Para analizar bien este punto, primero tenemos que desarrollar la idea o el concepto de Dios, cosa difícil en una sociedad atea, agnóstica y condicionada por las religiones de masas de nuestra época.
El yoga sí que cree en la existencia de un Dios creador supremo (llamado Ishvara o Brahman), y es por lo tanto una filosofía teísta, o más concretamente, monoteísta. El yoga, como he dicho en otras ocasiones, está amparado bajo el paraguas del hinduismo, y a pesar de que no es una religión, ni hay que convertirse al hinduismo, o creer el los preceptos del hinduismo, sí que comparte muchas ideas fundamentales con él.
A veces se piensa que el hinduismo es politeísta, es decir, que tiene a muchos dioses en su panteón, pero eso no es del todo cierto. El hinduismo, al igual que el judaísmo, el cristianismo y el islam, es esencialmente monoteísta, lo que sucede es que a las diferentes manifestaciones o atributos del Dios Uno se le da un nombre y una personificación, por eso, no es extraño ver a hindúes adorando a diferentes dioses, pero en realidad adoran al Uno. Lo mismo sucede con los mantras, o sílabas sagradas de poder, que invocan y evocan los nombres de diferentes dioses; pero hay que comprender que en esencia solo hay un Dios único y omnipotente, cuyos atributos se individualizan.
Pero vayamos al origen de este punto: ¿Qué es Dios? ¿Existe Dios? ¿Cómo podemos saber de su existencia? ¿Qué significa rendirse y colaborar con él?… Veis que hay muchas respuestas a dar, y todas ellas difíciles.
Dios es el principio de vida, el creador del universo, la esencia de todo… Debido su complejidad, en las tradiciones se le conoce como El Creador, El Altísimo, El incognoscible, El todopoderoso (Pantokrator), El Ser Supremo, El Padre, etc.
La etimología del nombre proviene de la tradición protoindoeuropea, de la tradición védica de la India, donde era conocido como Dyaus Pita (Padre Celestial), y de ahí, tanto su nombre como su concepto fue transmitiéndose a través de las diferentes tradiciones:
Dyaus Pita (sánscrito)
Zeus Pater (griego)
Iu Piter (latín pagano)
Deus Pater (latín cristiano)
Dios Padre (español)
Otras tradiciones lo conocen como Yavhé o Alá, mas poco importan los nombres que se le den, sino el concepto, porque no hay diferentes dioses, solo hay uno, aunque se le llame de diferentes formas.
El concepto más importante es el de Creador, sostén y principio de vida. Todo lo creado en este universo tiene un creador. Mirad a vuestro alrededor: todo lo que veis ha sido creado por alguien, desde la herramienta más insignificante hasta la obra de arte más hermosa, pasando por nuestros cuerpos físicos. ¿Cómo el universo todo no iba a tener un Creador? Para mí esto resulta de cajón de madera de pino, aunque los ateos y agnósticos dirán que el universo lo creó el Big-Bang y que después de eso, la ciega evolución orquestada por las leyes naturales han ido generándolo todo. Sí, es posible, pero, ¿quién creó el Big-Bang o las condiciones para que el Big-Bang se diera y se expandiera de la forma que lo ha hecho? Aquí surgen dos posturas:
La Creacionista.
La Evolucionista.
Hace poco me preguntaron: ¿Tú eres creacionista o evolucionista? Las dos cosas, respondí. ¿Cómo es eso posible? Pues creo que hubo una mano hacedora, y que después ha habido una larga evolución de la materia, pero no guiada por leyes ciegas, sino por leyes inteligentes.
¿Existe Dios realmente? ¿Cómo podemos saberlo?
A Dios Padre nadie le ha visto… Yo no conozco a Dios, ni le he visto, ni sé casi nada sobre él. Pero para tratar de responder esa pregunta, vamos a utilizar la filosofía samkhya:
Hay tres formas de obtener conocimiento sobre algo: Por percepción directa (suponiendo que no nos engañen los sentidos), por razonamiento adecuado y por testimonio verdadero.
Bien, quitando a cuatro o cinco místicos o elegidos (profetas) que han tenido el privilegio de conocer a Dios personalmente (o acercarse a él), y suponiendo que no les hayan engañado sus sentidos en una alucinación (algo muy habitual), lo que nos queda es utilizar el razonamiento adecuado y fiarnos del testimonio verdadero, o supuesto testimonio verdadero (las Santas Escrituras de las diferentes religiones).
Vamos primero con el tercer punto: Podemos tener fe y creernos lo que dicen las Sagradas Escrituras, y en ese caso ya no tendremos dudas de si existe Dios o no. Hay mucha gente que cree en ellas y a través de ellas encuentra revelación, consuelo e incluso salvación.
