El enamoramiento. De las drogas naturales al trabajo de la pareja.

Hoy vamos a hablar del enamoramiento. De ese momento tan intenso, tan enérgico, tan vital y tan químico.

Siempre me ha parecido fascinante el funcionamiento del organismo en ese estado, y es que, cuando estamos bajo el efecto del enamoramiento nos sentimos casi invencibles y profundamente felices. Nuestro cerebro trabaja duramente y el flujo hormonal y de neurotransmisores es una auténtica locura.

Enamoramiento


A través de esta química sentimos una cierta adicción hacia alguien y es que, en muchos aspectos, el funcionamiento de este proceso es similar al de alguna droga y las manifestaciones que se dan son parecidas en múltiples ocasiones, a las de un trastorno obsesivo compulsivo.

¿Qué sucede cuando estamos enamorado/as?

La FEA (Feniletilamina) es una anfetamina natural que activa la secreción de Dopamina y actúa como neurotransmisor. De forma exógena, la encontramos también en algunos alimentos como en el chocolate o el queso. Cuando nos enamoramos, liberamos esta sustancia en grandes cantidades, siendo la principal culpable de una parte importante de los cambios fisiológicos y emocionales que se producen en dicho estado, como por ejemplo la pérdida de apetito, la euforia o la falta de sueño.

Activación de los centros del placer. Se elevan los niveles de Dopamina, la cual actúa directamente en una zona cerebral responsable del placer. La simple atracción, ya  genera el aumento de esta sustancia. Las personas enamoradas se sienten eufóricas, felices, llenas de energía. Sucede además, que esta sustancia interviene en el sistema de recompensa.  Cada vez que estamos con la persona que nos ha enamorado, nos genera placer y eso envía señales al cerebro que, indican que estaría bien que repitamos la experiencia porque nos ha generado bienestar y felicidad. Se produce exactamente el mismo mecanismo que se genera ante el uso de muchas drogas.

La hormona Oxitocina actúa también como una droga, liberando dopamina, noradrenalina y serotonina, neurotransmisores que ayudan a inundar el cerebro de feniletilamina, sustancia que hemos mencionado anteriormente. La oxitocina es llamada la hormona del amor y no solo está presente en el enamoramiento, sino que se libera durante el orgasmo, en las mujeres a la hora del parto y en la lactancia materna y en hombres con la implicación de la crianza de sus hijas e hijos. Tiene la peculiaridad de que cuanta más hormona se libera, más unión se siente hacia la persona amada. A través de la imaginación o de las expectativas, también se activaría este mecanismo hormonal.

Serotonina u hormona de la felicidad. Cuando estamos bajo los efectos del enamoramiento, los niveles de serotonina son elevados, generándose bienestar, felicidad, buen humor, etc. Es probable que estemos más sociables también, y es que, esta hormona es un inhibidor natural de la ira, la tristeza y de la agresividad. Tanto es así, que cuando se presenta el desamor, los niveles de serotonina caen en picado, sintiendo cierta obsesión y depresión por la pérdida.

La noradrenalina. Dosis extra de adrenalina natural. Es responsable del aumento de la frecuencia cardiaca, de la presión arterial, de la frecuencia respiratoria, así como de la sudoración y rubores que pueden aparecer en las primeras etapas de este fenómeno. Se produce una situación de alerta y activación fisiológica.
A simple vista, parece que los efectos son maravillosos, pero no nos engañemos,  el vivir enamorado permanentemente generaría unos niveles de estrés en nuestro organismo que resultaría poco adaptativo. Es por ello, que este suceso tiene una duración limitada que oscila entre  unos pocos  meses hasta una media aproximada de dos  años. Se produce una habituación del organismo ante semejante torrente hormonal y actividad cerebral, desencadenándose mecanismos de compensación que, poco a poco van normalizando la situación. Por ello, alrededor de los dos años,  muchas  parejas refieren que no sienten la misma pasión, que la relación ha cambiado, que ya no se sienten tan vitales ante la otra persona o no piensan de forma tan obsesiva en ella. Se plantean duramente si la relación debería continuar, sin darse cuenta de que lo que ha sucedido es una evolución de la misma. Algunas personas no cesarán la búsqueda constante de los efectos de este tsunami cerebral e irán navegando de relación en relación esperando que, en alguna ocasión estos fenómenos sucedan eternamente.

Otras muchas, aprenderán que cuando termina la droga del enamoramiento comienza el trabajo verdadero de la construcción de la relación. No será un camino de rosas, eso es seguro, pero será una vivencia real y no el efecto de una distorsión de percepciones, de sentimientos ni una búsqueda de un yo ideal.

Suelo explicar a las parejas que imaginen que tienen un jardín y contratan a un jardinero. Eso sería el enamoramiento. El jardín siempre estaría precioso, regado, podado, germinado, no tendría nunca malas hierbas. Sería un jardín perfecto.  De pronto el jardinero se nos marcharía un día sin avisar y no podríamos contratar a más. Si no atendemos del jardín, se nos echará a perder. Pero si lo mimamos, regamos y cuidamos Lo seguiremos teniendo precioso. Nos encontraremos con plagas de pulgón, de araña blanca, orugas y lo mismo hasta con topos o quizá alguna inundación que nos deje el jardín fatal, pero si seguimos trabajando en él Lo conservaremos. Eso es lo que sucede cuando pasa el enamoramiento, así que, si tienen jardinero vigilen de cerca el jardín y si no lo tienen, es un gran momento para seguir trabajando en él.

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