Cuando el amor aparece, la perspectiva de la vida cambia por completo. Se producen cambios significativos a muchos niveles, tanto físicos como psíquicos. La percepción, la atención, la memoria, la sensibilidad, etc. entran en la dimensión del amor. El crecimiento personal de la pareja está unido en una confianza mutua que actúa de detonante de la libertad de amor.
La fidelidad es una de las características y virtudes más valoradas en la pareja (por encima de la inteligencia) y llega a ser tan importante que se convierte en la base indiscutible de la confianza en una relación.
El acto de la infidelidad contiene como parte de sí mismo la mentira cuando de antemano ha habido un compromiso. La infidelidad, además de ser una de las principales causas de divorcio, genera desconfianza y frialdad y, aunque no siempre tiene que terminar en una ruptura, sí es uno de los motivos que mayor dolor puede causar en una relación.
Ahora bien, ¿qué se esconde tras el engaño?
La monotonía. Una pareja sumida en la rutina y en el aburrimiento corre el peligro de que aparezca un tercero que aporte misterio y encanto.
Sentirse devaluado. Si un miembro de la pareja se centra sólo en sus objetivos personales y no en los de ambos, el otro no se siente valorado.
Relaciones deficientes. Se tiende a buscar fuera la satisfacción sexual de no encontrarse en la propia pareja.
Dependencia emocional de los padres. Una conducta infantil latente no aporta apoyo y deja en el aire la necesidad acuciante de ser escuchado y atendido.
Búsqueda de nuevas sensaciones. Si se acaba la seducción del enamoramiento, hay quienes necesitan recuperarlo y llevan a cabo todas sus fantasías sexuales con el amante, en lugar de hacerlo con la pareja.
Sentir amenazada la libertad. Cuando la pareja es asfixiante o nos da pánico quedar atrapados en una relación, necesitamos sentirnos libres cometiendo actos de infidelidad.
Fuente: Eselamor.net