Dependiendo del grado de la enfermedad, los pacientes con talasemia menor pueden llegar a tener una ligera anemia, mientras que aquellos con una talasemia mayor deben someterse a transfusiones cada 3 ó 4 semanas, siendo el trasplante de médula ósea la única cura posible.
La estrategia de prevención más apropiada es ofrecer un diagnóstico prenatal a las parejas que puedan tener riesgo con un estudio de hemoglobina. "De este modo, se puede obtener una gran reducción del número de recién nacidos afectados, ya que potencialmente existe aproximadamente un 25% de posibilidades de que una pareja en la que ambos sean pacientes con talasemia menor tenga un hijo con talasemia mayor", afirma la doctora Ana Villegas, jefa del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Clínico San Carlos.
Los niños con talasemia suelen nacer sanos, pero se vuelven anémicos a partir de los seis meses de vida. "Es necesario, por tanto, educar a la sociedad sobre los problemas de la talasemia e informar acerca de esta enfermedad, ya que todavía hay muchas personas con talasemia menor que no saben que la tienen", señala Javier Metidieri, tesorero de la Asociación Española de Lucha contra las Hemoglobinopatías y Talasemias (ALHETA)
Gracias a los avances en la investigación de esta enfermedad, los pacientes con una talasemia mayor pueden disfrutar de un estilo de vida que se acerca a la normalidad, pero no debemos de bajar la guardia. Si has tenido antecedentes de esta enfermedad en tu familia, es conveniente que te realices un estudio de tu hemoglobina para prevenirte tanto a ti mismo como a tus hijos.