Los hongos patógenos pueden afectar cualquier órgano humano, pero, con diferencia, las infecciones de la piel y las mucosas son las más frecuentes.
La infecciones fúngicas (micosis superficiales o dermatomicosis) son un motivo frecuente de consulta, tanto para médicos generales como para dermatólogos. Afectan por igual a ambos sexos, y se dan en todas las edades, aunque algunas de ellas, como las tiñas del cuero cabelludo, son casi exclusivas de la infancia, mientras que las infecciones de las uñas se ven en adultos, y su incidencia aumenta a medida que avanza la edad.
Tipos de micosis de la piel
Dentro de las micosis que afectan la piel podemos distinguir tres grandes grupos:
Pitiriasis versicolor.
Las Candidiasis.
Las Tiñas.
Las dos primeras están ocasionadas por tipos distintos de hongos que denominamos levaduras, mientras que las Tiñas están producidas por un grupo concreto de hongos filamentosos que se caracterizan porque pueden alimentarse de la queratina, que es el componente fundamental de la capa más superficial de la piel, el pelo y las uñas, y que llamamos Dermatofitos. Las levaduras que originan las enfermedades mencionadas en primer lugar (Malassezia globosa en el caso de la Pitiriasis y Candida albicans en las Candidiasis) están presentes de forma inofensiva en la piel o en las mucosas, respectivamente, de gran parte de la población adulta sana, y precisan de algún condicionamiento añadido para desarrollarse y volverse agresivas. Son lo que denominamos “hongos oportunistas”, y representan un 10% y 20% respectivamente, de los casos de micosis que se llegan a los dermatólogos.
Las Tiñas, por su parte, representan aproximadamente el 70% restante. Los hongos que las ocasionan no se encuentran nunca en la piel sana, y su contagio puede producirse a partir del suelo, de animales infectados, o de otras personas.
Sobre su contagio
Las infecciones cuyo origen está en el suelo o en animales son muy contagiosas a partir de la tierra o el animal enfermo, pero pierden rápidamente su virulencia al pasar de un humano a otro, por lo que la prevención debe centrarse en la localización y el tratamiento de los animales. Suelen tener una clínica muy evidente y a menudo producen lesiones inflamatorias.
Por otro lado, las que son causadas por hongos, que son exclusivos del hombre, suelen dar escasos síntomas, por lo que pueden durar años. El contagio en estos casos parece depender más de características individuales que de otra cosa. No hay duda de que existe un gran porcentaje de población muy resistente o incluso inmune a estas infecciones. En el caso específico de las infecciones de los pies y de sus uñas, se ha sugerido que existe una predisposición a padecerlas que está genéticamente condicionada. Esto explicaría que la infección se presente sólo en uno de los cónyuges (pese a su convivencia íntima durante años), y en la mitad de su descendencia. Es decir, el contagio se produce en el seno familiar, casi siempre durante la infancia, pero sólo arraiga la infección en los individuos predispuestos. Dado que el proceso evoluciona muy lentamente, no suelen observarse sus manifestaciones a nivel de la planta o los dedos de los pies hasta después de la pubertad, y las uñas empiezan a afectarse una o dos décadas más tarde.
En este grupo de infecciones, la mejor medida preventiva se basa en el diagnóstico precoz y el tratamiento consecuente de los enfermos, para así romper la cadena epidemiológica. Por fortuna, en la actualidad se dispone de tratamiento muy eficaces, capaces de eliminar la infección incluso en las localizaciones más problemáticas, como son las uñas.
Tratamientos
Aunque existen fármacos de amplio espectro, es decir, aplicables en principio a cualquier tipo de hongos, los más útiles, incluso los únicos cuando tratamos las formas clínicas más complejas, como las de cuero cabelludo o uñas, sólo son aplicables a un grupo determinado de hongos. Por tanto, es esencial llevar a cabo un diagnóstico completo, incluyendo examen microscópico de una muestra de las lesiones, y aislamiento e identificación del hongo mediante cultivo.
En muchos casos puede ser suficiente con un tratamiento puramente local con cremas antifúngicas. Pero hay casos muy concretos en los que el tratamiento por vía oral es absolutamente necesario si queremos alcanzar una curación definitiva: las tiñas del cuero cabelludo, las que afectan a las uñas y/o a la zona plantar, y las que muestran más de una lesión en otras localizaciones.
Agradecimientos: Vicente Crespo Erchiga, Jefe de Servicio de Dermatología. Hospital Regional Carlos Haya, Málaga, y miembro de la AEDV (Academia Española de Dermatología y Venereología).
Imágenes (por orden de aparición): Lisa Widerberg/Flickr, barockschloss/Flickr, Angelo González/Flickr y sunshinecity/Flickr.