Tú sabes quién eres.
Por mucho que lo has intentado, nunca te ha gustado ir al gimnasio.
Tal vez incluso haz contratado a un entrenador personal unas pocas veces, esperando que al hacer el gasto y veas que se reduce tu dinero fuera suficiente motivación para convertirte en una rata de gimnasio regular.
Pero no funcionó
Cada vez que comenzabas un ambicioso programa de rutinas de ejercicios con la esperanza de ponerte en forma, algo – ni siquiera estás segura que era – te cortaba la inspiración antes de que hubieras alcanzado tu meta.
Muy en el fondo, sin embargo, sabes que tu problema es: que no te gusta ejercitarte.
Es difícil, es incómodo, tienes que sudar mucho y el gimnasio y la sala de pesas tienen mal olor.
No te gusta cómo te ves en esa tonta ropa de ejercicio, y además ¿quién tiene tiempo para esa clase de cosas de todas formas?
Pero aun así te preguntas por esas personas que están en el gimnasio todo el tiempo. ¿Cuál es su secreto? ¿Cómo se mantienen motivadas día tras día y año tras año?
¿Acaso son de una especie diferente? ¿O hay algo que ellos saben y que tú no sabes?
Muy pocas personas en esta tierra nacieron con un amor innato y apasionado por el gimnasio.
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Pero lo que generalmente separa a la gente que le gusta ejercitarse de la gente a la que no le gusta es algo muy simple: aptitud.
Ejercitarte es algo muy fastidioso cuando no estás en forma.
Pero las buenas noticias es que no tienes que convertirte en una completa tonta para ir a un sitio donde el ejercicio ya no es más un dolor.
Así como aprender a cocinar, una vez que alcances el mínimo nivel de competencia – en este caso el nivel de aptitud física- el ejercicio deja de sentirse como algo malo y comienza a sentirse como algo bueno.
Y tal como con la cocina, la única manera de llegar a ese punto es simplemente haciéndolo.
Si apenas estás empezando un programa de entrenamiento, tu meta no debería ser convertirte en una aficionada del ejercicio o perder peso.
El primer paso es llegar a un nivel de aptitud física donde no odies más el hacer ejercicio.
Y para todo eso necesitas consistencia.
Cuando comiences por primera vez tu programa, no te fuerces a hacer algo muy complicado o poco agradable, solo asegúrate de que te mantengas apegada al programa y que no renuncies.
Yo he odiado correr toda mi vida, así que la primera vez que salí a trotar, después de años de no haber hecho ningún tipo de entrenamiento cardiovascular, me dije a mi misma que simplemente correría hasta cansarme.
Literalmente, logré solamente 4 cuadras y después me fui a casa. Después de una semana o dos ya llegaba a las 8 cuadras.
Eso fue hace 10 años y desde entonces he completado ya tres maratones. Correr ya no es mi deporte predilecto, pero ahora soy la persona con una buena aptitud física que siempre quise ser.
No hay razón para que te tortures a ti misma en el gimnasio.
Una vez que estés en mejor forma disfrutarás el llevarte al máximo un poco más de vez en cuando.
Pero hasta que llegues allí, solo logra que puedas hacer algo. Cualquier cosa. Solo hazlo regularmente y no inventes excusas.
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La clave para ser consistente es hacer de tu entrenamiento algo tan fácil/ conveniente/ divertido/ maravilloso que al no hacerlo sientas que hay algo que te falta.
Aquí hay algunos tips para prepararte para una vida de buena aptitud física.
10 tips para comenzar y apegarse con el ejercicio
Comprométete con la consistencia.
Esto es algo que vale la pena repetirlo. Haz el compromiso de apegarte a tu plan.
Si sientes que no eres capaz de lograr tus metas, cámbialas de manera que sean más sencillas
Haz pequeños pasos
Troté alrededor de la cuadra por años hasta que un día me perdí, accidentalmente corrí 8 millas, y entonces decidí que el entrenamiento para un maratón ya no me parecía tan ridículo.
No esperes convertirte en la mujer maravilla de la noche a la mañana. Por los momentos confórmate con no ser un robot del hedonismo.
Escoge un ejercicio que sea divertido
No todos los ejercicios se hacen en el gimnasio.
¿Algo como escalar rocas? ¿Jugar al baloncesto? ¿Jugar al beisbol? Comienza con las cosas divertidas y traza tu camino de ahí en adelante.
Trae a un amigo, hazlo competitivo
Tener un compañero de ejercicios es una de las maneras más efectivas de llevar el conteo y hacer de tu ejercicio algo divertido.
Hacerlo una competencia es también una buena forma de motivación.
Únete a un equipo deportivo
Incluso mejor que un amigo es un grupo de amigos.
Equipos deportivos en el interior son una manera fantástica de obtener un ejercicio por unas cuantas semanas.
Entra en la música, podcasts y audiolibros
Si tu horario no es propicio para las actividades de grupo, tu iPod todavía puede ayudarte.
Crea una lista de reproducción que te inspire a ejercitarte, descarga algunos de tus podcasts y audiolibros favoritos y silba mientras te ejercitas.
Consigue un perro
¿Sabes quienes necesitan un montón de energía? ¡Los cachorritos! Si no puedes motivarte a ejercitarte por ti misma por lo menos hazlo por tu perrito.
Carga de cafeína
Algunas veces, un día largo puede hacer de una rutina de ejercicios nocturna algo imposible.
En momentos como esos la cafeína es tu amiga. Después de aproximadamente una media hora vas a necesitar ejercitarte para quemar esa energía extra.
Compra cosas nuevas
Puede ser una bonita ropa y zapatos deportivos, un reproductor de mp3, entre otros.
Los juguetes nuevos son muy divertidos. Algunas veces son las pequeñas cosas las que más nos ayudan.
Recompénsate a ti misma
Hacer algo consistentemente es un gran logro, incluso si tu tarea actual parece pequeña e insignificante.
Si has estado ejercitándote regularmente, no te olvides de felicitarte y darte una palmada en la espalda por la cantidad de trabajo que has hecho.
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