El hecho de que muchas personas consideren que el miedo a las arañas es algo imposible de manejar, me obliga a salir de mi guarida y gatear para ir a buscar respuestas a esta fobia. Para saber más pregunté a la investigación psicológica…..
¿Puede ser por casualidad que tanta gente le tenga miedo a las arañas?
Una teoría prominente afirma que en los albores de la evolución humana, las arañas representaron una amenaza, por lo que hemos desarrollado una especie de reacción que se desencadena a su vista.
Este comportamiento se puede observar en niños de tres años. Cuando ambas arañas, cucarachas o hongos aparecen en las fotos, los niños son mucho más rápidos encontrando arañas (LoBue 2010). Esta encuesta reveló que los niños en realidad comparten este prejuicio de atención al detectar la presencia de arañas. Estos resultados proporcionan la primera evidencia de que los niños pequeños han incrementado la detección visual de las arañas.
Sin embargo, no todos están de acuerdo con esta teoría evolutiva, y algunas personas afirman que en realidad aprendemos nuestro miedo a las arañas a una edad temprana.
Aunque se sabe que el miedo es conocido, no parece ser un componente innato. Todos podemos aprender a tener miedo de las arañas muy, muy rápidamente. Sería necesario comprender e investigar si las grandes emociones como la ira, el amor y el miedo son innatas o aprenden.
¡He visto una araña enorme!
Para aquellos que sufren de aracnofobia, el miedo a las arañas hace que parezcan ser la araña más grande de lo que realmente es.
En un estudio, se pidió a personas con aracnofobia o miedo a las arañas a mirar tarántulas de varios tamaños y luego estimar su tamaño (Vasey et al., 2012). Aquellos que tenían más miedo de las arañas, más sobreestimaban su tamaño.
Obviamente, esta distorsión perceptiva no es de mucha ayuda para controlar la fobia.
El miedo afecta a la percepción de distancia
De la misma manera, las personas que temen a las arañas las perciben como más cercanas si se dirigen hacia ellas. Los investigadores ponen a los participantes en un video de arañas que se dirigen hacia ellos. Los académicos estimaron entonces el “tiempo de colisión” que los participantes habían percibido (Vagnoni et al., 2012). Incluso en este estudio, aquellos que tenían más miedo que las arañas son aquellos que también subestimaron la distancia que los separaba de la araña.
La coautora de este estudio, Stella Lourenco, explicó: “Las personas que temen más a las arañas, por ejemplo, piensan que la distancia entre ellas y la araña es muy pequeña. Así que piensan que la araña se acerca.” Esto tiene un sentido adaptativo: si un objeto es peligroso, es mejor reaccionar medio segundo antes que medio segundo después.
Terapia del miedo a las arañas
La aracnofobia se puede curar en breves sesiones. Seis meses después de una terapia, doce personas que incluso tenían miedo de ver incluso una foto de una araña podían sostener una tarántula en sus manos (Hauner et al., 2012). La terapia lentamente involucró al paciente en la exposición a una tarántula, corrigiendo algunos pensamientos equivocados y prejuicios sobre esta especie.
La Dra. Katherina Hauner dice:”Mucha gente pensaba que la tarántula podía saltar de la jaula o sobre ella. Algunos pensaban que la tarántula podría causarles maldad intencionalmente. Pero yo les enseñé y les hice entender que la tarántula es frágil y que está más interesada en buscar un escondite para su propia seguridad. ”
Consejos para tratar la aracnofobia “en casa
Para los que buscan un hogar para cuidar de la aracnofobia, aquí hay dos ideas rápidas:
Observe cómo otra persona interactúa con una araña. Esto ha demostrado ser una contribución a la reducción de la respuesta temerosa (Golkar et al., 2013).
Muy despacio, puedes estar tranquilo y acercarte a una araña. Esto es lo que los psicólogos llaman “terapia de exposición”. La terapia de exposición es capaz de curar muchas otras formas de fobia.
Describa sus sentimientos en voz alta. Sólo describiendo tus sentimientos puedes ayudar a disiparlos y mitigarlos, según un estudio realizado por Kircanski et al. (2012).
Nota sobre la prevalencia de las especies arácnobas
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