Te quiero. Si, es una frase que gusta escuchar. Queremos querer, queremos que nos quieran, a veces incluso queremos que nos quieran como nosotros queremos pero, ¿Nos queremos a nosotras y a nosotros mismos?, ¿Nos hablamos con cariño?, ¿Nos comprendemos?, ¿Nos conocemos?, ¿Nos aceptamos?
Se encontraba delante del espejo y se preguntaba cuántas veces se habría roto el corazón a sí mismo. Seguramente muchas más de las que podía, quería o debía recordar y pensaba en Oscar Wilde cuando decía que La mejor historia de amor es la que se tiene con uno mismo ¿Somos conscientes de esto?, ¿Cuidamos nuestra historia?
Así que, ahí estaba, delante del espejo visibilizando lo que ya sabía de antemano pero ante lo que tantas y tantas veces había cerrado los ojos. No creo que fuera un miserable por ello, ni si quiera creo que sea algo tan excepcional.
Lo veo a diario cuando escucho a alguien llamarse estúpido, imbécil, horrorosa… Cuando oigo una canción con perlas del tipo a Sin ti no soy nada o cuando leo en alguna red social determinados mensajes de amor para con otros pero de deslealtad a sí mismo/a.
Como nunca es tarde si la dicha es buena, se dispuso a mirarse con cariño y a decirse firmemente me quiero. Tenía una sensación rara y un cierto sentimiento de vergüenza. Miró hacia atrás para comprobar que no había nadie que pudiera escucharlo y volvió a repetir Me quiero y, sin darse cuenta, acababa de iniciar una conversación que tenía pendiente consigo mismo desde hace mucho, mucho tiempo:
Me quiero como soy. No soy perfecto ni pretendo serlo. Me quiero con mis defectos, con mis virtudes y con mis peculiaridades. Soy único e irrepetible.
Me quiero y me acepto. Quiero a todo mi cuerpo, es mi sostén para vivir, mi vehículo para sentir, mi herramienta para comunicarme con los demás.
Me quiero y quiero cada emoción que siento. Amo mis victorias y mis fracasos porque son parte de mi historia, de mi esencia, de mí ser.
Me quiero y sé que es el amor más intenso y verdadero que puedo llegar a sentir.
Me quiero incondicionalmente y me perdono por tantas veces que me traté sin respeto, me insulté, me hablé mal, me infravaloré o me desprecié.
Me quiero y eso hace que quiera más al mundo y a ti también.
Ruth Arriero (Sexóloga)
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