Practicar ejercicio debe ser un hábito saludable con el que empecemos todos los días y que nos haga sentir bien, además de contribuir a que mantengamos una buena forma física. El problema llega cuando no se practica habitualmente ni en unas condiciones adecuadas, lo que puede provocar que acabemos con las denominadas agujetas.
Micro roturas fibrilares
Siempre se ha relacionado las agujetas con la cristalización del ácido láctico en el músculo, pero las últimas investigaciones quitan peso a esta teoría y afirman que los dolores musculares posteriores al ejercicio, nada tienen que ver con esto.
Las agujetas están más vinculadas a unas micro roturas fibrilares que se suceden durante la práctica de ejercicio y que desembocan en una inflamación posterior, que es lo que finalmente produce dolor.
El calentamiento: lo más importante
Si hemos estado mucho tiempo sin practicar ejercicio, lo mejor es volver a empezar a ejercitarse de manera suave y muy poco a poco. Una rutina de baja intensidad será perfecta para reengancharse a la actividad física y luego podemos ir subiendo la intensidad paulatinamente hasta ponernos otra vez en forma completamente.
Hacer un buen calentamiento antes de entrenar es fundamental para prevenir la aparición de estas molestas agujetas. También apostar por una dieta sana y equilibrada y una adecuada hidratación, puede contribuir a que nos sintamos fuertes y no nos aparezcan agujetas en exceso.
Cuando finalmente aparecen, lo mejor es reposar y si puedes, realizarte algún masaje en la zona para rebajar la inflamación y el dolor. En los casos más extremos, también puedes optar por tomar algún medicamento antiinflamatorio no esteroideo. No dejes de practicar ejercicio de golpe y si tus agujetas son muy molestas, vuelve poco a poco y sin machacar el cuerpo en exceso.
¡Que unas agujetas no te frenen, el ejercicio es salud total para nuestro cuerpo!