¿Pero y si no creemos en ellas? ¿Y si no son tan divinas ni inspiradas por Dios, sino por el hombre? Como tampoco hemos visto a Dios, solo nos queda el segundo punto, el del razonamiento adecuado, el de la deducción lógica. Pero este razonamiento ha de ser muy elaborado, porque si no, fácilmente caeremos en el ateísmo o en el agnosticismo. ¿Lo veis? ¿Por qué nuestra época está caracterizada por un marcado ateísmo y agnosticismo? Porque nadie ve a Dios y casi nadie cree en el testimonio verdadero de las Escrituras; solo les queda el razonamiento sobre Dios, que si es erróneo o incompleto, les lleva directa y lógicamente a la creencia en la no existencia de Dios (ateísmo), o a la indiferencia ante todo lo relativo a Dios y los reinos espirituales (agnosticismo).
Aquí hay un problema de base muy importante, el condicionamiento de las personas. Si una persona es creyente de alguna religión desde pequeña, es muy difícil hacerle cambiar de parecer. Si una persona es atea o agnóstica, es muy difícil hacerle cambiar de parecer (a no ser que tenga la gracia de ser inspirada de alguna forma y que la fe nazca en ella). Angosta es la puerta que lleva a la verdad..., y no hay lugar donde recostar la cabeza (certezas absolutas), por todo ello, la duda siempre campará a sus anchas. Siempre habrá dudas sobre la existencia de Dios, siempre… Hasta que tengamos percepción directa sobre él y se disipen las dudas.
¿Qué hacer mientras tanto? Utilizar el razonamiento adecuado y tener algo de fe en las Escrituras y en lo que han dicho los profetas y sabios de antaño.
¿Qué sentido tiene la vida si se acaba todo? ¿Qué sentido tiene nuestra existencia si al morir nuestro cuerpo, se acaba todo para nosotros? ¿Realmente hay una ciega inteligencia guiando el universo y tan poco vale cada vida si tras un fugacidad es apagada en un silencio eterno? Absurdo.
A mí el razonamiento me invita a creer en la existencia de Dios y en un plan inteligente; me invita a pensar que somos mucho más que materia y que de alguna forma sobrevivimos a la destrucción de la materia en esa palabra sórdida llamada muerte. La razón me insta a creer que hay algo de cierto en los textos sagrados que nos han legado los antiguos. Trato de comprender para creer, y de creer para comprender, como decía San Agustín de Hipona.
¿Cómo rendirnos y colaborar con Dios?
O dicho de otro modo, ¿cómo colaborar con su plan? Por supuesto que si no crees en Dios o en la existencia de un plan divino, esto no te interesa, así que mi recomendación es que te saltes este punto y pases directamente a hacer asanas, que eso está muy de moda. Disfruta de la vida todo lo que puedas y mientras puedas, y después, cuando llegue tu hora…, pues ya se verá qué pasa.
Ishvara pranidhana significa colaborar con Dios, convertirse en un servidor de Dios. Para ello, claro está, primero hay que creer en Dios, y por ese motivo he dedicado los párrafos anteriores a tratar de dar argumentos, no para convencer a nadie, sino para generar un pensamiento crítico y que cada uno llegue a sus propias conclusiones.
¿Cómo colaborar? Pues tan sencillo como tratar de construir un mundo mejor con nuestra palabra, pensamiento y acción.
Este mundo esta lleno de injusticias, de odio, de separatividad, de sufrimiento… Piensa que somos una gran familia, piensa que estamos aquí como peones de albañilería para construir un mundo mejor, para convertir la Tierra en el Cielo…
¿No sabes qué hacer ni cómo hacerlo? Yo tampoco… Por eso este punto es Ishvara pranidhana, rendición…
Oh señor, haz de mí un instrumento de tu paz...
Oh señor, hágase tu voluntad y no la mía… Que mi palabra y mi acción estén en la medida de lo posible supeditadas a tu gran voluntad, y que mi voluntad personal influya lo mínimo posible...
Oh señor, guíame… Que todo lo que digo y hago, sea para tu mayor gloria, y si me equivoco, porque mi mente es ignorante y mi voluntad a veces se tuerce, perdoname...
No es nada fácil este punto: ni entenderlo, ni explicarlo, ni practicarlo; y menos hoy en día, donde el materialismo y el exceso de racionalismo campan a sus anchas. No es fácil hablar de Dios en un mundo donde te tachan de tonto e ignorante si crees en Dios; donde te tachan de infiel o pagano si no sigues la misma religión de otra persona.
Yo sé muy poco sobre estos temas, me considero ignorante, no soy una autoridad en la materia. Yo me guío por la luz de mi razón y por la voz de mi corazón, y como practicante de yoga y ser humano, trato de entender bien este concepto y de explicarlo lo mejor posible. Dicho esto, que cada uno siga la voz de su intelecto y de su corazón lo mejor que pueda, e igualmente, que colabore con Dios lo mejor que pueda; que haga todo lo que pueda por hacer de este mundo un poco mejor de lo que es.
14ª lección del Curso de yoga para intermedios:
Aimar Rollán