato presencial u on-line, una crisis de pareja, dificultades en cuanto a la erótica (deseo, excitación, erección, eyaculación, dolor…) y un largo etcétera en el que nos convertimos en acompañantes de un camino hacia el cambio.
Por último, cada persona es dueña de su cuerpo, de lo que quiere hacer con él, de lo que desea mostrar u ocultar y de sus objetivos personales y/o profesionales. Enseñar no significa que deba interpretarse como una provocación o como un pase directo a que se busca un contacto erótico pero estamos ya un poquito cansadas de que el personal piense que a nosotras, por pagar por nuestro trabajo, porque han visto en otras webs a compañeras sexólogas en ropa interior o porque la palabra sexo sea el prefijo de nuestra profesión, nos puedan hacer propuestas de lo más variopintas, nos envíen fotografías de desnudos sin venir a cuento o crean que pueden llegar a tener relaciones eróticas con nosotras. No es plato de buen gusto. Si no se hace con otras profesiones, agradeceríamos que con nosotras, tampoco.
Bárbara Sáenz Orduña. Sexóloga en Serise Sexología.
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