¿Qué guardas en tu mesita de noche?
¿Junto a los libros, el reloj, los anillos y carnets antiguos, tienes algún dildo o vibradores?
Has entrado alguna vez en un sex shop? ¿Eres de las que tienen juguetes eróticos o de las que no los han probado nunca?
Aunque parece que los consoladores se remontan a hace unos 28.000 años, fue en Grecia donde su uso era muy extendido. Incluso la ciudad de Mileto logró fama gracias a sus consoladores en cuero. Los Olisbos eran falos con testículos, que se podían hacer en madera, piedra, cuero o cera.
En esa época, hace unos 2600 años, la masturbación no estaba mal vista. Incluso Diógenes tenía la costumbre de levantarse la toga en el Agora y darle a la zambomba delante del público, acto que era reconocido por el medico Galeno como de persona culta, ya que evitaba los riesgos de salud que producen la retención del semen.
Pero llegó la edad media. Y con ella, el oscurantismo total. El cuerpo ya era un pecado en sí mismo. Algo de lo que no hemos salido hasta los años 70?
A finales del siglo 19 era común que las mujeres fueran a la consulta del médico a que les masajeara el clítoris. Era el remedio para la cura de la histeria, o del útero ardiente, que causaba ansiedad, irritabilidad, fantasías sexuales y lubricación vaginal. Vamos, un calentón del quince sin resolver!
Fue una solución médica la que dio origen al vibrador, en 1880, para que los doctores no sufrieran de problemas en sus manos de tanto frotar los botones de las pacientes. Seguro que ahora, con la vuelta a la medicina natural, podríamos retomar los negocios y abrir consultas especializadas para hacer bailar al clítoris como si esquivara disparos en Matrix?
Desde el vibrador de Hamilton a la actualidad se han desarrollado una infinidad de artefactos eróticos. Anales, vaginales, de punto G, de doble penetración, en forma clásica de dildo, gigantes, de bolas, huevos vibradores con mando a distancia, penes de actores, miniaturas y balas, entrenadores anales, vibradores con bombas de vacío para aumentar el tamaño del clítoris, lenguas vibradoras, anillos vibradores para tu pareja, tangas vibradores, incluso con forma de berenjena o de plátano?
Bueno, ya sabemos que todo eso existe. ¿Y ahora? ¿Lo compramos y lo usamos?
El uso de juguetes puede suponer un aliciente y una variedad en los encuentros sexuales. Bien sea con tu pareja o con nuevas parejas. A los hombres no nos suele asustar que una chica tenga juguetes eróticos, es más, nos gusta usarlos con ella y compartirlos.
Un estimulador de punto G puede llevarte a un orgasmo con squirting, y te aseguro que si tu chico lo consigue estará mucho más contento que con el mejor polvo del año. No te sientas egoísta por recibir placer. Cuanto más placer y más orgasmos consigas en tus encuentros, mejor para la estabilidad emocional de la pareja. Si la única función del clítoris es dar placer, mejor aprovecharlo y que complemente el placer vaginal, anal y del punto G, ¿no? El glande del clítoris, una vez retirado el capuchón, tiene unos 8.000 puntos de estimulación. El doble que el glande de un pene. Si hasta en eso nos ganáis?
Puedes comprar juguetes en un sex shop real o virtual a través de la red. Ahora también tienes algunos puestos de venta automática, donde junto a los refrescos y los snacks hay máquinas expendedoras de juguetes eróticos y fetiches.
Si te sonrojas sólo de pensarlo, coméntalo con tus amigas, y a lo mejor te sorprende quien tiene costumbre de jugar con silicona y quién no. Los tupper sex han ayudado mucho a soltarse la melena y además ahora ya sabemos definitivamente que no perdemos la vista, el oído ni la inteligencia por darle al play.
Pero ¿cómo reaccionas si quien tiene los juguetes es tu chico? ¿Te molesta pensar que quizá es mucho más abierto y experimentado que tú? Siempre se está a tiempo de aprender nuevas proposiciones sexuales. Empieza por algo que no te incomode. Un anillo para jugar los dos o una bala para darle marcha a tu clítoris y puedes ir subiendo a una doble penetración donde tu chico utilice la ayuda de un dildo o pedirle que te masturbe con algún juguete. Seguro que le gustará.
Aprender a pedir lo que te gusta, como te gusta y pedir que te lo hagan es la mejor forma de estar en sintonía con tu pareja.