Es habitual, tanto en consulta como en la vida real, que llegue un punto en el que digas “he probado todo y nada funciona“. Este punto causa desesperación y angustia, acabas por darte cuenta de que hiciste todo lo que te dijeron tus amigos, compraste libros de autoayuda y tampoco te han funcionado, estás empezando a sentirte deprimido y tu entorno también se ve afectado, parece que te anulas y si avanzas lo haces arrastrando tu cuerpo y tu alma. ¿por qué parece que te hallas en una espiral de la que no puedes salir?
Me atrevería a decir que se debe a que sigue existiendo un cierto miedo a sentir las emociones, miedo a vernos arrastrados por ellas a un pozo oscuro del que no podemos salir. Lo paradójico es, que nos vemos atrapados por ellas al intentar hacerlas de lado y no mirarlas a los ojos. Nos arrastramos con un malestar constante, es como el niño que no para de demandarnos atención y hasta que no le decimos “¿Qué quieres?” no deja de darnos la tabarra.
Leslie Greenberg, autor de la Terapia Focalizada en la Emoción, dice que cada cual debe hallar su forma de relacionarse con sus propias emociones. No hay recetas mágicas, hay unas pautas, pero cada persona es de una manera y por lo tanto, su forma de encarar las cosas es diferente; de aquí podemos extraer la respuesta a que algunos consejos no nos valgan para nada, aunque a fulano o mengana le han funcionado muy bien, pero a nosotros no.
Todos somos razón y emoción, pero la sociedad y las enseñanzas que nos transmiten muchas veces distan de integrar estos dos aspectos y pueden hacer que la expresión de emociones se vea coartada (no muestres tus sentimientos o te harán daño). Te sonarán frases como “mantén el tipo”, “contrólate”, “piensa antes de actuar”, etc. Y si no logras hacerlo tomas la alternativa, “yo me dejo fluir”, “que pase lo que tenga que pasar”… Pero nosotros podemos trabajar para modificar todo esto, para vivir en armonía con nosotros mismos, con nuestra razón y nuestro corazón integrados.
Para Greenberg la creatividad es la expresión máxima de la integración de la razón y el corazón, aquí nos dejamos fluir (experiencia de flow) a la vez que se van revelando nuevas ideas, imágenes o formas de expresión.
Curiosamente, cuando nos hallamos entrampados en nuestros sentimientos, cuando todo y todos ya nos agobian y parece que sólo contribuyen a nuestro malestar, nos decimos que necesitamos un cambio de aires. Para poder hablar de nuestros sentimientos necesitamos un entorno seguro y validante. Por eso comenzamos a buscar nuevos círculos en los que poder expresar nuestros sentimientos, nueva gente que no nos juzgue, con la que nos sintamos queridos.
Quiero añadir como inciso que, creo que es de aquí de donde nace exactamente la necesidad de reconocimiento, de que el otro me vea y me diga que existo y que soy suficientemente bueno y válido. Pero en verdad no necesitamos de los otros, es una falacia. Hemos aprendido que no es bueno expresar y reconocer abiertamente nuestras emociones con los otros, pero esto implica que tampoco es bueno reconocernos a nosotros mismos que las tenemos, esto provoca que nos anulemos a nosotros mismos, que nos neguemos una parte de nuestro ser.
Entonces, puedes cambiar de aires, probar miles de cosas diferentes a las que haces normalmente, pero habrá una parte de ti que siempre sentirá que le falta algo. Escucha a esa voz interna, a esas emociones que luchan por ser oídas y pregunta qué necesitan, cuando las consigas escuchar éstas serán más claras y podrás integrarlas sin que te molesten. Podrás hallar el equilibrio entre la razón y el corazón y solucionar las situaciones que tengas que enfrentar.
Tienes la capacidad de cambiar todo esto. No digo que sea fácil, y recomiendo que si te encuentras en esta situación en la que tus emociones y tu razón no se encuentran y te hallas desbordado pidas ayuda, que te apoyes en la gente que quieres y si lo necesitas que busques ayuda profesional. No te embarques solo en este proceso, tú eres el capitán del barco, pero este navegará mejor si la tripulación está completa.
¡Ánimo, tú puedes!
“Me doy cuenta de que si fuera estable, prudente y estático; viviría en la muerte. Por consiguiente, acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales, porque ese es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante.” Carl Rogers
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