No podía cambiar el pasado pero sí modificar mi futuro…
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Vivía con la culpa acuesta por el fracaso de mi matrimonio. Era duro y difícil sentir que algo por lo que había apostado tantos años de mi vida no hubiese funcionado gracias a mí.
Compré la idea que era mi responsabilidad todo aquel desastre psicológico y emocional que me estaba afectando a mí, a mi esposo y, sobre todo, a mis hijos.
Aunque me esforzaba por seguir adelante, dentro de mí sentía que luchaba contra una corriente que era, cada vez, más fuerte que yo, que me avasallaba y yo iba perdiendo fuerzas.
Un día de agosto de hace ya 10 años, amanecí profundamente agotada. Sintiendo que había algo dentro de mí que ya no podía avanzar más… Sentía que algo dentro de mí se estaba desprendiendo de este mundo.
Aunque me negaba a rendirme, mi conciencia no estaba clara. Estaba cayendo aceleradamente en un abismo sin darme cuenta.
Y en la madrugada de ese día de agosto algo hizo clic dentro de mi cabeza a lo que se sumó todo mi cuerpo… y entré en un colapso por seis días en los que perdí la consciencia…
Estuve en una especie de limbo que, aun hoy, es un gran vacío en mi memoria… Solo en algunas ocasiones de esos seis días había algo en mi mente en forma vaga, débil, difusa que me halaba, me atraía y no me dejaba ir: la imagen de mis dos hijos que estaban muy pequeños.
Entonces, hubo un momento en que, simplemente, me fui… y luego de una sensación de paz difícil de describir, un joven que vi y me dijo: "todo está bien"… abrí los ojos con la sensación de que tenía una nueva oportunidad para vivir.
Entendiendo la necesidad de perdonarme…
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Varios años después de aquellos días sentí permanentemente que había nacido de nuevo. Y dentro de mí se encendió la necesidad de encontrar la solución a la vida que había recuperado exactamente tal como estaba cuando me ausenté.
El mundo afuera no cambió, el cambio tenía que hacerlo yo. Era la razón de esa nueva oportunidad. Y recuperar mi condición de salud que, en algunas cosas había quedado afectada, se sumaba a la tarea de arreglar mi vida y mi mundo personal, mi mundo interior.
Mucha agua corrió y ha corrido debajo del puente desde entonces. Hasta que comprendí que NECESITABA PERDONARME porque me estaba haciendo mucho daño y eso salpicaba a quienes me rodeaban.
Terminé separándome de mi esposo, viviendo todo lo que una separación conlleva, pero comprendiendo, al fin, que irme al extremo de asumir toda la responsabilidad era tan incorrecto como no querer asumirla.
Cuando me sentí libre, supe que el perdón había hecho su trabajo en mí
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Reconocer y aceptar la cuota de responsabilidad que tenía en todo aquello que había vivido, asimilar todo lo ocurrido sin sentirme culpable pero con la consciencia de quien se sabe falible y, al mismo tiempo, con la posibilidad de corregir y avanzar, fue ayudándome, poco a poco, a reconciliarme conmigo misma.
Ahora, mirarme en el espejo es reconocer en los ojos que veo a la mujer que se acepta porque sabe que si se equivoca, puede rectificar. Es mirar a una mujer dispuesta a seguir adelante y a mirar a la vida de frente…
Una mujer que ha ido entendiendo, paso a paso, poco a poco, el valor y la importancia de evitar los extremos… que ha aprendido a perdonarse.
He ido conquistando mi libertad día por día… y seguiré haciéndolo hasta el último momento… y en esa conquista, el perdón ha sido mi gran aliado, una parte decisiva en el mapa de ruta del camino, una brújula, una consigna, una bandera.
Pasar la página y darle paso al olvido…
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He corroborado por mi propia vivencia, que la libertad interna que te otorga el perdón va de la mano con el olvido.
Como lo entiendo, no se refiere a que desconozca lo que viví, lo que ocurrió, sino a que todo ese pasado logre tomarlo como esas historias que le ocurren a otros, que se parecen a la propia historia, pero que no despiertan ningún tipo de sentimientos encontrados, que no mueven negativamente las fibras de mis emociones, que no me hacen sufrir.
Cuando esa magia ocurre dentro de sí, entonces el proceso está más que completado.
Aunque es mucho más profundo de lo que aquí puedo reflejar, la conquista de la libertad interna que va otorgando el perdón a medida que nos damos el permiso de admitirlo como una opción en nuestras vidas, trae como valor añadido una fortaleza y una voluntad que llegan para quedarse y para ayudar a vivir y enfrentar todo lo que quede por venir.
Y bueno, así me despido…hasta aquí por hoy…agradezco tu compañía en estas reflexiones… y si te preguntas por qué te conté todo eso, te digo que decidí mencionarte esta parte de mi historia personal porque, entre las muchas reflexiones que tengo para compartir, ésta es la que tiene que ver con el PERDÓN.
Aquí te dejo un video de la canción "You Raise Me Up" cantada por Josh Groban (del canal youtube de Vani Dri)… Lo que expresa esa canción es lo que ha hecho el perdón en mí…te gustará…que la disfrutes…
Un gran abrazo… nos leemos en el próximo post.