Otra vez noche de nervios, globos inflados y paquetes bajo el árbol. Gritos, aplausos, ilusión y olor a nuevo. Deseos en cartas que volveré a releer pasado un año para sonreír comprobando todo lo que se ha cumplido.
Otra vez mi estómago al ralentí, sufriendo como nunca, ayudado por tanto omeprazol que tengo que ir de nuevo a la farmacia. Ni con el running noto mejoría. Temo vuelta al médico y mil y una pruebas.
Y otra vez le he echado tanto de menos que me duele el corazón. Cuántas risas hubiéramos compartido viendo la ilusión de la pequeña, las sorpresas de la mayor, la familia unida frente a un cocido de mamá.
Por eso quiero quitar todo lo que huele a Navidad, a esa silla vacía que no quiero ver. Pasan los años, pero la herida sigue sangrando a cada golpe.
Estamos todos los demás, sanos, llenos de ganas, pero en ocasiones solo con ganas no se arranca el motor. Duele intentar pensar sólo en la ilusión de los pequeños y no conseguirlo, sonreír mientras lloras por dentro. Cómo es posible que dos emociones tan intensas convivan con la misma intensidad. Es más, como es posible que una alimente a la otra.
Por eso, otra vez, le he pedido a los Reyes Magos mucha fuerza para superar mil y un momentos como el de esta mañana. Y otra vez estoy convencida de su capacidad de acierto. La necesito.
Os leo!