Por ello, es importante que conozcamos cuáles son las consecuencias que esto puede tener, tanto a nivel mental como corporal, pues un ambiente intestinal desequilibrado puede estar relacionado con la fibromialgia, la fatiga crónica, el espectro autista, la ansiedad o la depresión.
Antes que nada, aclarar que cuando hablamos de mala alimentación nos referimos a un aporte insuficiente o excesivo de uno o varios nutrientes. Por lo tanto, si una persona no satisface sus necesidades alimenticias diariamente, se pueden generar graves problemas de salud. Algunos de ellos son:
1. Mal descanso. La calidad del sueño tiene un pilar fundamental en la alimentación. Si llevamos una mala alimentación, podemos sufrir problemas de insomnio o sueño poco profundo como consecuencia de comidas excesivas por la noche e indigestiones. Además, la falta de sueño y la escasez de ciertos nutrientes provocan modificaciones en el carácter y comportamiento de las personas y depresión. Una mala alimentación unida a un mal descanso, la fatiga y a cambios de carácter constantes suelen producir graves problemas de salud.
2. Sufrir depresión. El riesgo de sufrir cuadros depresivos está relacionado con el sobrepeso. La depresión es un trastorno mental que afecta a más de 350 millones de personas en el mundo. Además, es la principal causa de discapacidad y aumenta considerablemente la capacidad de enfermar.
3. Aumento de peso. Una de las consecuencias más visibles. Pero su gravedad no es simplemente una cuestión estética, sino que la obesidad trae consigo varios problemas: mayor presión sanguínea, acumulación de grasas en las arterias, aumento del colesterol y aparición de problemas cardiovasculares. Además, aumenta la probabilidad de sufrir diabetes.
4. Envejecimiento acelerado. Comer mucho y escoger alimentos inapropiados produce una aceleración del envejecimiento celular. Los alimentos con alto contenido en azúcar, las carnes rojas, bollería y productos que estén excesivamente fritos, aceleran el envejecimiento. Por el contrario, los alimentos que tienen un alto nivel de antioxidantes previenen el envejecimiento prematuro.
Además, no debemos olvidar que el intestino y el cerebro están conectados mediante el nervio vago, lo que supone que las bacterias intestinales pueden provocar importantes efectos en el cerebro si nuestro intestino no está bien regulado.
Por ello, es muy importante cuidar la alimentación para evitar que nuestras células se inflamen, tanto las del cerebro como las del cuerpo. Porque es esta inflamación celular la que provoca que engordemos, suframos determinadas enfermedades, envejezcamos antes o, incluso, que algunas unidades celebrarles mueran, desencadenando males como el Alzheimer.
Aunque es muy difícil detectar la inflamación celular 'silenciosa' debido a que es asintomática y, por lo tanto, los médicos no se pueden adelantar a su aparición, sí que existen unos marcadores en la sangre, las citoquinas y adipoquinas, que permiten saber si hay inflamación aunque la enfermedad aún no se haya manifestado. Además, si llevamos una alimentación equilibrada podremos prevenirla.
Así mismo, los ácidos grasos Omega 3 son fundamentales porque reducen la inflamación tanto en el cerebro como en el intestino. Debido a su importancia para la vida, deberíamos consumir diariamente al menos 2,5 gramos de ácidos grasos Omega 3 de cadena larga, ya que así también podremos mantener la visión, lograr unos niveles óptimos de tensión arterial y controlar los tiglicéridos. Así mismo, el Omega-3 produce saciedad, es antiinflamatorio y controla la glucemia, fundamental a la hora de perder peso y controlar la diabetes.
En el siguiente post encontrarás qué alimentos son ricos en Omega 3.
Así que ya sabéis, tener una buena alimentación no es importante solo para tener un cuerpo 10, sino que influye en muchos más aspectos de los que podemos imaginar.