El ejercicio como tratamiento.
En este artículo voy a hablar de algo que ha estado rondando mi cabeza durante mucho tiempo y que seguro que otros fisioterapeutas lo piensan. Esto es una reflexión con la única pretensión de que seas autocrítico, así como yo lo he sido.
Nos llenamos la boca diciendo que el ejercicio es el mejor de los tratamientos, que el fisioterapeuta es el especialista del movimiento y que el ejercicio nos compete a los fisioterapeutas; pero la realidad es que nuestro conocimiento, en cuanto al ejercicio se refiere, dista bastante de estar próximo al nivel donde debería estar.
Llevamos muchos, pero que muchos años, usando máquinas para tratar a nuestros pacientes: ultrasonidos, TENS, láser, infrarrojos y un largo etcétera. A día de hoy, sabemos que el ejercicio es, en la mayoría de los casos, el mejor de los tratamientos; sin embargo, seguimos haciendo cursos para aprender como usar aparatejos y no acabamos de orientar nuestra formación en el sentido que parece más lógico, aprender más sobre ejercicio.
Me cuesta entender el porqué de este hecho. Algunos compañeros comentan que tiene que ver con el tema económico, que es todo un negocio, que el ejercicio es mal negocio. La compra de las máquinas y su mantenimiento, sumado a los cursos que tienes que realizar, supone una inversión bastante alta. Esto quiere decir que alguien se está lucrando de manera sustancial. Con el ejercicio el tema va de otra manera, en una amplia mayoría de los casos no se necesita aparataje y en muchas ocasiones podemos encontrar la información que necesitamos leyendo artículos basados en la evidencia científica, lo cual no requiere el citado desembolso económico.
PÁRATE A PENSAR ANTES DE GASTAR. Mi recomendación es que te formes en razonamiento clínico y todo lo que tenga que ver con prescripción de ejercicio terapéutico. Cerciórate de que todos los cursos que quieras hacer sean impartidos por profesionales reconocidos.
Cuando hablo de profesionales reconocidos, no me valen esos del “he sido profesor de universidad durante 20 años”, “he impartido este curso muchas veces con una gran acogida”, etc. Te puedo mencionar muchos profesores de universidad cuya formación no tiene en consideración la evidencia científica y eso, cuanto menos, me haría dudar de la calidad del curso. Sin mencionar, la cantidad de humo que nos venden. Además, tener los cursos llenos no tiene necesariamente por qué implicar que son buenos, hay veces que somos muchos los que nos equivocamos en cadena. Sí, me incluyo, porque yo he hecho varios cursos cuya utilidad era inexistente.
Volvamos al tema del ejercicio y las máquinas… Algo que me encuentro frecuentemente cuando leo comentarios en grupos de las redes sociales es que tendemos a comportarnos como esos que siempre quieren estar a la moda, que siempre se compran el teléfono más moderno el primer día que sale al mercado. Es lo que llamamos en mi tierra “culo veo, culo quiero”. Queremos estar a la última, queremos tener la maquinita más rara y más cara, porque eso da caché a nuestra clínica. A más aparatejos, más pacientes; esa es la forma de medir nuestro valor. Lo de mandar ejercicios es demasiado común y no luce tanto.
Esto es lo que hace que la cultura de Fisioterapia que tenemos en algunos países sea, cuanto menos, criticable. Debemos enseñar a la gente que ellos son la parte esencial del tratamiento y que los ejercicios que les prescribimos son la herramienta fundamental para su recuperación.
Con todo esto no estoy diciendo que debamos desechar todas las máquinas que usamos en Fisioterapia, sino que debemos tomar el ejercicio como arma fundamental y las máquinas como complemento, usando sólo aquellas con una base científica plausible. Básicamente usar las máquinas cuyo uso tenga evidencia científica de calidad.
Espero que esta entrada te haya hecho pensar unos minutos y te replantees la forma en la que trabajas, por el bien de la Fisioterapia y de tus pacientes.
La imagen de cabecer es dominio público de Pixabay.
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