Nuestra mente suele cometer muchos errores, uno de ellos consiste en la distorsión mental.
La distorsión mental, consiste en ver lo que ocurre a nuestro alrededor o dentro de nosotros de forma equivocada.
Realmente es habitual, en diferente grado, que distorsionemos los hechos a nuestra forma de verlos, en lugar de verlos como son realmente.
Nuestra mente suele pensar de forma ingobernable, nuestros estados anímicos son variables y desordenados, nuestros miedos, nuestras ideas, nuestro subconsciente, etc, todo un potaje, que tiende a distorsionar la realidad.
Si somos una persona con estabilidad psíquica y mental, sin ofuscación (enfado o confusión mental), sin avaricia, ni odio y además tenemos la mente educada y bien gobernada, podremos ver las situaciones que nos presente la vida o nuestros propios pensamientos con razonamiento, claridad y precisión.
Uno de los principales elementos que distorsionan el razonamiento, es un fenómeno por el cual alteramos nuestro comportamiento cuando nos consideramos observados, a este fenómeno lo denominamos reactividad.
La reactividad suele ir unida a la ofuscación siendo mucho más peligrosa que la reacción que tengamos, puesto que la reacción consiste en una acción que realizamos en un momento dado, pero la reactividad se queda dentro del pensamiento machacando nuestra mente una y otra vez, generando sentimientos tales como la rabia, el odio, o la venganza.
Cuando sentimos esa reactividad, la mejor solución es esperar a que se pase, llenándonos de paciencia.
El odio, la impaciencia, la envidia, solo consiguen que no pensemos con claridad, nos sintamos infelices y no razonemos adecuadamente, entonces…
¿Por qué no eliminar todos esos sentimientos negativos?
Realmente ellos solo sirven para hacernos sentirnos mal y que los que nos rodean nos consideren odiosos, a nadie le gusta estar rodeados de personas malhumoradas, llenas de envidia o simplemente protestando por todo.
También existen sentimientos tales como el apego o la aversión, los cuales distorsionan gravemente la mente.
El apego, especialmente, en el caso del enamoramiento, nos genera una fuerte necesidad hacia esa persona que nos atrae, que llega a nublar nuestro razonamiento y solo vemos las bondades de esa persona, como la aversión a una determinada persona o cosa que nada más verla o escuchar que alguien la nombra, sentimos un sentimiento de rechazo.
El sentimiento de aversión, podríamos compararlo con algún alimento que no nos guste, por ejemplo, a mí, la mostaza no me gusta, el pensar en ella me hace sentir asco.
En cambio, seguro que todos salivamos (y eso que no soy de comer dulce), al pensar en el mostrador de una pastelería, su exquisito aroma… esto sería el apego a los pasteles, pero si necesitamos los pasteles, como a esa persona de la cual estamos enamorados, el apego se convierte en problema.
Es muy importante tener un autocontrol, no deberían afectarnos insultos, ni alabanzas, deberíamos saber que todos somos insultados y alabados.
Tanto los insultos, como las alabanzas, se las lleva el viento, entonces ¿por qué hemos de darles tanta importancia?
Otra forma de distorsionar la mente es la mitomanía, otro problema de la mente donde la persona distorsiona lo que ve y sigue distorsionándolo cuando se expresa.